Comprender la manera en que las personas abrazan las creencias es crítico

Si algo importante hay en nuestras vidas, además de familia y amigos, es las creencias que tenemos por ciertas y por las que guiamos nuestro comportamiento y sustentamos nuestros valores. El universo global de las creencias en una cultura determinada no es baladí. Dichas creencias comunes crean el mundo de lo humano en el que nos movemos y conforman, tanto o más que las leyes de la física, la realidad con la que tenemos que vivir. Si no lo cree, imagine que mañana debe usted irse a vivir a un país como Arabia Saudí, o Irán. Las creencias por las que las personas de esos países guían sus vidas, de ser creídas por quienes le rodean hoy, destruirían su mundo tal y como lo conoce.

Pero no es necesario cambiar de país para comprender el impacto que las ideas y creencias ejercen sobre nuestra realidad. Por ejemplo, si todos creemos que el precio de la vivienda va a aumentar de manera indefinida, crearemos una burbuja inmobiliaria que terminará por afectar seriamente la vida de todos. Si creemos que la austeridad nos sacará de la quiebra financiera, crearemos una realidad que será diferente de si creemos lo contrario, independientemente de que salgamos de la quiebra o no, de la cual seguramente se puede salir por varias vías diferentes, algunas de ellas flexibles, no necesariamente rígidas y extremas.

Dicho lo anterior, es claro que comprender la manera en que las personas abrazan las creencias o las abandonan es crítico. Dicho conocimiento, bien utilizado, permitirá cambiar el mundo y adecuarlo más a nuestras necesidades de manera acorde con la realidad. Hoy, conocer cómo se produce este fenómeno no es solo cuestión de humanidades o de psicología, sino de las neurociencias más duras.

SOMOS LOS MEJORES

En este sentido, algunos interesantes estudios han revelado que incorporamos fácilmente en nuestras creencias información objetiva favorable sobre nosotros mismos, pero somos reticentes a incorporar información objetiva desfavorable. Así, si el resultado de una prueba revela que uno es más inteligente de lo que creía, esta información es rápidamente aceptada. Al contrario, si la prueba revela que somos menos inteligentes de lo que creíamos, tendemos a evitar incorporar esa información en nuestras creencias y a achacar a la prueba un sesgo en nuestra contra. De esta manera, nuestra autoestima no puede sino aumentar hasta que nos creamos los mejores del mundo en todo, lo cual sucede a más de uno que conoce. ¿Me equivoco?

Estudios adicionales han dejado claro que los seres humanos formamos nuestro ideario global sobre el mundo también de manera asimétrica. En general, tendemos igualmente a abrazar las noticias positivas, pero desdeñamos las negativas. Esta tendencia tan humana genera problemas similares a los mencionados arriba: burbujas en la economía, la cual abordamos de manera excesivamente optimista; falta de preparación frente a accidentes y riesgos naturales, que nunca nos van a suceder a nosotros; o malas decisiones para nuestra salud, puesto que no vamos a caer enfermos, eso solo les sucede a los demás.

¿Por qué ocurre este fenómeno? ¿Qué parte de nuestros cerebros está implicada en sesgar las ideas a nuestro favor? Investigadores ingleses, estadounidenses y alemanes han abordado este tema y exploran la hipótesis de si regiones de nuestros cerebros, en concreto las denominadas giro inferior frontal (GIF) derecho e izquierdo, podrían estar implicadas en el fenómeno de defensa de nuestras creencias positivas. Estudios previos habían sugerido que estas regiones bien pudieran ser importantes en este aspecto. Así, se comprobó que en individuos optimistas el GIF izquierdo funcionaba de manera descompensada relativa al derecho cuando se trataba de incorporar buenas noticias a sus creencias, pero era menos activo cuando se trataba de incorporar malas noticias. El optimismo puede ser debido, por consiguiente, a un defecto neurológico en el correcto funcionamiento de los GIFs, aunque los optimistas nunca lo creerán.

HIPÓTESIS MAGNÉTICAS

Para comprobar si este era en realidad el caso, los investigadores trataron de modificar la actividad de los GIFs mediante lo que denominan “intervención causal”, es decir, una modificación que puede causar un efecto respecto a la facilidad de incorporar ideas desagradables. Un tipo de intervención causal sería, por ejemplo, extirpar o dañar a algunos voluntarios el GIF izquierdo y comprobar si esto afecta a su optimismo. Este tipo de estudios, es obvio, se enfrenta (además de a graves problemas éticos) al serio problema de la falta de voluntarios. Ni los más optimistas se atreverían.

Afortunadamente, la tecnología de hoy puede ayudarnos a intervenir sobre el cerebro a distancia y sin tocarlo, como hace la televisión, pero de manera científica y controlada. La actividad de las regiones cerebrales puede modularse a distancia mediante la aplicación de campos magnéticos, lo que se denomina estimulación magnética transcraneal.

Utilizando esta tecnología, los investigadores analizaron la facilidad para aceptar ideas negativas cuando reducía mediante campos magnéticos la actividad del GIF izquierdo, la del derecho, o la de una zona neutra. Los resultados, publicados en la revista Proceedings (PNAS), indicaron que los sujetos mejoraron su capacidad para aceptar malas noticias cuando los campos magnéticos disminuían la actividad del GIF izquierdo, pero no la del derecho. No puedo dejar de asombrarme frente al hecho de que estos resultados muestran, por primera vez en la Historia, que la objetividad es posible en cerebros humanos debidamente manipulados. Es, sin duda, una buena razón para el optimismo y la fe en la especie humana y en su futuro ¿No cree?

OBRAS DE JORGE LABORDA.

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