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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

Bienvenidos al Antropoceno

Bienvenidos al Antropoceno. Quilo de Ciencia podcast - CienciaEs.com

La ciencia se plantea preguntas que no resulta siempre posible contestar y que tal vez quedarán siempre sin respuesta. Una de ellas es si existieron otras civilizaciones tecnológicamente avanzadas antes que la nuestra. ¿Desarrolló alguna especie de dinosaurio una civilización tecnológica antes de que la colisión con un meteorito los extinguiera hace 65 millones de años? Al fin y al cabo, los dinosaurios reinaron sobre la Tierra por más de 135 millones de años, tiempo más que suficiente para desarrollar no una, sino incluso varias civilizaciones avanzadas. ¿De ser así, habrían dejado estas civilizaciones algún signo que hubiera podido sobrevivir hasta nuestros días y pudiera servir de evidencia segura sobre su existencia?

Estas cuestiones nos conducen a otras, más dramáticas: ¿Dejará la especie humana alguna huella de su paso por la Tierra cuando ya se haya extinguido? ¿Serán las civilizaciones futuras, si las hay, capaces de averiguar que, antes que ellas, existió otra civilización avanzada hace millones de años?

La ciencia sí parece poder responder a esta pregunta, y la respuesta es afirmativa. Resulta que nuestro paso por la Tierra está modificándola geológicamente. El ser humano ha iniciado una nueva era geológica que dejará su huella en los estratos que se están formando hoy en el fondo de los océanos, o en los hielos continentales.

Lo anterior quiere decir que aunque no sobrevivan fósiles de nuestra especie por mucho tiempo, ni tampoco artefactos tecnológicamente avanzados, lo que será seguramente el caso, otras huellas, estas indelebles, sí permanecerán para dar testimonio de nuestra existencia. ¿Qué huellas son estas?
Un nutrido grupo formado por veinticuatro investigadores de todos los continentes menos la Antártida, realizan una revisión exhaustiva de los efectos que están siendo causados por el ser humano en la Tierra, y publican sus conclusiones en la revista Science. Los investigadores concluyen que, además del cambio climático, la actividad humana ha causado o está causando otras transformaciones significativas sobre la superficie del planeta.

Los depósitos geológicos recientes de origen humano ya muestran la presencia de materiales reveladores de que algo inusual está sucediendo. Así, estos depósitos contienen cantidades anómalas de plástico, de aluminio, y de minerales derivados del hormigón y el ladrillo (¡Tiene gracia! La gran contribución de España a la nueva era no pasará desapercibida). El consumo de combustibles fósiles ha diseminado partículas de carbón y cenizas inorgánicas por todo el planeta. Estas partículas quedarán también embebidas en los estratos que se están formando en la actualidad. Además, la producción y emisión de estos compuestos sigue aumentando, a pesar de diferentes acuerdos y convenios internacionales.

Signos de inhumanidad

Los signos geoquímicos que dejarán su huella en los estratos para las futuras generaciones o especies inteligentes que puedan analizarlos no se limitan a los anteriores. Los estratos también contendrán cantidades elevadas de hidrocarburos aromáticos, de compuestos policlorados, de pesticidas, y de plomo, debido al empleo de gasolina con este aditivo desde el año 1945.

La cantidad de nitrógeno y de fósforo en el suelo se ha duplicado en el último siglo, debido al uso de fertilizantes en la agricultura. Estos elementos pueden detectarse ya en los estratos de los lagos y en los hielos de Groenlandia, a pesar de que no es allí precisamente donde más agricultura se practica. En esta gran isla, los niveles de nitratos son hoy superiores a los encontrados en los últimos 100.000 años.
Por supuesto, las guerras calientes y frías también han dejado su impronta. La detonación de miles de bombas atómicas sobre el planeta ha causado un aumento de carbono 14, de plutonio 239 y de otros elementos, que alcanzaron su máximo en 1964.

Las cantidades de CO2 y metano atmosféricos comienzan a diferenciarse netamente de las típicas del Holoceno (era geológica que comenzó hace 11.784 años) a partir de 1850, y más marcadamente aún a partir de 1950. Estos gases causan, como sabemos, un incremento de la temperatura media del planeta, la cual –por mecanismos que no podemos explicar aquí por falta de espacio– afecta a la distribución de los isótopos del carbono y del oxígeno en los seres vivos y en los hielos continentales, respectivamente. Así, la cantidad del isótopo 18 del oxígeno ha aumentado en los hielos de Groenlandia a partir de 1900. Este cambio isotópico dejará también su huella en los estratos de hielo planetarios.

La actividad humana está causando igualmente una de las mayores extinciones masivas de la historia de la Tierra. Además, algunas especies están pasando de manera completamente artificial de unos continentes a otros gracias al transporte aéreo o marítimo, y también gracias a la agricultura o a la pesca, lo que dejará igualmente una huella marcada en la evolución de la vida sobre la Tierra.
Los investigadores defienden que todos estos cambios inician una nueva era geológica sobre nuestro planeta. Esta nueva era geológica, que pone fin al Holoceno, se ha denominado Antropoceno. Los investigadores sugieren como fecha inequívoca para el inicio de esta nueva era el año 1950 del siglo pasado, aunque bien pudo iniciarse antes, incuso ya en el siglo XIX con la revolución industrial.

Así pues, debido a estos indiscutibles indicios, no solo podemos decir con seguridad que estamos viviendo el inicio de una nueva era geológica, sino que también podemos decir con mayor certeza que los dinosaurios, u otras clases de animales, no desarrollaron una civilización tan tecnológicamente avanzada como la nuestra, o las huellas de su paso por la Tierra hubieran quedado patentes en el planeta y ahora, gracias a la ciencia, probablemente ya las hubiéramos detectado.

La aparición de nuestra especie parece ser, por tanto, un importante punto de inflexión en la historia terrestre. Somos polvo en el viento, pero cuando el viento para, el polvo permanece.

Referencia: Waters, C. et al. (2016). Science. Jan 8;351(6269):aad2622. doi: 10.1126/science.aad2622. https://www.sciencemag.org/content/351/6269/aad2622.abstract

Obras de divulgación de Jorge Laborda

Quilo de Ciencia Volumen I. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen II. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen III. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen IV. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen V. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen VI. Jorge Laborda
Quilo de Ciencia Volumen VII. Jorge Laborda

Circunstancias encadenadas. Ed. Lulu

Circunstancias encadenadas. Amazon

Una Luna, una civilización. Por qué la Luna nos dice que estamos solos en el Universo

One Moon one civilization why the Moon tells us we are alone in the universe

Adenio Fidelio

El embudo de la inteligencia y otros ensayos


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