Hoy hablo de un tema vintage que verdaderamente importa a la mayoría nosotros y que tal vez nunca deje de estar de actualidad. Es un tema, además, que no he vuelto a tratar jamás desde la primera vez que lo traté. Se trata del empleo de la tecnología para la detección de la mentira. Seguro que la mayoría de vosotros, ya sé que tú no, pero los otros oyentes, habéis mentido alguna vez. Seguro también que te han mentido más de una vez. Si hubieras podido averiguar que ese alguien te mentía es posible que tu vida hoy fuera muy diferente. Si yo hubiera podido averiguarlo, sin duda que para mí lo habría sido.

Por otra parte, ahora, con las redes sociales, tenemos que hacer frente a una explosión de mentiras sociales. Los bulos y mentiras se extienden por nuestros móviles más rápidamente que cualquier virus.

¿Por qué existe la mentira? ¿Por qué esta sobrevive a pesar de nuestros esfuerzos de luchar contra ella?

El junio de 2001 abordaba este tema en este artículo

¿En qué situación se encuentra la tecnología anti-mentira hoy?

Y bien, creo que podemos comparar esta situación a la de la lucha contra el cáncer. A pesar de grandes avances tecnológicos, el cáncer sigue matando a muchas personas. Del mismo modo., pesar de ciertos avances, aunque no tan grandes como en el caso del cáncer, la mentira cotidiana sigue invadiendo nuestras vidas con mayor o menor intensidad. La mentira invade incluso el mundo de la ciencia, la actividad humana que más empeño pone en descubrir la verdad sobre la Naturaleza. Esta realidad es, en parte, un factor que hace cada vez más difícil la publicación de descubrimientos científicos. ¿Es el presunto descubrimiento cierto? La complejidad y exigencia del proceso de publicación científica no solo persigue evitar errores, sino evitar fraudes y mentiras, también en la ciencia. Terrible, ¿no es cierto?

La mayoría de las pruebas actuales realizadas con polígrafos aún siguen guardando la misma estructura básica que los primeros utilizados en los años 30 del siglo pasado. El ejecutor de la prueba pregunta una serie de cuestiones básicas para medir el estado fisiológico estándar de la persona que es examinada. La máquina transcribe estas medidas como una serie de líneas onduladas en un papel o una pantalla. Una vez establecido el estado base en el examinado, se realizan las preguntas de las que se desea conocer una respuesta veraz y se comprueba que las respuestas no están asociadas con cambios súbitos en los niveles, lo que indicaría, en principio, que el sujeto miente.

En las últimas décadas ha habido numeroso estudios que han cuestionado la validez de los resultados del polígrafo. Y es que hay mentirosos que no se ponen nerviosos y que incluso conocen trucos para engañar al polígrafo, y personas que no mienten, pero que se alteran frente a este tipo de pruebas y parece, por tanto, que mienten. En resumen, la propia prueba del polígrafo puede estar mintiéndonos.

Sin embargo, a falta de mejores medios, el polígrafo sigue siendo utilizado en muchas partes del mundo, con mas de 2,5 millones de pruebas realizadas cada año por parte, sobre todo, de agencias o instituciones que necesitan trabajadores fiables. Entre ellas podemos mencionar las agencias de inteligencia de numerosos países, que no son tan listas, de todos modos, como para desenmascarar a los mentirosos sin ayuda de dudosa tecnología. La industria del polígrafo mueve más de dos mil millones de dólares al año. Puede que se cace antes a un mentiroso que a un cojo, aunque esa afirmación es tal vez solo un desiderátum, pero no hay duda de lo que resulta más caro.

El software Truster, del que hablaba hace veinte años, parece haberse detenido en la versión 2.4, que se publicó en 2009. El programa puede descargarse de manera gratuita hoy. Yo no lo he hecho, no os miento, pero si tienes curiosidad, hazlo tú y cuéntanos tu experiencia. Amazon vende también un detector de mentiras portátil del mismo nombre, por el módico precio de 90 dólares. No sé si será verdad que pueda detectar mentiras. Desde luego, no estoy dispuesto a invertir 90 dólares en un artilugio que quizá te mienta.
En los últimos años, el polígrafo está siendo sustituido por tecnologías de inteligencia artificial más avanzadas y por artilugios portátiles, que supongo serán no obstante más sofisticados que el que vende Amazon. Estos nuevos equipos se basan en el análisis de la voz y de las expresiones faciales, incluso movimientos indetectables para el ojo humano, y pueden ser usados en aduanas y fronteras, en entrevistas de trabajo, para comprobar la credibilidad de reclamaciones a las compañías de seguros, o a la hora de conceder o no un préstamo a alguien, entre otras posibilidades. Sin embargo, estos ingenios distan aún un gran trecho para ser verdaderamente fiables.

Es posible que la capacidad de mentir, en el caso de algunas personas, sea de tal magnitud que sus mentiras no puedan ser detectadas ni por humanos ni por máquinas. Estos sujetos serán posiblemente los que sobrevivirán mejor en una sociedad en la que la tecnología hará que la mentira sea más difícil, pero espoleará mejores maneras de mentir y mejores maneras de evitar la detección de las mentiras. Es posible, por tanto, que empeñarse en detectar la mentira de manera cada vez más exigente no solo no acabe con ella, sino que espolee una carrera de armamentos evolutiva que genere mentiras y mentirosos cada vez más sofisticados. Puede que la verdad acabe por hacerse camino, pero es también posible que este camino sea cada vez más tortuoso y difícil por culpa de la tecnología anti-mentira. Habrá que seguir esperando para ver en qué acaba todo esto.

Jorge Laborda (08/07/2021)

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