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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

La hormona del amor masculino

La hormona del amor masculino - podcast Quilo de Ciencia - Cienciaes.com

Las diversas culturas humanas han dedicado mucho esfuerzo a separar debidamente el amor del sexo: el amor es propio del alma; el sexo, de los cuerpos. Sin embargo, desde el punto de vista de la ciencia, las capacidades éticas, morales e intelectuales de los seres humanos dependen exclusivamente de su biología, y pueden ser explicadas por ella. Entre estas capacidades se encuentra también, menos mal, la capacidad de amar.

El amor es, probablemente, el sentimiento más valorado a lo largo de la Historia, e innumerables obras de la literatura y el arte, en particular el séptimo de ellos, tal vez no existieran sin el amor. ¿Qué sería, si no, Don Quijote sin su Dulcinea; Romeo sin su Julieta? A pesar de la innegable importancia del amor, sorprendentemente no se conoce demasiado sobre su base biológica. ¿Qué es lo que permite que nos enamoremos y guardemos fidelidad a nuestra pareja… al menos por unos meses?

La biología de la formación y mantenimiento de parejas sí se ha investigado en algunas especies de mamíferos, en particular en un pequeño roedor llamado campañol de campo (Microtus ochrogaster). En estos roedores se genera un fuerte lazo de unión entre macho y hembra gracias a la liberación en el cerebro de dos hormonas en el momento del acto sexual. Estas dos hormonas son la oxitocina y la vasopresina, las cuales afectan al funcionamiento de los centros cerebrales del placer y consiguen así que la pareja se guarde fidelidad durante toda su vida, una fidelidad que depende exclusivamente de la correcta acción hormonal.

Por el contrario, en otra especie cercana de campañol, las hormonas anteriores, debido probablemente a diferencias genéticas entre ambas especies, no afectan de la misma manera a dichos centros del placer, y las parejas de esos roedores son inestables, y su comportamiento sexual infiel y promiscuo.

El estudio por resonancia magnética funcional del cerebro humano, técnica con la cual se puede identificar a las regiones del mismo que se activan cuando sentimos, pensamos o realizamos una tarea intelectual, ha revelado que cuando contemplamos una fotografía del rostro de nuestra pareja amada, en nuestros cerebros se activan las mismas regiones que se activan en los cerebros de los campañoles fieles a su pareja. Podría suceder, por tanto, que las mismas hormonas que funcionan en los roedores para inducir fidelidad lo hagan también en el ser humano. En este sentido, se ha confirmado en diversos estudios que la oxitocina ejerce un efecto social en las personas, y su concentración en sangre se eleva en respuesta a experiencias amistosas, como abrazos, besos, masajes y orgasmos (experiencia, sin duda, amistosa donde las haya). En consonancia con esto, los niveles de oxitocina en sangre de las parejas de enamorados son superiores a los de las personas solteras.

SPRAY DEL AMOR

Otros estudios han revelado que si se administra a los hombres oxitocina por medio de un vaporizador intranasal, estos clasifican como más bellos los mismos rostros femeninos que les parecían más feos antes de recibir la dosis de la hormona. La belleza de una puede depender de la oxitocina en sangre del otro ¿quien lo hubiera pensado?

Igualmente, la administración de oxitocina facilita la comunicación positiva con la pareja en caso de conflicto y tal vez pueda contribuir a mantener la fidelidad conyugal a los hombres, al ayudarles a guardar mayor distancia de otras mujeres atractivas, como ha revelado asimismo un interesante estudio realizado el pasado año.

Frente a estos datos, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bonn, en Alemania, se propusieron estudiar si podría ser cierta la hipótesis de que la oxitocina refuerza en los hombres las uniones románticas, al aumentar el atractivo y la excitación evocadas por fotografías de sus amadas mediante la activación de las zonas cerebrales asociadas con la percepción del placer.

Para comprobarlo, los investigadores estudiaron por resonancia magnética funcional la actividad de los cerebros de 20 hombres, presuntamente enamorados de sus parejas, mientras contemplaban fotografías de sus amadas y de otras mujeres desconocidas para ellos, pero de belleza comparable (de acuerdo a la evaluación objetiva de la misma realizada por un jurado independiente de 10 hombres, supuestamente no enamorados de las mujeres mostradas en las fotografías). Otro grupo de 20 hombres fue estudiado mientras contemplaba las fotografías de sus amadas o de otras mujeres conocidas para ellos.

Los 40 hombres manifestaron, se supone que con la sinceridad del enamorado, que sus parejas eran las más atractivas de entre todas las mujeres que aparecían en las fotos, pero los hombres que recibieron un spray nasal de oxitocina fueron los que más bellas vieron a sus parejas, comparados con hombres que solo recibieron placebo. Este incremento de la belleza percibida sucedió solo con sus parejas, pero no con otras mujeres, conocidas o no.

La actividad cerebral de los centros del placer de estos sujetos se vio aumentada de manera coherente con la percepción de la belleza inducida por la oxitocina. Los investigadores, que publican estos amorosos resultados en la revista Proceedings, concluyen que la oxitocina contribuye a fortalecer las relaciones de pareja al favorecer que los hombres activen sus cerebros para creer que su pareja es más atractiva que otras mujeres. El desarrollo de un sistema hormonal y cerebral que favorece guardar devoción a la pareja pudo permitir durante nuestra evolución el nacimiento de la familia, una institución que dependería, por tanto, del correcto funcionamiento hormonal masculino. La controversia está servida.

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