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Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

Canguros gigantes.

Canguro gigante - Zoo de Fósiles - Cienciaes.com

Hace más de un siglo, en 1888, el zoólogo inglés Charles Walter De Vis describió unos restos fósiles descubiertos en el sureste de Australia y los asignó a una nueva especie, a la que llamó Triclis oscillans. Pero el género Triclis ya se utilizaba para una mosca, así que en 1924, Albert Heber Longman, director del Museo de Queensland, lo renombró Propleopus oscillans. Se trataba de un pariente del canguro-rata almizclado (Hypsiprymnodon moschatus), el único miembro viviente de la familia de los hipsiprimnodóntidos. El canguro-rata almizclado es un pequeño marsupial omnívoro parecido a una zarigüeya, aunque más emparentado con los canguros. Es poco más grande que una rata, con una longitud de cabeza y tronco de entre 21 y 34 centímetros y una cola de 7 a 12 centímetros, y con un peso de entre 337 y 680 gramos. Vive en los bosques tropicales del nordeste de Queensland, cerca de lagos y arroyos. Los restos de Propleopus oscillans son escasos, y casi todos son dientes, así que resulta difícil hacer una reconstrucción del animal. Pero lo que sí sabemos es que era mucho más grande que su pariente vivo: medía 1,3 metros de largo y pesaba unos setenta kilos. Los incisivos inferiores, robustos y afilados, muestran patrones de desgaste semejantes a los de los carnívoros actuales, y también tenía un premolar grande y afilado. Se extinguió hace unos 55 000 años, poco después de la llegada del ser humano a Australia.

En puridad, no podemos llamar “gigante” a un marsupial de 1,3 metros de largo, cuando el canguro rojo (Macropus rufus), el mayor de los canguros vivientes, mide hasta 2,8 metros desde la punta del hocico hasta el extremo de la cola y puede superar los 1,8 metros de altura. Estas medidas corresponden a los machos, las hembras son más pequeñas. Pero en la familia de los macropódidos, a la que pertenece el canguro rojo, sí que encontramos especies fósiles de mayor tamaño. A propósito, esa historia que se cuenta de que la palabra “canguro” significa “no te entiendo”, que es lo que contestaron los aborígenes a los ingleses cuando estos les preguntaron por el nombre del animal, es falsa. La palabra “canguro” viene del guguyimidjir “gangurru”, que es el nombre que se da en esa lengua del extremo norte de Queensland a los grandes canguros grises o negros.

Dentro de los macropódidos, el canguro-liebre rayado (Lagostrophus fasciatus), endémico de unas pocas islas del oeste de Australia, es el único representante vivo de la subfamilia de los lagostrofinos. Con 80 centímetros de longitud total tampoco se le puede considerar un gigante, pero en el Pleistoceno existieron miembros de esa subfamilia más grandes, como Protemnodon roechus, que pesaba alrededor de 170 kilos, el doble que un canguro rojo macho, y Silvaroo, que, con un peso similar, tenía una longitud total de 2,6 metros y una altura de 1,7 metros.

Pero los canguros más grandes pertenecen a la extinta subfamilia de los estenurinos, los canguros de hocico corto. Aunque no todos los estenurinos eran gigantes: algunos no superaban un metro de altura. Los canguros de hocico corto se caracterizan, como su nombre indica, por un cráneo corto y robusto, con los ojos dirigidos hacia delante, lo que les proporcionaba visión binocular. La columna vertebral es bastante rígida, y la pelvis y las patas traseras son muy robustas, con un solo dedo funcional, el cuarto, cubierto por una pezuña, como en los caballos. Estos canguros eran principalmente ramoneadores, y los brazos con dedos semioponibles les permitían alcanzar las hojas en ramas altas por encima de su cabeza. Las manos son largas, pero los dedos laterales están muy reducidos. La rigidez de la columna vertebral indica que estos canguros eran incapaces de saltar; y la robustez de la pelvis, que permitía el desarrollo de fuertes glúteos, sugiere que los canguros de hocico corto caminaban erguidos sobre la punta de los dedos, como bailarinas de ballet. Este tipo de locomoción es más lento que el de los canguros saltadores, como el canguro rojo, lo que hacía a los canguros de hocico corto más vulnerables ante los depredadores y ante las sequías, que obligan a los animales a hacer largos desplazamientos en busca de agua y alimento.

Los estenurinos aparecieron en el Plioceno, hace unos cinco millones de años, y se extinguieron a finales del Pleistoceno, hace unos cuarenta mil años. Dos especies se disputan el título de canguro más grande: Procoptodon goliah y Sthenurus stirlingi.

Procoptodon goliah, que vivió durante el Pleistoceno, alcanzaba los 2,7 metros de altura y pesaba entre 200 y 240 kilos. En las manos, dos dedos muy largos están equipados con grandes garras, probablemente para agarrar las ramas y acercarlas a la boca. Vivía en regiones semiáridas del sur y el este de Australia, y también se han encontrado huellas fósiles en la isla Canguro, frente a las costas de Australia Meridional.

Sthenurus stirlingi alcanzaba una longitud total de 3,5 metros y un peso de 240 kilos. Tenía la cola más corta y gruesa que los canguros actuales. El cuello es corto, y los brazos largos. Su alimentación se adaptaba según las circunstancias: en zonas arboladas prefería las hojas, pero en las praderas podía alimentarse de hierba.

Ambos se extinguieron hace unos 45 000 años, coincidiendo con la llegada a Australia del ser humano, aunque no sabemos en realidad cuáles fueron las causas de su extinción.

(Germán Fernández, 12/02/2024)

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