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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

De los vinos. Los taninos.

Vinos y taninos. - Quilo de Ciencia podcast - CienciaEs.com

En esta ocasión te ofrezco una nueva entrega de El Quilo de mi Profe, Miguel Pocoví Mieras.

¿A qué se debe la sequedad y rugosidad que notamos en la boca y en la garganta al beber un vino? Es consecuencia de una propiedad organoléptica que poseen determinadas sustancias denominada astringencia. La astringencia está relacionada con el sentido del tacto y no debemos confundirla con el gusto amargo, puesto que no es un gusto, sino una sensación en la boca de sequedad, aspereza y rugosidad.

Los taninos junto con los antocianos son las moléculas que mayor influencia tienen sobre la astringencia del vino. Simplificando, podríamos decir que los taninos son los que aportan mayoritariamente la astringencia y los antocianos el color, pero en realidad no es tan sencillo, ya que las transformaciones que sufren estas moléculas, las que adquieren en la barrica, los cambios en el pH, la temperatura y sus interrelaciones con otros componentes del vino, van a ser determinantes en el sabor del vino cuando nos llega a la copa. Veamos lo que son los taninos.

La significado del término tanino es controvertido, unos sostienen que procede del vocablo celta “tan”, que significa roble, en cambio otros creen, que al ser las sustancias que utilizaban para transformar las pieles de animales en cuero, deriva de la palabra curtidor, del inglés, “tanner”; o del francés “tanneur”. Probablemente, esta segunda procedencia sea la más lógica, ya que el primero que utilizó el término tanino fue el químico y empresario francés, Armand Séguin, en 1797 para designar el componente químico de la nuez de agalla, capaz de transformar la piel fresca de los animales en cuero imputrescible e impermeable. Las nueces de agalla, en realidad, no son nueces, sino excrecencias de tipo tumoral que aparecen en las ramas u hojas de algunas plantas, en particular en el roble, en respuesta al ataque de un parásito o agente infeccioso. Actualmente tanino es un término genérico que incluye a un gran número de moléculas que poseen la característica común de presentar la capacidad de unirse a las proteínas.

Desde hace siglos los taninos se vienen utilizando en el curtido, gracias a la propiedad que tienen de coagular las proteínas de colágeno presentes en las pieles, uniéndolas entre sí; haciendo que estas sean más resistentes a la putrefacción, al ataque de microorganismos y al efecto del calor. Algo parecido al curtido con taninos ocurre cuando degustamos un vino rico en estos compuestos. La aspereza que nos producen los taninos del vino proviene del hecho de que son sustancias que se combinan con las proteínas. Nuestra lengua está continuamente lubricada por la saliva y protegida por una proteína de esta denominada mucina que al combinarse con los taninos del vino precipita y al tragar es arrastrada, la lengua queda sin protección y nos deja la boca rasposa, seca y con una sensación de estar lamiendo terciopelo, sensación que denominamos astringencia.

Cuando degustamos un vino, durante el primer trago, parte de los taninos se combinan con la mucina, pero si, acto seguido, damos un segundo y un tercer trago, arrastraremos toda la mucina gracias a sus taninos; será en el cuarto, si dejamos que el vino permanezca en boca, el momento en que notaremos la astringencia del vino en su plenitud. Esto es lo que se conoce como “la prueba del cuatro”, que nos permite descubrir la potencia de los taninos de un vino.

Relacionado con esta propiedad es el hecho de que el tamaño del sorbo afecta al sabor del vino, un sorbo pequeño nos producirá menos astringencia que uno grande, es decir, arrastrará menos mucina que uno más voluminoso. También el dicho popular, “que no te la den con queso”, tiene que ver, en parte, con la formación de aglomerados de las proteínas del queso con los taninos del vino, haciendo que afecten en menor medida a la mucina de la lengua, produciéndonos una sensación más suave en boca, es decir, con menor astringencia.

Los taninos son producidos por las plantas como defensa natural, desempeñan la función de herbivorismo, es decir, de defensa y protección de los tejidos de las plantas al ataque de insectos, bacterias u hongos. Las nueces de agalla son muy ricas en estos compuestos de defensa de las plantas frente a las infecciones. En los racimos de uva los taninos se encuentran el en raspón (o escobajo) y en la bayas de la uva (o granos) donde se localizan principalmente en las semillas y en el hollejo (o piel), aunque también en muy pequeña cantidad en la pulpa. Los taninos en el hollejo aumentan durante el periodo de maduración y una vez han alcanzado el máximo se mantienen constantes. En cambio, los taninos de las semillas descienden después del envero (o fase de maduración de la uva cuando cambia de color).

