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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

Obesos a destiempo

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Cuándo comes lo que comes puede afectar a tu peso

Quién sepa que existen otros deportes además del fútbol tal vez conozca que el sumo no es sólo un pontífice, sino un deporte de lucha japonés que consiste en expulsar al oponente a empujones fuera de un círculo de varios metros de diámetro. La habilidad y, sobre todo, la fuerza y la masa corporal son imprescindibles para tener éxito en esta actividad. Por esta razón, además de por seguir antiguas tradiciones, los luchadores profesionales de sumo mantienen un estricto régimen alimenticio en el que ingieren una única y copiosa comida al día. Este régimen parece estimular la ganancia de peso, necesaria para la victoria.

Esta modalidad de alimentación se basa en la idea de que ingerir el mismo número de calorías en varias comidas no resulta tan eficaz para engordar como engullirlas todas de golpe. La obesidad de los luchadores de sumo no dependería solo de la cantidad de alimentos que comen, sino también de cómo y cuándo los comen.

A pesar de lo anterior, el creciente problema de obesidad que sufre el mundo desarrollado ha sido, en general, exclusivamente atribuido a la ingesta de un excesivo número de calorías. Sin embargo, los experimentos que estudian los efectos de dietas ricas en calorías sobre la obesidad, en los que se permite comer a animales laboratorio lo que deseen y cuando lo deseen, normalmente rompen el ritmo normal de su alimentación, lo que entra en conflicto con los naturales ritmos circadianos y podría afectar al desarrollo de la obesidad al igual que el exceso de calorías. Hasta ahora, estos experimentos no habían abordado la cuestión de si una idéntica cantidad de calorías, ingeridas en distintos momentos a lo largo del día, contribuye o no a la ganancia de peso.

RATONES VAN DE CENA

Para intentar averiguarlo, un grupo de investigadores de la universidad de California, en EE.UU., ha llevado a cabo un interesante y simple experimento con ratones de laboratorio, que publican en la prestigiosa revista Cell Metabolism. Los ratones fueron divididos en dos grupos. Al primer grupo se le administró una dieta rica en calorías, la cual podían comer sin restricciones en cualquier momento del día o de la noche. Al segundo grupo se el administro la misma dieta, pero solo se les permitió comer durante ocho horas diarias, en realidad, durante ocho horas nocturnas, ya que la noche es el principal periodo de actividad de los ratones.

Lo primero que los investigadores constataron fue que a pesar de la restricción impuesta al segundo grupo, este ingería el mismo número de calorías que el primero, es decir, durante las ocho horas nocturnas estos animales comían mucho más frecuentemente que los primeros. Sin embargo, esta diferente forma de ingerir el mismo número de calorías acarreaba muy diferentes consecuencias respecto a la obesidad y al perfil metabólico de los animales.

Al contrario de lo que sucede con los luchadores de sumo, la ingesta restringida a las ocho horas nocturnas se asoció a un menor desarrollo de obesidad en los ratones. Por otra parte, los niveles de algunas hormonas metabólicas clave difirieron también entre los dos grupos de animales. El grupo restringido a comer solamente por la noche mostró menores niveles de insulina, lo que se asoció a una mejor tolerancia a la glucosa. Este grupo también mostró menor resistencia a la hormona leptina, producida por el tejido adiposo y muy importante para controlar adecuadamente el apetito. La patología hepática, en particular el desarrollo de hígado graso, fue también menor, como fueron igualmente menores las patologías relacionadas con procesos inflamatorios, que pueden afectar al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como la arteroesclerosis.

SIN PERDER EL RITMO

El análisis de los ritmos circadianos de ambos grupos de animales también reveló algunas sorpresas. Los animales que podían comer sin limitación de tiempo mostraron ritmos circadianos poco pronunciados, con escasa diferencia entre el día y la noche. Esto, sin embargo, no sucedió en el grupo de animales con tiempo de ingesta restringido al horario nocturno, que mostraron ritmos circadianos más pronunciados. La amplitud de los ritmos circadianos estuvo, además, asociada a cambios en el funcionamiento de importantes genes que controlan el metabolismo, y por tanto, gestionan el consumo energético.

Los investigadores no tienen aún respuestas para todas las preguntas que este estudio suscita, en particular, por qué el funcionamiento de los genes se ve afectado por el tiempo y forma de la ingesta calórica. Especulan con la idea de que es necesario un periodo de ayuno para inducir el funcionamiento correcto de algunos genes que regulan el gasto y almacenamiento de energía, pero la manera en que eso sucede es un completo misterio.

En todo caso, estos estudios indican que para evitar la obesidad no solo es importante limitar la ingesta de calorías, sino también comer en los momentos más adecuados del día, que posiblemente coincidan con los de las principales comidas, aunque esto está por determinar. Estudios realizados con voluntarios serán necesarios para averiguar con precisión en el ser humano cuándo es más adecuado comer para engordar lo menos posible, aun ingiriendo la misma cantidad de calorías, lo que, sin duda, hará la vida un poco más agradable a muchas personas.

OBRAS DE JORGE LABORDA.

Una Luna, una civilización. Por qué la Luna nos dice que estamos solos en el Universo

One Moon one civilization why the Moon tells us we are alone in the universe

Adenio Fidelio

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