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La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
Hace casi un siglo, en 1937, el paleontólogo británico Robert Broom describió un enorme primate, Dinopithecus, a partir de los restos fósiles encontrados en una cueva de Sudáfrica. Semejante a un babuino, era sin embargo más grande: se estima que las hembras pesaban una media de 31 kilos, mientras que los machos rondaban los 50 kilos, y algunos podían alcanzar los 77.
Los babuinos, junto con los mandriles, los macacos, los mangabeyes y el gelada, forman la tribu de los papioninos dentro de los catarrinos o monos del Viejo Mundo. Los papioninos son monos gregarios, generalmente omnívoros y diurnos, con un marcado dimorfismo sexual: los machos son más grandes y robustos que las hembras. Se caracterizan por la presencia de una callosidad isquiática, un engrosamiento de la piel de las nalgas que les permite sentarse cómodamente durante periodos prolongados; en algunas especies presenta vivos colores y sirve como señal de disponibilidad en el apareamiento. Tienen el hocico largo, con fuertes mandíbulas y largos caninos, más desarrollados en los machos. Los pulgares en las manos son oponibles. La cola es más corta que en otros monos.
Los babuinos son terrestres y viven en bosques, sabanas, praderas y desiertos en África y en el sur de la península Arábiga. Los macacos, que se alimentan principalmente de fruta, son más pequeños que los babuinos; se extienden por diversos hábitats de Eurasia y el norte de África, desde selvas tropicales hasta ciudades. Los mangabeyes son más esbeltos, y viven en los árboles, en selvas, bosques y sabanas arboladas de África. El gelada, que vive en las tierras altas de Etiopía y se alimenta principalmente de hierbas, se distingue de los babuinos por su hocico más corto y por la piel del pecho, de color rojizo. El mandril es el mayor de los papioninos vivientes; sus machos pueden pesar hasta 55 kilos. Vive en las selvas de África, y tiene el hocico ancho y estriado, adornado con colores vivos.
Dinopithecus vivió en África entre finales del Plioceno y principios del Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años. Sus restos fósiles se han encontrado en Sudáfrica y en Etiopía. El cráneo es similar al de los babuinos modernos, salvo por la ausencia de crestas óseas en la mandíbula superior y de fosas faciales, depresiones en los lados del hocico y en la mandíbula inferior. No se han encontrado huesos del tronco ni de las extremidades de Dinopithecus, así que no sabemos cual era su modo de locomoción. Sin embargo, dado su tamaño, era probablemente cuadrúpedo y pasaba gran parte del tiempo en el suelo. El análisis de los isótopos de carbono del esmalte de sus dientes muestra que consumía muy poca hierba en comparación con otros primates africanos. El microdesgaste de los molares es similar al del babuino amarillo, lo que sugiere una dieta muy diversa. La forma de los molares indica que prefería las frutas a las hojas.
Theropithecus brumpti y Theropithecus oswaldi son parientes extintos del gelada. El más antiguo, Theropithecus brumpti, vivió en Etiopía y Kenia en el Plioceno superior y el Pleistoceno inferior, hace entre 3,3 y 2 millones de años. Un macho encontrado en Kenia tenía un peso estimado de 44 kilos, más del doble que los machos de gelada. Era un animal cuadrúpedo con las manos muy hábiles. El hocico largo y musculoso sugiere que se alimentaba de vegetación dura y era capaz de romper grandes nueces. Vivía en bosques de ribera y probablemente pasaba la mayor parte del tiempo en el suelo.
Theropithecus oswaldi es más reciente, vivió hace un millón de años, entre el Pleistoceno inferior y el medio. Se alimentaba de plantas herbáceas. Sus restos se han encontrado por toda África: en Sudáfrica, Tanzania, Kenia, Etiopía, Argelia y Marruecos. Y también en España, en la Cueva Victoria de Cartagena. Theropithecus oswaldi era aún más grande que su pariente más antiguo, con un ejemplar cuyo peso se ha estimado en 72 kilos. Coexistió con homínidos como Homo erectus, y es posible que estos tuvieran algo que ver con su extinción: en un yacimiento se han encontrado los restos de muchos ejemplares juveniles de Theropithecus descuartizados.
Entre el Plioceno y el Pleistoceno inferior vivió también en Tanzania y Sudáfrica Gorgopithecus, un pariente cercano de los babuinos. En esta especie, los machos alcanzaban los 37 kilos de peso. Su dieta, como la de babuinos y macacos, era omnívora, con una preferencia por las frutas y las hojas tiernas.
De la misma época es Paradolichopithecus, emparentado con los macacos, aunque del tamaño de un mandril. Este papionino se extendía por Eurasia; sus fósiles se han encontrado en España, Francia, Serbia, Grecia, Rumanía, Tayikistán y China. Es posible que Paradolichopithecus fuera, al menos en parte, bípedo: su talón y la articulación del tobillo son más similares a los de Australopithecus que a los de macacos y babuinos.
Más antiguo es Pliopapio, que vivió en Etiopía durante el Mioceno superior y el Plioceno inferior, hace alrededor de cinco millones de años. Con un peso de 12 kilos para los machos y 8,5 para las hembras, su tamaño era semejante al de los macacos más grandes y al de los babuinos más pequeños. Su hocico es largo y estrecho, y carece de crestas óseas en el cráneo. Los molares son altos y estrechos. Por los escasos restos conocidos de huesos de las extremidades, parece que era más arborícola que los babuinos, pero menos que los mangabeyes. Se alimentaba principalmente de frutas y hojas blandas.
También conocemos macacos y mandriles fósiles; entre estos últimos está Soromandrillus, que pesaba entre 30 y 35 kilos y convivió con los australopitecos en el sur de Etiopía durante el Pleistoceno.
Y más fósiles que seguro que vamos a descubrir en el futuro. Cómo no, si también se siguen descubriendo nuevas especies vivientes; como el kipunyi o mangabey de montaña, que vive en las selvas montanas de Tanzania y fue descubierto hace poco más de 20 años, en 2003.
(Germán Fernández, 05/07/2025)
OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:
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