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En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.

Sólo existe una raza, la humana.

Sólo existe una raza, la humana . Cierta Ciencia podcast - CienciaEs.com

Cuando los genetistas hablan sin el debido cuidado sobre el concepto de raza, se arma la grande. Así está ocurriendo por estos días pues el genetista David Reich escribió en el New York Times un artículo de opinión1 en el que señala que lo que él llama la “ortodoxia” de la genética hace que los científicos evadan investigar, incluso discutir, lo que para él es clarísimo: las variaciones entre las poblaciones humanas existen. ‘No es posible ignorar por más tiempo las diferencias genéticas entre las “razas”’, escribe.

Y explotó la bomba de lado y lado. Los científicos sociales reaccionaron condenando lo que para ellos tiene hondas connotaciones y por su lado quienes aseguran que la discusión sobre las diferencias raciales se ha convertido en tabú se mostraron complacidos, pues se abría la puerta a otras discusiones espinosas: las supuestas diferencias en los riesgos de enfermedades entre diversas poblaciones y las también supuestas en la inteligencia.

En estos tiempos donde los grupos supremacistas blancos están cogiendo fuerza y, de forma abierta haciendo demostraciones en Estados Unidos, no es de extrañar que un escrito como el de Reich encienda la polémica, en los círculos académicos, en las calles. El escritor de ciencia Nicholas Wade, cuyos artículos sobre la raza han sido duramente criticados por los genetistas, de forma rápida respondió: “¡Al fin! Un genetista de Harvard, David Reich, admite que existen diferencias genéticas entre las razas humanas, si bien pone la palabra raza entre comillas”.

Wade y Charles Murray, coautor del más que polémico libro La Curva de Bell, son defensores declarados de la existencia de las razas y además de la inferioridad de la negra. Murray también celebró el escrito de Reich aunque, vaya ironía, cuando su libro se publicó, entre los genetistas que lo condenaron por instigador de racismo estaba el propio Reich.

Alan R. Templeton, genetista y estadístico de la Universidad de Washington en St. Louis, escribe una revisión2 que con profundidad y con base en el análisis de diversos grupos humanos nos da una idea precisa del significado de raza en términos biológicos, apoyado siempre en las variantes genéticas que definen la especie y no en características como el color de la piel, por poner un ejempolo, que son adaptaciones y que varían en las poblaciones como resultado de cambios en el medio.

Las razas pueden existir en los humanos en un sentido cultural, pero los conceptos biológicos de raza tienen que ser estrictos al momento de demostrar si esas construcciones se corresponden con categorías biológicas reales de los humanos. Los conceptos modernos de la biología pueden poner a prueba la existencia o no de razas humanas usando las herramientas de la genética y aplicando con rigor el método científico a través de la formulación y prueba de hipótesis.

Con el uso de las nuevas tecnologías en el estudio del ADN se pueden inferir los ancestros geográficos de los individuos, estudiando un amplio número de genes y las expresiones de ellos, los alelos. Usando una variedad de marcadores, en “blancos” autoidentificados como tales en los Estados Unidos se encontró principalmente un ancestro Europeo mientras que los “negros” son básicamente de origen africano, con poca sobreposición entre los auto clasificados como “negros” y “blancos”. Todo ello en un análisis inicial.

Siguiendo en la misma línea pero esta vez con una muestra local de personas que se autoidentificaron como “blancos”, “morenos” y “negros”, antropólogos brasileños encontraron una extensa sobreposición de ancestro africano entre todas las “razas”. Más aún, los “blancos” brasileños tuvieron un mayor ancestro africano que algunos de los “negros” de los Estados Unidos.

Es claro entonces que las categorías raciales de “blanco” y “negro”, definidas culturalmente, no tienen el mismo significado genético en Brasil y en los Estados Unidos. Las inconsistencias en el significado de “raza” a través de las culturas y de los ancestros genéticos proveen una razón contundente para una definición de raza libre de la biología, y basada tan solo en la cultura.

Raza y propensión a enfermedades

Poco tiempo después de finalizado el proyecto del genoma humano, su director Francis Collins, junto con su equipo, lanzó una especie de desafío a los investigadores para que se dedicaran, con toda la información de nuestra estructura genética a mano, a resolver todos los problemas aún no resueltos de la biología, la salud y la sociedad. De especial interés eran los relacionados con las disparidades en la salud entre blancos y negros. Los Estados Unidos han estado inyectando más de mil millones de dólares al año en estudios genéticos para encontrar la raíz biológica de esas diferencias.

