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Un artículo en la revista Proceedings de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, realizado por un grupo de investigadores del Instituto Weismann, en Israel, estima la biomasa de los mamíferos terrestres, a los que la especie humana pertenece. La biomasa animal es la cantidad de masa viva que suman los individuos de una especie, o de una clase de animales. Se puede suponer igual a la suma total del peso de todos los animales. Los investigadores revelan que la biomasa total de todos los mamíferos salvajes de la Tierra es de 22 megatoneladas. La biomasa estimada para los mamíferos marinos supera a la de los terrestres y se calcula en unas 40 MT. ¿Cuál es la biomasa de la Humanidad? La Humanidad, ella sola, acumula ya 390 MT de biomasa, es decir, más de seis veces la biomasa del resto de los mamíferos, terrestres y marinos, juntos. A esta enorme cantidad de biomasa hay que añadir la biomasa acumulada por los animales de granja y domésticos, que los investigadores estiman en 630 MT, o sea, más de diez veces la cantidad de biomasa de todos los mamíferos salvajes.
Se calcula que cada año se producen en todo el planeta unos 16 millones de tormentas con rayos. Esos rayos son descargas eléctricas que saltan de una nube a otra o entre la nube y tierra a lo largo de un estrecho y sinuoso canal que, en unos pocos milisegundos, conduce una brutal corriente eléctrica que eleva la temperatura decenas de miles de grados, ioniza el aire, produce un relámpago y el chasquido del trueno. Cuando el rayo impacta en la vegetación, si el lugar contiene combustible suficiente y las condiciones atmosféricas son favorables, puede originarse un incendio. Se calcula que alrededor del 10 por ciento de los incendios forestales que se producen están generados por los rayos. Pero no todos los rayos son iguales, difieren unos de otros en intensidad de la descarga, duración de la misma, lugares entre los que se producen, etc. Francisco Javier Pérez Invernón, investigador posdoctoral en el IAA, y sus colegas han estudiado cierto tipo de rayos conocidos como “rayos de corriente continua” como los principales desencadenantes los incendios forestales. El trabajo, publicado en Nature Communications, analiza los patrones de incendios forestales provocados por rayos de este tipo en un contexto de cambio climático.
Hace casi doscientos años, en 1832, el derrumbamiento por la lluvia de una colina en Arkansas dejó al descubierto un alineamiento de huesos más o menos circulares que se extendían dispersos a lo largo de más de cien metros. Algunos de estos huesos se usaron como morillos, para apoyar la leña en los hogares, pero el propietario de las tierras, el juez Henry Bry, pensó que pertenecían a algún tipo de monstruo marino y podían tener interés científico; pudo rescatar unos pocos, que envió a la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia. Así comenzó la historia moderna del Basilosaurus, un superdepredador marino que vivió en los mares tropicales y subtropicales durante el Eoceno superior, hace entre 41 y 34 millones de años. Medía entre 17 y 20 metros y fue uno de los primeros cetáceos conocidos.
La ficción y la ciencia ficción han jugado sin reparos con la posibilidad de que los seres humanos perduren en el tiempo en estado de animación suspendida. Desde los cuentos infantiles, como el de la Bella Durmiente, hasta las historias de viajes espaciales de larga duración, nos han presentado a personas capaces de sobrevivir durante un tiempo indefinido en estado latente, sin perder un ápice de su lozanía, sin que sus tejidos mueran y sin que su corazón o sus músculos lleguen a atrofiarse. Pero son solo historias imaginadas, la realidad es muy distinta. La realidad es que los seres humanos no podemos entrar en animación suspendida. Sin embargo, ciertos experimentos científicos parecen indicar que esa posibilidad podría ser real en el futuro. Ulises lo cuenta hoy en este programa, os invito a escucharlo.
Las neuronas se comunican entre ellas mediante impulsos eléctricos producidos por las reacciones químicas que ocurren en las uniones y terminaciones neuronales. Esas reacciones liberan iones, de potasio o sodio que son transportados por los llamados canales, canales iónicos que se encargan de su conducción. Un estudio reciente, realizado por neurocientíficos del MIT, ha comprobado que los humanos tenemos una gran diferencia con el resto de animales: el número de nuestros canales iónicos es considerablemente menor. Las neuronas humanas, con sus propiedades fijadas por la evolución son únicas y diferentes. Los neurocientíficos creen que esa densidad menor sería la forma escogida por la evolución para gastar menos energía bombeando iones, lo que le permite al cerebro usar esa energía ahorrada en algo mejor, como crear mayor número de conexiones, sinapsis, entre las neuronas o hacer que los potenciales de acción se sucedan en una proporción mayor.
Existen curiosos organismos, denominados mixótrofos, que que no parecen encajar del todo en la clasificación tradicional que hace la Biología entre organismos consumidores y organismos productores. La Ecología define a los organismos que producen su propio alimento como productores o autótrofos. Estos organismos fabrican su propia comida mediante la fotosíntesis. Los consumidores, también llamados heterótrofos, no producen su propio alimento; sino que, para alimentarse, dependen de la energía y materia que extraen de alimentos ya producidos por otros. Hoy hablamos de Mesodinium Rubrum, un versátil microorganismo del plankton marino que es capaz de adaptar la maquinaria celular de sus presas y modificar la suya propia para empezar a producir su propio alimento usando la luz solar. Para que nos entendamos, es algo así como si nosotros, tras ingerir una suculenta ensalada verde, fuéramos capaces de realizar la fotosíntesis, y así no tuviésemos que volver a cocinar durante una temporada.
