La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
Los yacimientos de los esquistos de Burgess, en las Montañas Rocosas de Canadá, lleva más de un siglo suministrando nuevos ejemplares a los paleontólogos, y sorpresas al mundo de la ciencia. Estos yacimientos, donde se descubrieron los restos de Aysheaia y de Anomalocaris, de los que ya hemos hablado aquí, albergan una increíble colección de fósiles procedentes del periodo Cámbrico, hace más de 500 millones de años, en los que se han conservado incluso las partes blandas de los organismos que no suelen fosilizarse.
Uno de estos fósiles fue fotografiado en 1910 por el descubridor del yacimiento, el paleontólogo estadounidense Charles Doolittle Walcott, pero quedó en el olvido y no fue descrito hasta 1976, por el paleontólogo británico Simon Conway Morris, que le bautizó con el nombre de Nectocaris pteryx, que significa “camarón nadador con alas”. Se trataba de un pequeño animal que parecía una combinación imposible de una cabeza de artrópodo, el grupo al que pertenecen los insectos y los crustáceos, con un cuerpo de cordado, el grupo de los vertebrados. A lo largo de los años, varios paleontólogos propusieron diversas identidades para este extraño animal, pero el hecho de ser conocido por un solo ejemplar, incompleto y no demasiado bien conservado, dificultaba la tarea.
Hasta que, en 2010, Martin Smith y Jean-Bernard Caron, de la Universidad de Toronto, publicaron una nueva descripción basada en 91 nuevos ejemplares de la especie, descubiertos en el mismo yacimiento. Nectocaris es un pequeño animal nadador con alas, con aletas más exactamente, pero no es ni un camarón ni un cordado. Es el cefalópodo más antiguo que conocemos. Los nuevos ejemplares nos han permitido conocer mejor su aspecto: Nectocaris parece un pequeño calamar, de unos cuatro centímetros de longitud, aunque sólo tiene dos tentáculos, en lugar de los diez que tienen los calamares.
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