Durante los últimos años, el colesterol se ha ganado una fama, en algunos aspectos, inmerecida. Cierto es que cuando sus niveles en sangre son excesivamente altos, especialmente cuando se une a ciertas proteínas y forman lipoproteínas LDL, crece el peligro de que su acumulación bloquee el paso de la sangre por los vasos sanguíneos y, como consecuencia, las células de aquellos órganos que se ven afectados por la falta de riego, mueran. Así es como el colesterol es, en algunas ocasiones, la causa de un infarto o un ictus.

Sin embargo, como comenta hoy nuestra invitada, Mairena Martín López, Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la UCLM e investigadora principal del Grupo de Neuroquímica de Ciudad Real (GNCR), el colesterol es bueno y necesario. Para empezar, es un componente esencial en las membranas de las células animales, a las que proporciona consistencia y flexibilidad. Sabemos que las membranas de las células son la frontera exterior que las separa, protege y comunica con el ambiente. En nuestros cuerpos, y en el resto de los animales, esa frontera celular debe ser flexible para que permita los movimientos. Sin él, como sucede en las células vegetales, las membranas serían más rígidas y los movimientos imposibles.

El colesterol es, además, la sustancia base que permite la síntesis de ciertas hormonas y vitaminas, como la vitamina D.

Aunque nuestras células pueden sintetizar el colesterol, también debemos consumirlo con alimentos como el queso, huevos, carnes, embutidos, etc. Aunque, una vez más, hay que ser comedido y no abusar de estos alimentos para no despertar el lado negativo de esa molécula.

Como podéis ver, son muchas las bondades del colesterol, pero existen aún propiedades que los científicos intentan descubrir. Uno de esos cometidos es el que investiga el Grupo de Neuroquímica de Ciudad Real junto a investigadores de la Universidad Pompeu Fabra, cuyos resultados han sido publicados en Nature Communications.

En un programa anterior, Mairena Martín nos había explicado los conceptos básicos del mecanismo mediante el cual una célula recibe un estímulo exterior, lo detecta y transmite información al interior para que se produzca una reacción acorde con él. Desde el exterior llagan mensajes en forma de ciertas moléculas, como la adenosina, que traen información sobre un estímulo. El mensaje llega a la superficie de una célula y es recogida por un receptor situado en la membrana, el receptor es una molécula especial con un sistema de anclaje a medida, en el que se inserta el mensajero. Al producirse la unión, el receptor se activa y envía una señal al interior celular, allí el mensaje provoca una respuesta adecuada a la señal percibida.

El colesterol, al ser un componente muy abundante en la superficie de la célula, resulta que no es un mero espectador en el proceso de entrega, recepción y respuesta, sino que puede intervenir en él de forma activa. El colesterol también encuentra lugares activos en los receptores de la adenosina, y se une a ellos. Así pues, cuando una molécula exterior, portadora de un mensaje destinado al interior de la célula (un mensaje que puede ser un movimiento de un músculo, un pensamiento, etc.), llega a la superficie celular y busca el anclaje correspondiente en el receptor de la membrana, para unirse a él, puede suceder que ese anclaje ya esté ocupado por el colesterol y entonces no se pueda hacer la entrega. De esta manera, el colesterol actúa como un “portero” que impide, o facilita, el paso del estímulo y, por lo tanto, la reacción de la célula. Este cambio que puede ser bueno o malo, dependiendo del estímulo que llega.

El resultado del estudio tiene importancia en futuras investigaciones de enfermedades degenerativas, como el Alzheimer. Se ha comprobado que en momentos muy tempranos de la enfermedad de Alzheimer, cuando síntomas son poco perceptibles y la persona afectada tiene pequeños lapsus de memoria, a los que no da importancia, se produce una alteración en los receptores de la adenosina. Justo estos receptores son a los que se une el colesterol y los bloquea. Esta circunstancia abre posibles caminos de investigación para encontrar fórmulas de diagnóstico precoz o nuevos tratamientos de esta enfermedad.
Os invito a escuchar a Mairena Martín López, Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la UCLM e investigadora principal del Grupo de Neuroquímica de Ciudad Real (GNCR).

Referencias.
Guixà-González R & José L. Albasanz, et al. Membrane cholesterol access into a G-protein-coupled receptor. Nat. Commun. 8, 14505 doi: 10.1038/ncomms14505 (2017).