La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
Los tigres de dientes de sable del género Smilodon (“diente-cincel”) aparecieron hace unos dos millones y medio de años en América del Norte. La especie más antigua, Smilodon gracilis (“diente-cincel grácil”), pesaba entre 50 y 100 kilos, y vivió en Norteamérica hasta hace medio millón de años. Fue sustituido por Smilodon fatalis (“diente-cincel funesto”), que vivió desde hace un millón y medio hasta hace unos 12.000 años, y se extendió por el oeste de América del Sur; medía un metro de altura en la cruz y pesaba entre 150 y 300 kilos, más o menos como un tigre siberiano. Pero una especie aún mayor, Smilodon populator (“diente-cincel devastador”), apareció hace un millón de años en América del Sur, al este de los Andes.
Fue el paleontólogo danés Peter Wilhelm Lund quien, en 1841, describió la especie Smilodon populator a partir de los huesos fósiles que había descubierto en cuevas cercanas a la población de Lagoa Santa, en el sureste de Brasil. Es el mayor félido de dientes de sable que conocemos, con una altura en la cruz de 1,25 m., 2,6 metros de longitud y un peso estimado de entre 360 y 500 kilos.
Los caninos superiores, de treinta centímetros de longitud, sobresalen unos diecisiete centímetros de la mandíbula. Son curvos, con el borde posterior serrado. A diferencia de los caninos de los felinos actuales, que son cónicos, los de Smilodon son de sección oval, más largos que anchos, lo que los hace más frágiles; el impacto con un hueso podía romperlos. Así, el animal se había especializado en la caza de animales más grandes que él, con grandes partes blandas de las que alimentarse. Su técnica de caza también era diferente de la que usan los felinos actuales. Éstos estrangulan a su presa con un mordisco en el cuello, lo que conlleva una lucha de varios minutos. Esta lucha, en el caso de Smilodon, podría ser fatal para sus colmillos, así que el tigre de dientes de sable, con sus musculosas patas delanteras, inmoviliza primero el tronco y la cabeza de su presa y la degüella después, cortándole la tráquea y la yugular de una dentellada, con lo que la muerte es casi instantánea.
Se han encontrado huesos de Smilodon con lesiones curadas, lo que indica que el animal vivía en manadas, donde los adultos sanos cuidaban y alimentaban a los individuos heridos o enfermos.
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