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Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

Megalania, el lagarto terrestre más grande.

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Hace más de 50 000 años, cuando los primeros pobladores humanos llegaron a Australia, tuvieron que enfrentarse a tres grandes depredadores hoy desaparecidos. Uno de ellos era el león marsupial, del que ya hemos hablado. El león marsupial tenía un tamaño intermedio entre un leopardo y un león. Más grande era el segundo depredador extinguido: Quinkana, un cocodrilo terrestre de unos tres metros de longitud. Pero a ambos los superaba el megalania, el lagarto terrestre más grande conocido.

Los primeros restos de este lagarto aparecieron en una colección de huesos recolectados en un yacimiento cercano a un afluente del río Condamine, en el sur de Queensland; colección que fue adquirida por el Museo Británico. Sir Richard Owen, superintendente del departamento de Historia Natural del museo, identificó entre los huesos de marsupiales tres grandes vértebras que pertenecían a un reptil desconocido hasta la fecha, al que bautizó con el nombre de Megalania prisca, que significa “gran errante antigua”, para poner de manifiesto la naturaleza terrestre del reptil y su enorme tamaño. Hoy sabemos que este animal se enmarca evolutivamente dentro del grupo de los varanos, por lo que su nombre científico correcto es Varanus priscus; el segundo elemento cambia de género, de femenino, prisca, a masculino, priscus, para concordar con el primero. El término “megalania” se ha mantenido como nombre común del animal.

El pariente vivo más próximo del megalania es el dragón de Komodo (Varanus komodoensis), el mayor lagarto viviente, con una longitud de hasta tres metros y un peso de unos setenta kilos. Entre los varanos australianos, el megalania estaba más emparentado con el varano arborícola (Varanus varius), de poco más de dos metros de longitud, que con el varano gigante (Varanus giganteus), que puede llegar a los dos metros y medio.

No se ha descubierto ningún fósil completo del megalania, así que las estimaciones de su tamaño son poco precisas. En un principio se le adjudicó una longitud de siete metros y un peso de seiscientos kilos, pero hoy esas cifras se consideran exageradas; los últimos estudios se inclinan por una longitud de unos cinco metros y medio y un peso de 575 kilos. Sin embargo, el paleontólogo Ralph Molnar, en un estudio comparativo con las especies vivientes más próximas, propone que el megalania podía alcanzar 7,9 metros si tenía una cola larga y delgada como el varano arborícola, o quedarse en siete metros si sus proporciones eran más parecidas a las del dragón de Komodo. En cuanto al peso, Molnar estima una media de 320 kilos y un máximo de 1940.

La cabeza del megalania es grande, con una pequeña cresta entre los ojos, y mandíbulas llenas de dientes curvos y serrados, adaptados al consumo de carne. Las patas son robustas, con grandes garras. Se supone que la ecología del megalania era similar a la del dragón de Komodo, y que se alimentaba de animales de tamaño medio y grande, entre ellos marsupiales gigantes como Diprotodon y grandes aves no voladoras como las dromornítidas; ya hemos hablado de todos ellos en Zoo de fósiles. Como su pariente el dragón de Komodo, es posible que el megalania tuviera glándulas de veneno en las mandíbulas; este veneno actúa como anticoagulante y acelera la muerte de las presas, desangradas. Si esto se confirmara, habría sido el mayor vertebrado venenoso conocido.

El megalania apareció en Australia a mediados del Pleistoceno, hace un millón y medio de años, y se extendió por todo el este del continente. Aunque no se han encontrado restos fósiles en Tasmania ni en Nueva Guinea, es posible que, como el dragón de Komodo, fuera un buen nadador; en ese caso podría haber colonizado esas islas. Se ha calculado que el megalania podía alcanzar, en carreras cortas, una velocidad punta de unos diez kilómetros por hora, semejante a la del cocodrilo australiano de agua dulce o a la de un marchador olímpico. Sin embargo, no podía mantener esa velocidad durante mucho tiempo; probablemente emboscaba a sus presas oculto entre la vegetación cerca de abrevaderos y otros lugares de paso. También comería carroña si se presentaba la ocasión, e incluso podría arrebatar sus presas a otros depredadores como el león marsupial. Los varanos, además, tienen un excelente sentido del olfato, potenciado por su lengua bífida con la que pueden detectar no solo la cercanía de la carroña o de un animal enfermo o herido, sino también la dirección de origen del olor. Así pueden seguir el rastro de sus presas en el caso de que intenten huir.

El megalania se extinguió hace unos cuarenta o cincuenta mil años, coincidiendo con la llegada de los humanos. Es muy posible que fuera cazado hasta la extinción por los primeros aborígenes australianos, aunque la desaparición de muchas de sus presas también debió de influir en su declive. El encuentro de los primeros pobladores de Australia con estos enormes reptiles puede estar en el origen de algunos seres de la mitología aborigen australiana, como el whowie, un gigantesco varano de siete metros de largo, con una enorme cabeza de rana y seis fuertes patas, que vivía en una profunda cueva a la orilla del río Murray, en el sudeste de Australia. Sus incursiones por las región moldearon las colinas de Riverina. Era un animal lento, pero muy sigiloso, y podía tragarse una tribu entera de una sentada. El whowie aterrorizaba a las tribus de la región hasta que un día, estas se pusieron de acuerdo y se reunieron, armados con lanzas, hachas de piedra y garrotes. Aprovechando que el whowie descansaba en el fondo de su cueva, amontonaron haces de leña en la entrada y le prendieron fuego. Al cabo de siete días, cegado y desorientado por el humo, el whowie salió y las tribus lo mataron.

Aunque de vez en cuando se presentan testimonios sobre la presencia de varanos de tamaño descomunal en Australia y Nueva Guinea, lo más seguro es que se trate de cocodrilos, o de especies conocidas de varanos no tan grandes, como el varano gigante, o incluso de troncos secos. Es muy poco probable que una especie tan grande como el megalania haya sobrevivido escondida tanto tiempo. Por un lado, los grandes animales que constituían la base de su alimentación han desaparecido, y por otro, el clima de Australia es hoy en día mucho más seco que en el Pleistoceno. Aunque también es verdad que quedan enormes extensiones de selva poco exploradas en Australia y Nueva Guinea. Y, por otro lado, sabemos que las hembras del dragón de Komodo son capaces de reproducirse por partenogénesis, sin la intervención de un macho; si esto mismo ocurriera con el megalania, cabría la posibilidad de que una pequeña población de hembras hubiera pervivido en el tiempo. Aun así, no existe ninguna evidencia científica de la supervivencia de esta especie, así que mientras no se presente un cuerpo o pruebas fotográficas incuestionables, el megalania está extinguido.

(Germán Fernández, 01/12/2022)

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