Ondas gravitacionales

A principios del año 2016, los científicos anunciaron que habían logrado captar lo que había sido una predicción escurridiza durante un siglo: la detección directa de ondas gravitacionales. Fue la culminación de un sueño acariciado por miles de investigadores de todo el mundo y hoy os invitamos a hacer un viaje imaginario desde el momento de la fusión de los dos agujeros negros, hace 1.300 millones de años, hasta el momento en el que la señal fue detectada por LIGO en la Tierra. La historia la contamos en dos partes. La primera parte es un reportaje en el que explicamos cómo se generaron los agujeros negros y cómo, tras su fusión, se produjo una perturbación en el tejido del espacio-tiempo que generó una onda gravitacional. Después seguimos el camino de la perturbación en paralelo con la historia evolutiva y del pensamiento humano en la Tierra. Explicamos el fenómeno con la ayuda de las palabras de Kip Thorne, uno de los padres del detector LIGO y Premio Nobel de Física en 2017.

La primera detección de ondas gravitacionales que por cierto supuso- la concesión del premio Nobel de Física de 2017 a Kip Thorne, Rainer Weiss, Barry C. Barish por su decisiva contribución al detector LIGO y por la observación de Ondas Gravitacionales. Pero en aquel acontecimiento, ya histórico, participaron en realidad miles de investigadores de todo el mundo, de hecho, cientos de ellos firmaban la comunicación de aquella primera detección. Y digo bien al decir “primera” porque no ha sido la única, a estas alturas se han detectado ya al menos 6 más y el campo promete nuevas sorpresas en el futuro. Entre los investigadores que participaron en el descubrimiento había muchos estudiantes de doctorado y posdoctorado que vivieron aquellos momentos de una manera especial. Hoy le damos la palabra a uno de ellos para que nos cuente su experiencia. Entrevistamos a Juan Calderón Bustillo, natural Silleda, Pontevedra, en aquellos tiempos estudiante de doctorado en el grupo de Relatividad y Gravitación de la Universidad de las Islas Baleares y actualmente investigador posdoctoral en el Georgia Insitute of technology de Atlanta,en Estados Unidos.

Un Mar de Microondas

Astronomía al Aire, en su colaboración habitual con el programa, ofrece este capítulo en el que cuenta la historia de las primeras detecciones de la radiación de fondo de Microondas, el eco del Big Bang.

Las madres y los inicios del lenguaje y la música.

“Con seguridad las madres ancestrales tuvieron mucho que ver con los inicios del lenguaje, pues en la necesidad de alimentar, abrigar y calmar a la cría desvalida debieron inventar sonidos protectores que establecerían un estrecho vínculo con ella. Los bebés chimpancés, al fin y al cabo, pueden trepar por el cuerpo peludo de sus madres y alimentarse a gusto y encontrar abrigo cuando lo necesitan, pero los incapaces bebés humanos no tienen esas habilidades ni destrezas.” Así comienza uno de los capítulos que la bióloga y genetista Josefina Cano, autora del podcast Cierta Ciencia, incluye en su libro Viaje al centro del cerebro. Historias para jóvenes de todas las edades editado por Planeta. Hoy hablamos con ella del libro y de su contenido.

¿Por qué bostezamos? (Pregunta de un oyente).

Los músculos están formados por haces de células alargadas que tienen entre una décima y una centésima de milímetro de diámetro y que pueden alcanzar varios centímetros de largo. Estas células se agrupan en paquetes de centenares de miles que forman los músculos. Cuando contraemos un músculo entran en funcionamiento unas moléculas muy largas que son de dos clases, una llamada miosina y otra llamada actina. Estas moléculas tienen una forma irregular, con unos salientes que se enganchan entre sí, como lo harían las dos partes de una cremallera, provocando una contracción muy fuerte gracias a la cual podemos realizar un trabajo con los músculos. Cuando el músculo se relaja, las moléculas se desenganchan y la tensión se libera. Lo que sucede normalmente es que no todas las moléculas de miosina y actina se liberan totalmente después de cada contracción, suelen quedar zonas enganchadas que con el tiempo van creando una tensión y rigidez en los músculos que se va acumulando poco a poco. Cuando los músculos no se mueven durante mucho tiempo, como sucede durante un descanso prolongado, o cuando dormimos, buscamos posiciones cómodas y muchos de nuestros músculos están contraídos. La tensión residual acaba acortándolos y el cuerpo ha ideado una forma natural de estirarlos: desperezarse. La momentánea liberación de la tensión muscular acumulada es muy relajante, por eso nos gusta. Los deportistas saben muy bien que, al comenzar y terminar periodos de grandes esfuerzos, especialmente en deportes de fondo en los que se exige contracciones continuas durante largo tiempo, es conveniente estirar los músculos para liberar las fibras y rebajar la tensión acumulada. Así que… nos te reprimas, desperézate que es bueno.