Las mentes más claras de la historia han ido tejiendo poco a poco la intrincada tela de araña del conocimiento científico. En cada programa del podcast Ciencia y Genios les ofreceremos la biografía de un gran sabio escrita por varios autores.
Este ensayo es un pequeño homenaje a todas y todos los grandes científicas y científicos amateurs que dedicaron, y dedican, sus vidas a la búsqueda del conocimiento por el puro placer de saber y de descubrir.
(Antonio Claret)
Mary Anning nació en Lyme Regis (Dorset) en 1799 en el seno de una familia humilde, hija de un carpintero. Su padre recogía fósiles para ayudar en el presupuesto doméstico hasta que un desgraciado accidente le debilitó tanto que murió poco tiempo después, dejando absolutamente desprotegida a su amplia familia.
Mary Anning siguió recolectando fósiles para ayudar en casa. Un buen día, su hermano Joseph encontró un cráneo de un Ichtiosaurus, un reptil marino y, poco después, Mary, que tenía doce años de edad, encontró otro Ichtiosaurus cuya venta permitió aliviar la economía familiar.
Los geólogos y paleontólogos británicos Conybeare y De La Beche dieron una descripción concienzuda del fósil, advirtiendo que el ciclo de sustitución de los dientes era típico de los reptiles. El animal presentaba también algunas características de un pez lo que explicaba, en parte, la dificultad con la que se encontraron los primeros paleontólogos para dilucidar su naturaleza.
Los méritos de Mary Anning, sin embargo, no fueron reconocidos. Ni siquiera figura su nombre en las publicaciones. A pesar de todo, ella seguía escudriñando la playa y los acantilados, arriesgando su vida, con la esperanza de encontrar un buen ejemplar con el que mitigar las dificultades económicas de su familia.
En 1820, Mary desenterró un ejemplar del Ichtiosaurus platyodon, con ¡seis metros de longitud! Encontró algunos ejemplares más pero el negocio de la búsqueda de fósiles era muy errático y la competencia empezaba a ser también un problema. Tres años después, Mary descubrió un nuevo fósil, a pesar de las condiciones atmosféricas adversas (frío y lluvia). Si el Ichtiosaurus era un animal extraño, el nuevo espécimen lo era todavía más. Solo la columna tenía cerca de noventa huesos y el animal medía casi tres metros. Pero a pesar de la belleza y del estado de conservación del ejemplar, éste trajo no pocos problemas a Mary Anning. Conybeare tenía algunas evidencias de la existencia de un otro lagarto marino, diferente del Ichtiosaurus. Sin embargo, el todopoderoso Barón de Cuvier puso en tela de juicio la veracidad del fósil encontrado por Anning y sugirió que ésta lo había falsificado.
La Geological Society convocó una reunión especial para examinar el fósil y dictaminar su veracidad. Obviamente, consonante con la pedantería de tal institución, Mary Anning no pudo estar presente. El veredicto fue que el fósil era verdadero; por primera vez Cuvier tuvo que inclinarse delante de una simple fosilista (y no sería la última vez que el paleontólogo francés tuviera que hacerlo).
Algunos meses después, Conybeare presentó un documento describiendo el animal que fue denominado Plesiosaurus giganteus. Según las palabras del reverendo: la cabeza del lagarto poseía los dientes de cocodrilo, el cuello enorme que se asemeja a una serpiente; el tronco y la cola se parecen a las de un cuadrúpedo, las costillas como las de un camaleón y las aletas de una ballena. La cabeza era pequeña comparada con la longitud del cuerpo y el cuello era comparativamente muy largo. La verdad que la combinación de caracteres era simplemente desconcertante.
Otro de los descubrimientos de Mary Anning se relaciona con los coprolitos (heces fósiles) ya que algunos de los ejemplares de Ichtiosaurus mostraban en su interior, cerca del abdomen, este tipo de fósiles. Hay una anécdota que cuenta que, debido a la estricta moral vigente, Mary solo enseñaba los coprolitos en ausencia de mujeres y éstos eran presentados en una bandeja cubierta con un trapo.
Si el Icthiosaurus y el Plesiosaurus fueron considerados animales muy raros, lo que encontraría nuestra heroína en 1828 sería simplemente lo más extraño de los reptiles. Era medio murciélago, medio reptil, con huesos finos y huecos y además era relativamente pequeño. Era casi un mini dragón. Cuvier había advertido años antes el carácter reptiliano de un fósil parecido y pronosticó que sería un reptil volador al que denominó Pterodactylus. Mary Anning descubrió el primer pterosaurio en Inglaterra lo que una vez más ayudó a la subsistencia de su familia. El ejemplar fue adquirido por Buckland que lo describió utilizando palabras poco frecuentes en la jerga paleontológica.
Mary no era una simple fosilista; se dedicaba a estudiar Astronomía y copiaba de puño y letra los versos de Byron o los artículos aparecidos en la prensa sobre los fósiles que ella descubría pero que apenas la citaban. Una amiga íntima, Anna Pinney, escribe que Mary le había confesado: “el mundo (científico) me ha utilizado de mala manera. Creo que, dadas estas circunstancias, desconfío de todos”. Buckland, quizá movido por lo mucho que se aprovechó del trabajo de la fosilista, consiguió que le dieran una especie de pensión.
Esta ayuda llegó quizá un poco tarde. Mary sufría de un cáncer de pecho y aliviaba su dolor con el sedante más barato a su alcance: el alcohol. Murió en el 1847 con apenas 47 años de edad.
Probablemente el mejor homenaje que recibió del mundo de la paleontología vino de la pluma del mayor paleontólogo del siglo XX (en mi opinión), Stephen Jay Gould:
Los inicios de la paleontología de vertebrados a principios del siglo deben más a la primera recolectora de su época (o de cualquier otra), Mary Anning, de Lyme Regis, que a Buckland, o Conybeare, o Hawkins, u Owen o a cualquiera de los hombres que después escribieron sobre los ictiosaurios y plesiosaurios que ella encontró.
(Claret, 04/07/2017)
NOTA DEL AUTOR: Esta biografía está basada en hechos reales. Sin embargo, los monologos de Mary Anning son pura ficción. Una especie de radio-teatro. El autor ha imaginado lo que ella diría, si hubiera tenido la oportunidad…
Antonio Claret es astrofísico e investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC).
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