“Lo que hemos encontrado en la literatura publicada entre 2007 y 2013 es en esencia, nada”, dice Jay Kaufman, autor principal del primer estudio3 que examinó los datos genéticos disponibles que buscaban evidencias que explicaran la disparidad raza-salud. Durante años se pensó que las disparidades residían en un componente biológico fuera del alcance, pero cuando las herramientas de la genética permitieron demostrar que tal componente no existía, el argumento se volvió tonto y erróneo. Al momento de analizar por qué los negros se mueren más temprano que los blancos, Kaufman afirma que en lugar de buscar en la doble hélice donde se debe indagar es en la enorme desigualdad social y económica.

En Estados Unidos los hombres blancos viven más de cuatro años que los negros y las mujeres blancas más de 3 años que las negras. La razón principal para esa brecha es la enfermedad cardíaca. Pero después de revisar seis años de estudios genéticos sobre el tema y de buscar en todo el genoma posibles variantes que disparen la enfermedad, encontraron justo lo contrario: eran los blancos quienes mostraban un riesgo mayor. “Estamos gastando una cantidad enorme de dinero en estos estudios que no han llevado a nada”, dice Kaufman. Pero entonces ¿por qué se sigue en el empeño?

Una razón que tiene que ver más con las finanzas y menos con la biología puede encontrarse en el primer medicamento específico para los negros, el BiDil una combinación4 de dos medicamentos genéricos usados en enfermedades cardíacas durante décadas. En el 2005 la FDA aprobó las viejas drogas con un propósito nuevo: el tratamiento de los problemas cardíacos para una única raza, los Afro Americanos (según la clasificación gringa). Jonathan Kanh, autor de Race in a Bottle
escribe de manera extensa sobre la historia del BiDil. No hay duda de que la medicina funciona en negros, aunque el problema serio es que los procesos para la aprobación del medicamento no tuvieron grupo control5. Los investigadores estudiaron el BiDil solo en negros. Y si funciona en ellos no es porque sean negros sino porque son humanos. Aunque los jugosos beneficios se los llevó NitroMed, la compañía por detrás del BiDil que logró que la patente que expiraba en 2007 se extendiera a 2020.

Y así sucede con otras enfermedades, como la diabetes asignada a los mexicanos, que no tiene otra explicación que los problemas de mala alimentación, y de nuevo la enorme desigualdad social.

Además de la escasa evidencia científica que sustente las disparidades salud-raza, y más allá de que puedan prestar beneficio, el problema serio está en la disponibilidad de los medicamentos pues la precariedad del sistema de salud los vuelve inalcanzables.

No solo existe un tremendo malentendido de la ciencia. Aunque a lo mejor sí se entiende, pero lo que se hace con los resultados se interpreta según qué intereses. Una responsabilidad enorme para una sociedad que debería velar por la salud de sus ciudadanos y no torcer la evidencia de que las disparidades salud-raza no tienen fundamento en la biología. De ahí a convertirla en instrumento de dominio racial solo un paso: tienen mala salud porque son negros o hispanos. Asunto resuelto.

Tal vez sea el momento de recordar un poquito de nuestra historia evolutiva. El origen del hombre se ha establecido en África desde donde, y a lo largo de muchos movimientos migratorios se extendió por todo el planeta. Durante millones de años nuestros ancestros homínidos evolucionaron hasta llegar a lo que hoy somos, Homo sapiens, subespecie sapiens.

En el proceso ocurrieron muchos intercambios genéticos, entre los diferentes homínidos que ya se habían instalado en diversas regiones y se habían constituido en grupos humanos diversos pero miembros todos de la misma subespecie sapiens. En un momento, alrededor de unos 30.000 años, desaparecidos ya los neandertales, nos convertimos en el último homínido que existe en la tierra, el único que queda.

Y de vuelta a la discusión inicial de la existencia de razas con una base biológica, que no una cultural, quizá la mejor manera de ilustrar la enorme mezcla ocurrida en nuestro genoma, que acaba siendo un enorme batiburrillo del legado de todos nuestros ancestros.

En la figura de la derecha se ilustra el flujo de genes en el tiempo y en las diversas direcciones y con las consecuentes mezclas. Como se podrá ver, la línea que corresponde a África se ha expandido en muchas direcciones, dando y recibiendo información genética de todos los demás grupos: Europeos del Norte y del Sur, Asiáticos del Norte y el Sur, Habitantes del Pacífico y las Américas. La conclusión más importante del entramado es que la humanidad corresponde a un único linaje evolutivo. Alan R. Templeton.

Más información en el Blog de Josefina Cano: Cierta Ciencia


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