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Ciencia EXtrema

Desde la atalaya tranquila de nuestro planeta templado y acogedor, José María Campos Cánovas y Daniel Iván Reyes nos invitan a un viaje fascinante. En su compañía observaremos los fenómenos más extraordinarios del Cosmos: visitaremos las estrellas más masivas, los cuerpos más veloces, los lugares más fríos o calientes y los mundos más extraordinarios y diminutos. Ante nuestros frágiles ojos se abre un Universo que bate todos los récords.

La guerra de los mundos II

La guerra de los mundos II - Ciencia Extrema Podcast - CienciaEs.com

La pandemia de gripe A

En el año 2009 fui testigo de una enfermedad epidémica que se expandió a casi todo el planeta y que tuvo su origen aquí, en los países del norte de América. En la primavera del 2009, La gripe A (H1N1) nos tomaba por sorpresa. En breve hubo cientos de pacientes que perdían rápidamente la vida tras ser infectados por algo que parecía ser un “simple” resfrío. Al principio, la incredulidad y la ignorancia nos hacían minimizar el problema, hasta que falleció algún conocido o familiar. Todos los días los noticieros informaban de muertes por la pandemia en los hospitales de mi cuidad. Aquellos que yo conozco y he visitado. ¡La pandemia era real!

En diversos lugares se pidió no saludar de mano a otras personas y mucho menos saludar con un beso u abrazo (algo sumamente común en mi país). Algunas personas salían con cubrebocas a las calles y todos nos lavábamos las manos constantemente para tratar de eliminar el virus de ellas en caso de haberlo contraído. Fueron días de mucha tensión y temor, se suspendieron clases, reuniones en las iglesias y todos los eventos masivos como conciertos, obras de teatro, cines y todo aquello que implicara aglomeraciones mientras que México y el mundo intentaba contener la pandemia.

14 meses después y después de haberle dado la vuelta al mundo, para agosto del 2010 la OMS anunció el fin de la pandemia. Tuvo una mortalidad baja, en contraste con su amplia distribución, dejando tras de sí unas 19.000 víctimas mortales.

Para que un evento de este tipo suceda, deben conjugarse diversos factores y es por ello que de tiempo en tiempo, el equilibrio se rompe, los factores se alinean y el brote surge. Y es que habitamos en ecosistemas vivos y sumamente sensibles a los cambios.

Es ya conocido por muchos, el interesante caso de la reintroducción de los lobos en el parque nacional Yellow Stone, los cuales realinearon la cadena alimenticia y como resultado indirecto, los causes de los ríos cambiaron. Y es que la naturaleza ha alcanzado un equilibrio tan perfecto que cuando se pone en riesgo reacciona con tanta violencia que ya en ocasiones anteriores, ha despertado su ira contra la humanidad, arrasándola y poniendo en riesgo su permanencia en este planeta.

La Peste Negra y los gatos

Esto fue precisamente lo que sucedió a finales de la edad media, cuando el equilibrio de la naturaleza se rompió y dio origen a una terrible pandemia. Me refiero a la peste negra o peste bubónica, la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Europa en el siglo XIV matando a un tercio de la población continental o quizá poco más.

La teoría aceptada sobre el origen de la peste explica que fue un brote infeccioso causado por Yersinia pestis. Una de las bacterias más letales que existen.

Ahora bien, en el capítulo anterior de Ciencia Extrema, denominado “La guerra de los mundos” hablamos de la sorprendente capacidad de las bacterias para reproducirse e infectarnos, llegando a formar grupos de billones en un solo día partiendo de una sola bacteria.

Pues bien, hoy quiero hablarles de otro aspecto igual de importante en esta guerra que libramos contra las bacterias. Al conocerlo, llegaremos a comprender otra faceta más de nuestro entorno y de su naturaleza extrema.

La peste es una enfermedad natural de los roedores, siendo las ratas el principal reservorio de la enfermedad. Tras ser infectadas, la mayoría de las ratas mueren, pero un pequeño porcentaje sobrevive, quedando como portadoras de Y. pestis.

El proceso sucede así: Las ratas son infectadas a través de una pulga de rata (Xenopsylla cheopis). La pulga absorbe la sangre de un animal infectado e ingiere a la vez células de Y. pestis, las cuales se multiplican en el intestino de la pulga y son transmitidas a otra rata en la siguiente picadura de la pulga. Luego la pulga llega a los humanos, los pica para beber su sangre y los infecta.
Así que se trató de una pandemia provocada por roedores y sus pulgas.

Unas pocas décadas antes de esta pandemia, Los hermanos Grimm, en su cuento El Flautista de Hamelin, cuentan que en el año 1284 la ciudad de Hamelín en Alemania, estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas. Terminando con ello a tan desagradable plaga.

Pero es que una plaga así va más allá de lo desagradable. Los roedores son transportadores de enfermedades infecciones que afectan a los humanos y esto fue lo que sucedió en Europa en el siglo XIV. Supongo que una mortandad de tales magnitudes es inimaginable. Así que cuando pienso en esta pandemia, me lamento de no tener forma de enviar un mensaje al pasado y advertirles que se podría contener muy fácilmente. Si el problema lo generan los roedores llevemos gatos. Detengamos la pandemia con gatos. Que cada casa tenga uno o varios gatos. Así de simple podría evitarse la pandemia. Pero, si siempre han existido roedores y pulgas, ¿cómo es que de pronto surgió una pandemia tan fuerte? ¿Acaso no había gatos en Europa?

