En los dos capítulos anteriores de esta serie de programas dedicados al Sistema Inmunitario, Jorge Laborda nos presentó a los linfocitos B y T. Estas células pertenecen al sistema inmunológico “adaptativo” porque se “adaptan” a las circunstancias concretas de cada infección y lo hacen elaborando armas diseñadas expresamente para la destrucción del enemigos específico que nos ataca. Estos linfocitos son las fuerzas de choque más especializadas que tenemos, no solamente nos ayudan a luchar contra el invasor sino que son educados y generados por miles de millones, cada uno de ellos equipado con un arma diferente para cubrir el enorme espectro de amenazas posibles.

¿Cómo son las armas de los linfocitos? ¿Por qué los miles de millones de linfocitos son distintos entre sí, mientras que las células que componen cada uno de los tejidos corporales son iguales? ¿Cómo se crea esa enorme diversidad? Estas son las preguntas a las que Jorge intenta dar respuesta en este noveno programa de la serie dedicada al Sistema Inmunitario. Os recuerdo que podéis escuchar los capítulos anteriores en estos enlaces: [1], [2], [3], [4], [5], [6], [7] y [8]

La creación de ese enorme ejército de soldados diferentes, equipados cada uno de ellos con un arma distinta, es “uno de los pilares fundamentales del sistema inmunitario adaptativo”, dice Jorge Laborda. Cada una de esas armas es en realidad un receptor, es decir, una estructura molecular capaz de unirse a una molécula concreta y no a otras. Dada la enorme diversidad de posibilidades que nos amenazan, ya sean virus, bacterias, hongos o sustancias de la más variada condición, el sistema inmunitario debe contar con infinidad de soldados celulares equipados con receptores distintos para que, en el momento de la invasión, alguno de ellos sea capaz de unirse una molécula del invasor y detectarlo. Cuando un linfocito encuentra un fragmento del enemigo para el cual su detector ha sido diseñado, dispara una serie de procesos que lo incitan a multiplicarse y formar un verdadero ejército equipado, esta vez sí, con el arma adecuada para la lucha contra el invasor.

Existen diferencias fundamentales entre los linfocitos B y T. Los linfocitos B están diseñados para detectar moléculas del mundo exterior, es decir, aquellas que proceden directamente de agentes infecciosos o sustancias ajenas a nosotros. Así, detectan directamente a los patógenos que han entrado en el organismo y se están diseminando por él, incluso antes de que lleguen a infectar a nuestras células. Los linfocitos T, en cambio, están diseñados para detectar el mundo interior, es decir aquellas moléculas pertenecientes a nuestras propias células. Cuando un patógeno ataca y penetra en una de nuestras células, se apodera de su maquinaria celular y la pone a trabajar en su propio beneficio, así, una célula sana se puede convertir en un enemigo potencial para todo el organismo porque se convierte en un nido de agentes infecciosos que después se diseminaran por el organismo. Sin embargo, durante el proceso se subversión, la célula infectada cambia y su membrana exterior experimenta modificaciones sutiles que muestran las huellas de la infección en forma de moléculas que se exponen en la superficie. El linfocito T es el encargado de vigilar y detectar aquellas modificaciones anormales en las membranas de nuestras propias células.

Los linfocitos son creados en la médula ósea. Inicialmente son todos iguales hasta que inician un complejo proceso que les proporciona un receptor diferente ¿Cómo es ese proceso? Los receptores están compuestos por proteínas, unas proteínas cuya fórmula está escrita en los genes. Curiosamente, la fórmula de las proteínas que van a formar parte de los receptores o anticuerpos no están inicialmente en el genoma, al menos, no está expresadas de forma legible, por esa razón, el proceso de generación del receptor de un linfocito exige primero la creación del gen adecuado para ello. Realmente los precursores de genes existen en el genoma, pero está divididos en trozos, separados por regiones que no contienen información alguna. Es como si la naturaleza hubiera escrito un texto y después los hubiera dividido en trozos intercalando entre sus palabras o frases secuencias de letras sin sentido. A menos que se extraigan esas secuencias, el texto no recuperará el sentido original. Así es como los linfocitos elaboran sus detectores. Mediante un proceso de “corte y pega” de su ADN, van seccionando las regiones espurias y uniendo de nuevo los extremos para crear un gen útil, dada la gran cantidad de pedazos y las distintas formas en la que pueden ser unidos, la variedad de mensajes posibles es inmensa. Este proceso requiere una serie de etapas complejas que hoy explica Jorge Laborda durante la entrevista. Os invito a escucharle.

CAPÍTULOS EMITIDOS

¡Estamos rodeados! Sistema Inmunitario 1.

La guerra química del Sistema Inmunitario 2.

¡Alarma, nos atacan! Sistema Inmunitario 3

Adaptándose al enemigo interior. Sistema inmunitario 4.

Informando sobre el enemigo. Sistema inmunitario 5.

Linfocitos B y los anticuerpos. Sistema inmunitario 6

Test de anticuerpos y los linfocitos T. Sistema Inmunitario 7

Linfocito T con licencia para matar o colaborar. Sistema Inmunitario 8.

Un arma distinta para cada linfocito. Sistema inmunitario 9.

LIBROS:

Tus defensas frente al coronavirus. Una breve introducción al sistema inmunitario
Tus defensas frente al coronavirus. Una breve introducción al sistema inmunitario.
Tus defensas frente al coronavirus. Una breve introducción al sistema inmunitario.
Inmunología desinflamada: Una introducción al sistema inmunitario y sus patologías
Inmunología desinflamada: Una introducción al sistema inmunitario y sus patologías
Inmunología desinflamada: Una introducción al sistema inmunitario y sus patologías