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En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.

¿Se pierde algo si no se aprende a escribir a mano?

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¿Es importante escribir a mano? No mucho, según algunos educadores que piensan que con tan sólo el primer año en el jardín de infancia es suficiente. De ahí en adelante, el teclado de un computador.

Pero los psicólogos y los neurocientíficos opinan que aún es muy pronto para declarar la escritura a mano una reliquia del pasado. Evidencias recientes sugieren que existe un fuerte nexo en el escribir a mano y un posterior desarrollo educativo amplio y robusto.

Los niños no sólo aprenden a leer más rápido cuando han aprendido a escribir a mano sino que también se vuelven mejores generando ideas y reteniendo información.

“Cuando escribimos, un circuito neuronal único se activa automáticamente” dice Stanislas Dehaene, psicólogo del College de France, en París. “Existe un reconocimiento clave en la palabra escrita, una especie de estimulación mental en el cerebro. Y parece que este circuito contribuye de maneras que ni siquiera percibimos, volviendo el aprendizaje más fácil”.

Un estudio realizado por la psicóloga Karin James de la Universidad de Indiana reafirma esta visión. A unos niños que aún no habían aprendido a leer y escribir se les mostró una letra o una figura y se les pidió que las reprodujeran mediante una de las siguientes maneras: trazar la figura en una página provista de una línea de puntos, dibujarla en una hoja en blanco o escribir la letra en el computador. Luego se les puso en una maquina para escanear sus cerebros y se les mostró la imagen de nuevo.

Los investigadores encontraron que el proceso inicial duplicado fue muy importante. Cuando los niños habían dibujado la letra con su mano, exhibían una actividad mayor en tres áreas del cerebro que son las mismas que se activan en los adultos cuando leen y escriben: el giro fusiforme izquierdo, el giro frontal inferior y la corteza parietal posterior.

En contraste, los niños que habían usado el teclado o unido puntos de la letra o la figura no mostraron esa actividad cerebral mayor, tan sólo una débil reacción. James atribuye la diferencia al posible desorden inherente a la escritura a mano. No sólo se debe planear primero sino ejecutar luego, algo que no es necesario cuando se tiene una línea de puntos o un teclado. Además los resultados varían muchísimo. Esa variabilidad puede ser en sí misma una herramienta de aprendizaje. “Cuando un niño escribe una letra bien irregular, eso le puede enseñar a aprenderla” dice James.

El cerebro debe entender que cada posible iteración de digamos una “a” es la misma, sin importar como la veamos escrita. Ser capaces de descifrar la irregularidad de cada “a” puede ayudar a establecer esa eventual representación que ver el mismo resultado varias veces. “Esta es la primera demostración de cambios en el cerebro inducidos por la práctica” agrega James.

En otro estudio, James comparó niños que escribían las letras con otros que tan sólo miraban hacerlo. Concluyó que sólo el esfuerzo induce cambios en el cerebro que facilitan el proceso de aprendizaje.

El efecto va mucho más lejos que el solo reconocimiento de las letras. Virginia Berninger, psicóloga de la Universidad de Washington, en un estudio con niños entre siete y diez años, demostró que la letra impresa, la escrita a mano y la escrita en el computador están asociadas con diferentes patrones cerebrales, separados, y que cada uno resulta en un producto final diferente. Cuando los niños componen un texto a mano, no sólo producen más palabras sino que lo hacen más rápido que quienes lo hacen en el teclado y además expresan más ideas. Y las imágenes cerebrales tomadas en los mayores sugirieron que la conexión entre escribir a mano y la generación de ideas va aún más allá. Cuando quienes escribían mejor a mano tuvieron que presentar ideas para un ensayo, mostraron una mayor actividad neuronal en áreas asociadas con la memoria de trabajo y una activación general en las redes neuronales de escritura y lectura.

Además, parece existir inclusive una diferencia entre la escritura de molde y la cursiva, una distinción importantísima pues la cursiva se va desvaneciendo a gran velocidad en las escuelas. La alexia, la dificultad para leer, hace que algunos individuos que no pueden hacerlo en letra impresa sí lo hagan en cursiva y viceversa, sugiriendo que los dos modos de escribir activan redes neuronales separadas y que requieren mayor compromiso cognitivo que el necesario para aprender una sola forma de escritura.

Berninger va más allá y sugiere que el aprendizaje de la letra cursiva puede ayudar en las habilidades de auto control de una manera que otros modos de escritura no logran hacer. Algunos investigadores señalan que el manejo de la escritura cursiva podría ser una cura para la dislexia.

Cursiva o no, los beneficios de escribir a mano van más allá de la niñez. Para los adultos puede ser más rápido y eficiente teclear, pero esa eficiencia puede disminuir la capacidad para procesar nueva información. Estudios en la Universidad de California demuestran que los estudiantes aprenden mejor cuando toman notas a mano que cuando lo hacen en el computador. Contrario a lo sugerido por otros estudios que atribuían la diferencia a los efectos distractores del computador, este estudio sugiere que la escritura a mano permite al estudiante procesar el contenido de una clase, un proceso de reflexión y manipulación que lleva a una mejora en el entendimiento y la memoria.

No todos los expertos en el área están convencidos de los beneficios a largo plazo de la escritura a mano, aunque uno de esos escépticos, Paul Bloom, psicólogo de la Universidad de Yale, reconoce que el estudio es novedoso: “con la escritura a mano, el simple hecho de hacerlo está forzando a quien lo hace a enfocarse en lo que es importante” y después de un momento de reflexión agrega, “tal vez le ayude a pensar mejor”.

El uso de todas las herramientas electrónicas puede traer muchos beneficios en las escuelas, sobre todo en áreas rurales donde el acceso a la información es muy difícil. Pero eso no quita que se sigan usando el lápiz y el papel, pues de no hacerlo se privará a muchos niños y futuros adultos del forjar y equipar regiones del cerebro que alberguen y nutran un conocimiento amplio y provechoso.


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