La respuesta es no. La razón por la cual la plaga de roedores se había extendido tanto es por la ausencia de gatos. El equilibrio natural que mantenía a los roedores a ralla a través de los gatos, se había roto. En la época, se creía que existían las brujas y que se transformaban en gatos, así que la gente los mataba para acabar con las brujas. Llegó a tal grado su persecución, que casi los exterminaron a todos. Entonces, los roedores proliferaron. No había Flautistas ni gatos que los controlaran y la hecatombe comenzó. Millones sucumbieron porque el hábitat había entrado en desequilibrio, la defaunación de los gatos, comenzó a cobrar un altísimo costo: Millones de vidas humanas.

Resistencia antibiótica

A menudo se oye decir que con nuestras prácticas industriales y hábitos de consumo estamos acabando con el planeta, pero en realidad estamos acabando con nosotros mismos. La tierra sobrevivirá, pero sus especies sí que están siendo amenazadas. Las especies se extinguen, los hábitats cambian y el planeta comienza a quejarse. Alguien comparó alegóricamente el calentamiento global con un cuerpo que padece fiebre para intentar eliminar la infección que lo está dañando. El planeta comienza a mostrar signos de fiebre y de continuar así, los que sufrirán las consecuencias serán los seres vivos que lo habitamos.

En esta guerra de los mundos que peleamos desde hace milenios humanos vs bacterias, tenemos unas cuantas décadas gozando del milagro de los antibióticos, no obstante, ya muchos de ellos han perdido su eficacia y ya se habla de estar entrando en el umbral de la era post antibiótica. De nuevo las personas podrían morir por infecciones debido a un fenómeno llamado “resistencia antibiótica”
Esto es lo que sucede: Las bacterias continuamente compiten entre sí por recursos y alimentos, fabricando sustancias químicas letales con las que se atacan entre sí. Luego, otras bacterias generan defensas contra esos ataques químicos. Cuando hicimos antibióticos por primera vez, tomamos esos compuestos y los usamos en contra de las bacterias. Ellas a su vez reaccionaban de la misma forma a nuestros ataques, de la misma manera que siempre lo han hecho cuando otra bacteria las atacan. Y desde entonces, esto es lo que ha sucedido:

La penicilina fue distribuida en 1943 y dos años después se detectaron bacterias resistentes a ella.

La Vancomicina llegó en 1972 y 16 años después ya existían bacterias resistentes a ella.

El antibiótico Imipemen llegó en 1985 y en 1998 la resistencia a él. Tan sólo 13 años después.

La Daptomicina se distribuyó en el 2003 y la resistencia a ella tan sólo un año después en el 2004.

Por 70 años hemos probado un antibiótico y luego de pocos años las bacterias descubren cómo protegerse de ellos. De nuevo surge otro antibiótico y de nuevo las bacterias contra atacan. Y ahora, esta era antibiótica parece estar llegando a su fin. Las bacterias generan resistencia a los antibióticos tan rápido como las compañías farmacéuticas inventan nuevos. Existen casos excepcionales en los cuales algunas bacterias han desarrollado multiresistencia para el 99% de los antibióticos disponibles en el mercado y aunque esperaríamos que fueran casos aislados, se estima que anualmente mueren unos 700,000 humanos por enfermedades infecciosas que no han podido ser tratadas eficientemente con antibióticos.

Actualmente nuestra vida moderna está sustentada por los antibióticos, si perdiéramos los antibióticos, no tan sólo perderíamos la cura a las enfermedades infecciosas, sino a múltiples tratamientos médicos que requieren de ellos para ser éxitos tales como trasplantes, cirugías, así como tratamientos que colocan objetos ajenos a nuestro cuerpo, entre muchos otros más.

Así que debemos retardar ese momento, no podemos permitir que la humanidad vuelva a estar bajo el dominio de las bacterias. Esta generación vive confiada sin pensar en los altos costos que otras generaciones pagaron para la supervivencia de la humanidad, sin considerar lo frágil que es nuestro hábitat y los altos costos de ignorarlos. Así que no se trata de enfocarnos sólo en las bacterias, sino también en nuestro hábitat pues es muy sensible a los cambios, tal y como quedó demostrado en el siglo XIV.

De continuar así, la humanidad podría retroceder a la época anterior al descubrimiento de los antibióticos y eso sería fatal. Recordemos que en esta guerra, no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio.

Yo ya experimente los efectos de una pandemia y no quiero vivir otra. Nuestro hábitat es sumamente sensible a los cambios y su forma de reaccionar cuando se rompe el equilibrio suele ser extrema. Debemos poner freno a la pérdida de diversidad biológica y no caer en una defaunación similar a la acontecida en la cacería de gatos.

Hoy en día, algunas regiones han dejado de vacunar a sus pobladores y de pronto regresan las infecciones con gran virulencia y altos costos en vidas humanos. Ante el amnésico colectivo, comenzamos a bajar la guardia y no debe ser así. Quien ignora la historia, está condenado a repetirla y es por ello que en este capítulo de ciencia Extrema, dedicamos este capítulo para recordar a nuestros oyentes, que seguimos en guerra, que no podemos minimizar las medidas de higiene, las vacunaciones o el uso adecuado de antibióticos. Es por todo ello que a mí, la forma de reaccionar de la naturaleza en el siglo XIV y en otros eventos similares, y la habilidad de las bacterias para generar resistencia a los antibióticos me parece naturaleza extrema, ¿A usted también le parece?


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