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En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.

Atascos en las autopistas del cerebro

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Desde hace mucho tiempo, los investigadores que estudian los desórdenes emocionales han propuesto que estos tienen bastante en común. Algunos incluso se dan juntos, como la depresión y algunas formas de ansiedad social. Los tratamientos también tienden a cubrir de una misma manera múltiples enfermedades mentales, sugiriendo la existencia de elementos compartidos entre ellas. Aunque quizá, la característica común más notoria sea la de que por detrás de todos los desórdenes emocionales existen y persisten los pensamientos negativos.

En un análisis retrospectivo de estudios realizados usando imágenes de resonancia magnética para el análisis de la materia blanca del cerebro, investigadores de la Universidad de Illinois en Chicago, describen anomalías comunes encontradas en una gran cantidad de problemas emocionales.

La materia blanca, hasta hace poco considerada como un componente del cerebro con una actividad de poca importancia, ha pasado, a medida que se conoce su papel fundamental en el funcionamiento cerebral, a ser importante protagonista. Debe su nombre a que está compuesta de axones recubiertos de mielina, lo que le da un aspecto transparente. Puede alcanzar en adultos una longitud de 176 kilómetros en hombres y algo menos en mujeres. Con el paso del tiempo se va perdiendo extensión. Trabaja en las conexiones entre las diferentes regiones del cerebro, casi nada.

“Este estudio aporta importantes hallazgos sobre los mecanismos compartidos por diversas enfermedades mentales, y puede ser muy importante a la hora de encontrar biomarcadores que puedan ayudar en el diagnóstico rápido pues muchos de estos desórdenes no se han podido identificar con claridad así hayan pasado muchos años”, dice Scott Langenecker, profesor asociado de psiquiatría y psicología en la facultad de medicina de la Universidad de Illinois.

La diferencia más notoria en la estructura de la materia blanca que el grupo de Langenecker encontró –presente en todos los desórdenes emocionales que estudiaron¬– fue la disrupción en la conexión de una región del cerebro que conecta diferentes partes de la conocida como Red en Modo Pasivo, (DMN por sus siglas en inglés), que es responsable de los pensamientos pasivos, no enfocados en una tarea específica. Esa región es la conocida como fascículo superior longitudinal (SLF por sus siglas en inglés) y conecta el DMN con una red cognitiva de control, región importantísima en el pensamiento basado en tareas y la planeación de ellas.

El permanecer en un estado de darle vueltas y vueltas a los pensamientos negativos, rumiándolos hasta el cansancio, situación asociada a casi todos los desórdenes emocionales, tal vez sea debido a que la DMN se vuelve hiperactiva y de alguna manera aprisiona el paso a otro estado mental de actividad y enfoque en tareas productivas.

“Si la parte del cerebro que controla el envío de mensajes entre el DMN y las diversas regiones cerebrales no funciona porque no hay buena conexión, las personas afectadas con desórdenes emocionales lo tienen muy difícil a la hora de modular o ganar control sobre los pensamientos negativos”, dice el investigador.

Los autores buscaron, de manera sistemática, en la literatura científica, estudios que aplicaron análisis de imágenes cerebrales que muestran “difusión de la tensión” en pacientes con depresión aguda, desorden bipolar, ansiedad social, desorden obsesivo compulsivo o estrés post traumático, igual que lo hicieron en participantes sanos, controles. Treinta y siete estudios con 962 participantes afectados y 892 sanos. Los investigadores realizaron un meta análisis para determinar cuáles alteraciones en la materia blanca fueron comunes en los afectados y cuál era exclusivo de un determinado desorden.

Las imágenes de difusión de la tensión miden el grado al cual las moléculas de agua se mueven en una dirección, más que hacerlo al azar en todas las direcciones. Da una “medida indirecta de la microestructura de la materia blanca y puede dar información sobre la conectividad de diferentes partes del cerebro”, dice Lisanne Jenkins, miembro del equipo.

“Si usted piensa en la materia blanca como la autopista del cerebro, conectando todas las regiones y las redes neuronales, un área con el movimiento del agua dirigido con fuerza en una sola dirección, podría pensarse como una súper autopista con todos los automóviles moviéndose, nada de atascos”. Un área con movimientos del agua menos dirigidos se podría pensar como una carretera de dos carriles, con varias salidas y paradas, de movimiento lentos. Las regiones del cerebro conectadas por esas vías lentas, no comunicarán tan bien como las que ofrece una autopista.

En el meta estudio, los investigadores buscaron si los participantes afectados por desórdenes emocionales tenían en su materia blanca movimientos de agua menos dirigidos que los del grupo control. Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que las personas con el desorden obsesivo compulsivo (DOC) compartía la mayoría de las anormalidades cerebrales con las personas afectadas por otras enfermedades emocionales. “Habíamos esperado que esta condición se mostrara diferente a los otros desórdenes, pues los síntomas son únicos y distintos”, dice Langenecker. El diagnóstico tradicional para el DOC, consiste en la observación de pensamientos repetitivos sobre objetos o tareas, que se exteriorizan.

“En los otros desórdenes emocionales, los pensamientos repetitivos se mantienen en el interior del individuo. Entonces nuestro hallazgo de patrones comunes para todos los desórdenes emocionales podría ayudar a mejorar los tratamientos”. El único desorden que se salió del patrón estudiado es el del estrés post traumático. Y tendría sentido pues corresponde a la respuesta del cerebro a un evento traumático puntual, que puede desaparecer con tratamiento que disipe y logre hacer olvidar el hecho. En el desorden bipolar, caracterizado por períodos de depresión y manía, los investigadores encontraron falta de dirección del agua en la región derecha del cerebro, como también de la izquierda.

“Todos los desórdenes emocionales tienen disrupciones en el hemisferio izquierdo en mayor o menor grado”, lo que vuelve al desorden bipolar un poco particular, y explica ese comportamiento que oscila entre la manía y la depresión.Estudios anteriores en pacientes que han sufrido derrames cerebrales han mostrado que las anomalías en el hemisferio derecho están asociadas con síntomas que se expresan hacia fuera, como manías, mientras que cuando el hemisferio izquierdo está afectado, lo que ocurre en la mayoría de las dolencias emocionales, se producen síntomas similares a los de la depresión.

La asombrosa investigación sobre las alteraciones de la materia blanca del cerebro, reciente ella, producirá resultados de una enorme magnitud en el combate a esos problemas emocionales que tanto sufrimiento y desgaste ocasionan.

Referencia:
Shared white matter alterations across emotional disorders: A voxel-based meta-analysis of fractional anisotropy. Lisanne M.J. et al. http://dx.doi.org/10.1016/j.nicl.2016.

Más información en el Blog de Josefina Cano Cierta Ciencia


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