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Un estudio realizado por casi un centenar de científicos de diversos países ha monitorizado las señales sísmicas de alta frecuencia durante el confinamiento por COVID-19 y ha detectado una reducción del ruido sísmico de hasta el 50%. Las bacterias del género Bartonella son capaces de estimular el proceso de generación de nuevos capilares sanguíneos, lo que genera nuevas células en las que estas bacterias pueden vivir. Investigadores de la Universidad de Leiden y del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) han tomado la primera imagen de una estrella joven, parecida al Sol, acompañada de dos exoplanetas gigantes. El análisis de la estructura de los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 indica que la mayoría proviene del empleo de uno solo de los múltiples fragmentos génicos que los linfocitos B emplean para fabricar los anticuerpos. Este conocimiento puede permitir la generación de anticuerpos de diseño muy eficaces contra el coronavirus.
En el programa de hoy emprendemos un viaje en el tiempo hasta uno de los acontecimientos más dramáticos de la historia de la vida en la Tierra. Sucedió hace 66 millones de años y fue el fin del mundo para muchas criaturas, entre ellas, los dinosaurios. Un conjunto de investigaciones han revelado que fue el impacto de Yucatán y no las erupciones volcánicas de Deccan el culpable de la extinción en masa del Cretácico-Paleógeno. Y tres investigaciones más ofrecen un relato de lo sucedido durante las dos primeras horas después de la catástrofe en tres lugares: El centro del cráter de Chicxulub y a 1.500 y 3.000 kilómetros del lugar del impacto. Además hablamos de la genética del caballo y contestamos a una pregunta.
Hace unos días, paseando por el campo, me detuve a disfrutar del paisaje. Ante mis ojos se ofrecía la tierra desnuda, salpicada en algunos puntos por el reflejo del agua de un riachuelo y las montañas lejanas. Elevé la vista y, más arriba, las nubes formaban una cubierta gris que se alejaba también hasta juntarse con la tierra, allá en el horizonte. Entre ambas, una extensa región de aire transparente separaba la tierra y del mar de nubes. Tierra, aire y nubes, un sándwich natural al que estamos acostumbrados. Pero ¿por qué es así? ¿qué razón obliga a las nubes a estar allí a lo alto, desplegadas como un inmenso paraguas? Una nube puede contener mucha agua, si es así, ¿por qué no cae por su propio peso? ¿cuánta agua puede contener una nube? Hoy respondemos a estas preguntas en “La Ciencia Nuestra de Cada Día”.
Ibn Tufayl, nacido en Guadix (Granada) en el siglo XII, es casi con completa seguridad el científico granadino que más ha influido en el pensamiento de Occidente. Fue un fiel seguidor de Avempace y se interesó particularmente por el éxtasis intelectual de Avicena y el sufismo de Algacel. Ibn Tufayl también fue médico, primero en Granada y luego en otras ciudades del antiguo Al-Andalus. Mas tarde renunció al cargo de médico real en favor de su discípulo, Averroes. Pionero de la revolución anti-ptolomaica enraizada en las enseñanzas de Aristóteles, Ibn Tufayl negaba los epiciclos y excéntricas por su imposibilidad física, detalle de suma importancia dado que los modelos vigentes en aquella época se basaban solo en la Geometría. Su obra ““El filósofo autodidacta” se ha conservado y ejerció una gran influencia en la literatura europea.
En diciembre de 1772, con 65 años, Linneo dimitió como rector de la universidad de Upsala por motivos de salud. Entre 1774 y 1777 sufrió tres ataques de apoplejía, lo que ahora conocemos como ictus, y el 10 de enero de 1778 murió en Hammarby, su residencia de verano. Los tres últimos apóstoles fueron sus discípulos en sus últimos años de universidad, entre 1760 y 1770, aunque no emprendieron sus viajes hasta las décadas siguientes. El primero de los tres, Carl Peter Thunberg, viajó a Japón y recolectó especímenes e información sobre la fauna y la flora japonesa. El penúltimo apóstol, Göran Rothman, viajó a Túnez y Libia, la agitación social que reinaba en la región le impidió internarse tierra adentro, así que recolectó muy poco material. Adam Afzelius, el último apóstol de Linneo, hizo dos viajes a Sierra Leona. En el transcurso del segundo viaje, un ataque francés a la colonia inglesa de Sierra Leona, en septiembre de 1794, le hizo perder gran parte de sus colecciones y diarios de viaje.
Los viajes de Gulliver es un cuento que estimula nuestra imaginación con la posibilidad de que una misma persona (Lemuel Gulliver) pueda ser un gigante en la tierra de Liliput, en donde es doce veces más grande que sus habitantes, o un ser minúsculo en la tierra de Brobdingnag, doce veces más pequeño que las personas que allí viven. Con esta idea en mente, les invitamos a descender escalonadamente por el mundo microscópico, disminuyendo mil veces el tamaño en cada escalón. Así, una persona de tamaño medio podrá compararse con una hormiga, una bacteria, un virus, un átomo, un protón o un quark… y continuará empequeñeciendo hasta alcanzar el mínimo tamaño posible en un espacio gobernado por la geometría clásica. Ése límite se denomina “longitud de Planck”.
Algunos insectos son tan familiares que pasan casi desapercibidos, por más que estén presentes en casi todos los lugares que visitamos. Un saltamontes es un buen ejemplo de ello, a pesar de que sus larguísimas patas traseras tienen un atractivo especial, especialmente en los niños, son tan comunes que casi no los vemos. Hoy son protagonistas en un reportaje de Rosa Lencero. Después D. José Rafael Esteban Durán, entomólogo e investigador del INIA, habla del comportamiento de algunos insectos, los sonidos que emiten, la forma de reaccionar ante la luz y su comunicación mediante sustancias químicas.
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