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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

El increíble piojo sumergible.

Piojo sumergible - Quilo de Ciencia podcast - CienciaEs.com

Cuando hablamos de animales de compañía, rara vez pensamos en los piojos. Sin embargo, estos fieles chupasangres nos han acompañado desde el momento mismo en que los seres humanos aparecimos sobre la Tierra.
Se han identificado alrededor de cinco mil especies de piojos, todos ellos parásitos obligados, es decir, forzados a vivir en todo momento de su miserable existencia adosados a la piel de algún animal de sangre caliente. Más de 4.000 especies de piojos viven infestando a las aves. No hay, al parecer, especie de ave que se libre de ello. Sí, los pingüinos también tienen piojos. Nada menos que quince especies diferentes son capaces de infestarlos.

Unas 800 especies de piojos infestan a los mamíferos. En este caso sí hay algunos a los que los piojos dejan tranquilos, entre los que se encuentran los monotremas (ornitorrincos y equidnas, que viven en Australia), los pangolines y los murciélagos.

Los seres humanos contamos con tres tipos de piojos: el piojo de la cabeza, el piojo corporal y la ladilla, o piojo púbico. El piojo de la cabeza nos acompaña desde antes de que humanos y chimpancés iniciaran caminos evolutivos diferentes, a partir de su ancestro común, hace al menos siete millones de años. Curiosamente, el piojo corporal parece ser exclusivo del ser humano. Este piojo es, en realidad, una subespecie del piojo de la cabeza e inicia su evolución desde el momento en que el ser humano comienza a cubrir su cuerpo con pieles o ropa, lo que le permite colonizarlo.

Los estudios genéticos realizados con piojos de cuerpo y cabeza han permitido así descubrir que el ser humano se viene cubriendo el cuerpo desde hace unos 80.000 años, como poco, puede que incluso decenas de miles de años más. En todo caso, estos estudios indican con claridad que el Homo sapiens ya se vestía miles de años antes de que abandonara África y colonizara el planeta entero.
La historia del piojo púbico es diferente. Este no parece provenir de los otros dos, sino que los humanos lo adquirimos hace unos 3 o 4 millones de años a partir de un piojo del gorila. No es conocido, ni oso imaginar, cómo pudo suceder esta adquisición, pero me viene a la mente una canción del pasado siglo, del cantautor francés George Brassens, titulada gare au gorille, de la que se han producido varias versiones en español. La canción versa sobre las aventuras de un gorila que se escapa del zoo y, si la escuchas con atención, estoy seguro de que te proporcionará algunas interesantes pistas.

Condenados a evolucionar juntos.

Sea como sea, al igual que los piojos de cabeza y cuerpo, una vez adquirido desde el gorila, el piojo púbico comienza una evolución conjunta con nosotros. Esta es una de las características más importantes de estas especies de insectos. A lo largo de su evolución los piojos han debido adaptarse a las condiciones de vida particulares de las especies que parasitan y han debido evolucionar juntamente con estas cuando esas condiciones cambiaban.

Esta evolución conjunta resulta muy evidente en el caso de los piojos que parasitan a los mamíferos marinos. Aunque los pingüinos también tienen piojos, estas aves no se sumergen a las enormes profundidades, ni por los prolongados tiempos, que lo hacen ciertas especies de focas, leones y elefantes marinos. Estos últimos animales pueden sumergirse hasta los dos mil metros de profundidad. ¿Cómo se han adaptado los piojos de los mamíferos marinos a su modo de vida?

Esta cuestión no era del todo conocida. Se han considerado varias posibilidades. La primera es que los piojos de estos animales mueren cuando se sumergen a altas profundidades. Para sobrevivir, los piojos de estas especies quizá hayan podido adaptarse para reproducirse con rapidez y pasar rápidamente de unos animales a otros antes de morir ahogados. Al fin y al cabo, solo los animales marinos adultos más fuertes se sumergen a grandes profundidades; los animales jóvenes no lo hacen. Otra posibilidad es que los piojos abandonen sus anfitriones cuando estos se sumergen y puedan sobrevivir lo suficiente en el océano para parasitar a otro animal cercano.

Aún otra posibilidad, sin embargo, es que los piojos de los mamíferos marinos hayan sufrido adaptaciones que les permitan sobrevivir sumergidos por largos periodos y en condiciones de elevadísimas presiones. Recordemos que la presión atmosférica se duplica por cada 10 metros de profundidad en el agua de mar, por lo que una profundidad de 2.000 metros supone una presión de alrededor de 200 atmósferas.

Un grupo de investigadores argentinos realiza ahora una serie de interesantes experimentos para intentar averiguar qué tipo de adaptaciones han adquirido las especies de piojos de los mamíferos marinos. En ellos, utilizando un aparato hidrostático, someten a varios especímenes de piojos, separados de la piel de cachorros de elefantes marinos, a presiones de 80 a 200 atmósferas y ausencia de oxígeno, sumergidos en agua de mar. Los piojos fueron sometidos igualmente a cambios bruscos de presión, como los que suceden cuando los animales marinos se sumergen rápidamente o suben con rapidez a la superficie.
Los resultados de estos experimentos son claros. Los piojos adultos, y también las ninfas de estos insectos, es decir, insectos aún inmaduros en proceso de conversión en adultos, son capaces de soportar presiones de hasta 200 atmósferas sin morir aplastados, ni ahogados. Uno de estos piojos fue sometido por error a una presión de 450 atmósferas por varios minutos, y aun así sobrevivió. Igualmente, los piojos toleran cambios bruscos de presión. Estas altas presiones y cambios son tolerados de manera independiente, es decir, son adaptaciones autónomas que no dependen de la protección que de algún modo pudieran recibir de la piel de su hospedador.

Por el momento, los autores solo pueden especular sobre las razones de tan sorprendentes propiedades de los piojos marinos. Mencionan tres: La presencia de pequeñas escamas en estos piojos, que podrían proporcionar resistencia mecánica al aplastamiento, la capacidad de frenar su metabolismo para reducir el consumo de oxígeno, y la capacidad de absorber oxígeno del agua de mar. Serán necesarios nuevos estudios para determinar con exactitud el papel de estas potenciales adaptaciones, así como los genes responsables de las mismas.

Referencia: Maria Soledad Leonardi et al (2020). Under pressure: the extraordinary survival of seal lice in the depth of the sea. Journal of Experimental Biology. https://jeb.biologists.org/content/early/2020/07/16/jeb.226811

Más información en el Blog de Jorge Laborda.

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