La ciencia no deja de asombrarnos con nuevos descubrimientos insospechados cada semana. En el podcast Ciencia Fresca, Jorge Laborda Fernández y Ángel Rodríguez Lozano discuten con amenidad y, al mismo tiempo, con profundidad, las noticias científicas más interesantes de los últimos días en diversas áreas de la ciencia. Un podcast que habla de la ciencia más fresca con una buena dosis de frescura.
Esta semana hablamos de un descubrimiento que puede causar un cierto estrés a muchos científicos que investigan en biomedicina en el mundo. Se trata de que investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá, han descubierto que, mientras realizan los experimentos, los científicos varones causan estrés a los ratones de laboratorio, pero este estrés no aparece cuando la que realiza los experimentos es una investigadora. El descubrimiento conlleva importantes implicaciones sobre miles de estudios realizados con ratones de laboratorio en los que no se tuvo en cuenta la diferente cantidad de estrés experimentada por los animales, causada por investigadores varones, y que puede afectar de manera importante a los resultados de los estudios. Este trabajo ha sido publicado en la revista Nature (1).
El crecimiento de los árboles queda reflejado en un conjunto de anillos concéntricos que tienen mucho que decir sobre las condiciones climáticas que tuvieron que soportar. En latitudes medias y altas, donde los cambios estacionales son más bruscos, los árboles crecen más en primavera, cuando las condiciones ambientales son más benignas y menos al final del verano y en otoño, cuando el agua escasea y las temperaturas comienzan a bajar. En invierno el crecimiento se detiene o se ralentiza. Como consecuencia, cada año queda reflejado en un anillo cuya anchura y densidad se ha utilizado como indicador de las condiciones climáticas de tiempos pasados. La correlación entre el clima y los anillos de crecimiento de los árboles en las zonas árticas se había mantenido constante entre 1880 hasta 1960, pero a partir de entonces, se produce una divergencia entre ambos factores. La subida media de la temperatura, debida en parte al aumento de gases de efecto invernadero, no ha encontrado una contrapartida en el crecimiento de los anillos de los árboles. Esta divergencia, dada a conocer en 1998 por K.R.Griffa y sus colegas en un artículo clásico publicado en Nature, ha traído de cabeza a muchos científicos y expertos en dendrocronología. Ahora un nuevo artículo publicado en Nature Communications, firmado por investigadores de la San Francisco State University , apunta una posible causa de la divergencia: el descenso de la intensidad de luz solar que llega al suelo. Los aerosoles y partículas liberados a la atmósfera por la acción humana dispersan la luz del Sol y producen un efecto de “velado” que impide que la radiación solar llegue hasta los árboles. Como consecuencia, éstos crecen menos de lo esperado y sus anillos no reflejan la temperatura ambiente real. (2)
Por último , desarrollamos la noticia de la creación de un nuevo tipo de ADN que posee no las cuatro letras habituales, A, T, C y G, sino que posee seis. Este tipo de ADN había sido ya producido anteriormente en el laboratorio, pero no había podido ser reproducido en el interior de un ser vivo. Esta hazaña es la que han conseguido ahora investigadores del Instituto Scripps de la Jolla, California, quienes publican sus resultados en la revista Nature (3).
(2) Arctic tree rings as recorders of variations in light availability Nature Communications,5, 3836, doi:10.1038/ncomms4836
(3) Malyshev D.A. et al. A semi-synthetic organism with an expanded genetic alphabet. Nature doi:10.1038/nature13314
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