Las mentes más claras de la historia han ido tejiendo poco a poco la intrincada tela de araña del conocimiento científico. En cada programa del podcast Ciencia y Genios les ofreceremos la biografía de un gran sabio escrita por varios autores.
La ciencia ha seguido caminos enredados para llegar hasta nosotros. A finales del primer milenio y principios del segundo, mientras el resto de los pueblos europeos se sumergía en la oscuridad, el flujo del saber encontró camino desde el norte de África hasta los reinos musulmanes que habitaban el sur de la península ibérica.
En Al-Andalus florecía el saber. Ciudades populosas como Córdoba, Sevilla o Granada albergaban mentes ilustres en el campo de la medicina, de la filosofía o de la astronomía, inspiradas en los textos clásicos griegos. Hubo grandes sabios cuyas enseñanzas han quedado sepultadas por el manto del olvido. Hoy, Antonio Claret, astrofísico e investigador en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), cuenta la historia novelada de uno de aquellos sabios.
Aunque la historia está basada en hechos reales, el autor se toma la libertad de imaginar a Ibn Tufayl como un anciano que pasa sus últimos días en soledad, visitado por su atenta sobrina, Fátima.
A continuación ofrecemos unos retazos de lo que Antonio Claret cuenta en el podcast:
Ibn Tufayl, nacido en Guadix (Granada) en el siglo XII, es casi con completa seguridad el científico granadino que más ha influido en el pensamiento de Occidente. Fue un fiel seguidor de Avempace y se interesó particularmente por el éxtasis intelectual de Avicena y el sufismo de Algacel. Ibn Tufayl también fue médico, primero en Granada y luego en otras ciudades del antiguo Al-Andalus. Mas tarde renunció al cargo de médico real en favor de su discípulo, Averroes.
Pionero de la revolución anti-ptolomaica enraizada en las enseñanzas de Aristóteles, Ibn Tufayl negaba los epiciclos y excéntricas por su imposibilidad física, detalle de suma importancia dado que los modelos vigentes en aquella época se basaban solo en la Geometría. Su importancia se puede medir también a través de su influencia en Averroes, o en su otro discípulo, Alpetragio, quien escribe:
“Ibn Tufayl había encontrado una teoría nueva sobre el movimiento de los planetas. Deducía sus movimientos mediante principios distintos a los de Ptolomeo y rechazaba las excéntricas y epiciclos. Con este sistema, todos los movimientos celestes podían ser verificados. Había prometido escribir sobre el asunto.”
Esta obra, si ha existido, todavía no ha sido recuperada.
La influencia de este astrónomo granadino incluso ha llegado a la literatura europea: tanto el Robinson Crusoe de D. Dafoe como el Emilio de J. J. Rousseau parecen tener claros tintes de la obra de Ibn Tufayl, El filósofo autodidacta, que narra la evolución científica, filosófica y mística de un niño (Hayy Ibn Yaqzan) que crece solitario en una isla en la India. Vale la pena poner en relieve algunos aspectos de esta obra en lo que concierne a la ciencia y en particular, a la Astronomía.
En el capitulo II cuenta que Hayy era hijo de una princesa que, atosigada por el rey, su hermano, esconde el nacimiento de un hijo y lo arroja al mar. En dicho capitulo, Ibn Tufayl contrapone el papel de la generación espontánea de su héroe frente a un nacimiento natural.
Sólo el hecho que Ibn Tufayl no creyera ciegamente en la teoría de la generación espontánea (ya que la compara con otra) tiene ya un impacto científico considerable. Nótese que sólo unos 6 siglos después el problema de la generación espontánea fue resuelto por Pasteur.
En el transcurso del capitulo II comenta los diversos tipos de observaciones que hace el niño de los animales, sintiéndose inferior a estos. Pero luego pierde a la gacela que le había criado. Trata de explicar su muerte, mas descubre el desprecio por lo material (capitulo III). En el capitulo IV, ya encontramos a nuestro personaje en su choza, con animales domesticados y extiende sus estudios a los reinos vegetal y mineral. Busca el significado del alma. A los veintiocho años, investiga la forma y la materia de los cuerpos. Empieza el estudio de los cuerpos celestes y niega la posibilidad del infinito.
El quinto capitulo trata bastante de Astronomía y esperábamos encontrar algo de la propia teoría de Ibn Tufayl sobre el movimiento de los planetas. Sin embargo, encontramos nada mas que esta frase: “Exponer sus progresos en esta ciencia sería largo y es asunto divulgado en los libros; para nuestro propósito basta con lo que hemos expuesto”.
Volviendo a tema central del libro, Hayy Ibn Yaqzan llega a la conclusión de que debe existir un ser incorpóreo, creador de las demás criaturas. Luego descubre otra faceta de la mística: Entra en éxtasis y, en seguida, Hayy tiene visiones de la esfera de las estrellas fijas, haciendo un símil con espejos que reflejan muchas luces.
Antonio Claret (01/2019)
Nota del autor: Esta biografía está basada en hechos reales. Sin embargo, los diálogos de Ibn Tufayl con su sobrina son fictícios; una especie de radio-teatro. El autor ha imaginado lo que dirían, si hubiesen tenido la oportunidad. Por otra parte, en opinión del autor, estos diálogos de Platón, aunque que son inherentes a la condición humana, tienen un ligero vislumbre (pátina) del principio de incertidumbre de Heisenberg.
Os invito a escuchar este programa del podcast Ciencia y Genios, escrito por Antonio Claret, realizado por Angel Rodríguez Lozano, con la colaboración especial de Rosa Lencero Guillermo, Ignasi Díaz Ferrando, Clara Galán y Jorge Panadero.
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