Los taninos de la uva y vinos engloban una variada composición, y su color varía desde el amarillo hasta el castaño oscuro. En el vino, los taninos tienden a unirse unos con otros formando largas estructuras, que cuando contienen unas pocas unidades similares repetidas denominamos oligómeros y cuando son muchas, polímeros. En líneas generales, podemos decir que los taninos simples, es decir, los que están sin combinar, son los más amargos y astringentes, mientras que, durante el envejecimiento del vino, se forman estas estructuras (oligómeros y polímeros) que han perdido capacidad de unirse a proteínas, por lo tanto, disminuye su astringencia y decimos que el vino se suaviza. Por otra parte, la forma en que los taninos se unen entre sí, durante el envejecimiento de un vino, va a determinar también la astringencia, que dependerá de la disponibilidad de oxígeno y temperatura:

- En ausencia de oxígeno y a temperatura elevada se produce una unión, o polimerización, de los taninos de forma homogénea y ordenada denominada polimerización lineal. Estos compuestos son de color amarillo, pudiendo precipitar en función de su complejidad, aunque continúan presentando casi las mismas propiedades de astringencia que un tanino sin polimerizar.

- A baja temperatura y en presencia de oxígeno, una pequeña parte del alcohol del vino, el etanol, se oxida y forma etanal (o acetaldehído), sustancia capaz de unir moléculas de taninos, causando una polimerización heterogénea o desordenada, conocida como polimerización cruzada. Este tipo de compuestos son amarillos, pero disponen de poca capacidad de unir proteínas por lo que su astringencia se ve muy atenuada. Estos taninos son los que participan en las sensaciones que se denominan “volumen en boca”.

Por lo tanto, según el tamaño de los poros de roble de la barrica, se conseguirá una mayor o menor oxigenación del vino, que en dependencia de la temperatura durante en envejecimiento va a ser determinante en la mayor o menor astringencia que alcance en la boca.

Aparte de los taninos procedentes de la uva, durante el proceso de envejecimiento, cuando el vino permanece en la barrica, la madera le cede sus propios taninos y estos, con el tiempo, se irán combinando con los del vino. La madera de las barricas contiene principalmente los taninos denominados elágicos y gálicos (del griego «ελαιας» (elaias) que significa aceite y de las agallas, respectivamente). Bajo el punto de vista de la contribución organoléptica, los taninos gálicos presentan sabor amargo, son muy astringentes, mientras que los taninos elágicos también participan en la sensación de astringencia aunque en menor medida, pero un gran exceso puede producir efectos negativos al marcar excesivamente el vino, lo que se denomina “sabor a tablón”.

Los taninos son muy abundantes en las nueces de agallas, el grosellero de la India, la madera de castaño y, por supuesto, en el roble. La especie de roble, su origen geográfico, climatología, edad, el manejo forestal de los árboles, la transformación de la madera en toneles como son la forma del corte de las duelas, el tipo y duración de secado y el tostado, van a determinar en gran medida la clase y cantidad de taninos que aporten al vino. Aunque hay mucha variabilidad, transformaciones y combinaciones entre antocianos y taninos, en líneas generales podemos decir que, el roble americano, Quercus alba, contiene taninos mayoritariamente gálicos que son poco dulces y muy astringentes. Mientras el roble francés aporta taninos elágicos, que tienen una astringencia suave y son más dulces, El roble, Quercus petraea, procedente de los bosques del centro de Francia posee una concentración de taninos elágicos que supera entre 3 y 5 veces a la del americano.

Al igual que el color, el sabor y en particular la astringencia de un vino es difícil de precisar con solo conocer la composición en taninos ya que un vino contiene unos 800 compuestos distintos. Resumiendo, podemos afirmar que, durante la crianza en barrica, se producen fenómenos de oxidación de los taninos que se van transformando y combinando, de tal forma que la sensación inicial de aspereza de un vino joven se va transformando en una sensación aterciopelada y decimos que “va ganando redondez”. Este fenómeno dependerá de las características de cada vino, del tipo de barrica, temperatura y tiempo de envejecimiento.

La valoración de la astringencia de un vino difiere entre los catadores, algunos los prefieren intensos y otros consideran que una astringencia desmedida es un atributo negativo para el vino. Probablemente la característica más importante de un vino, desde el punto de vista organoléptico, sea el equilibrio entre la astringencia, la acidez y el dulzor.

Para finalizar, conviene recordar que la elaboración de un buen vino sigue siendo un arte, que, “El vino es la única obra de arte que se puede beber” (Luis Fernando Olaverri), y como ocurre con toda obra de arte a unos entusiasma y a otros puede no gustar.

Miguel Pocoví (24-10-2022)


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