Buscando "Bacterias"
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Capítulo número 100 del podcast “Zoo de Fósiles” dedicado al yacimiento de Las Hoyas. Hace tres décadas, en los años ochenta del siglo XX, un aficionado a los fósiles, Armando Díaz Romeral, descubrió el que resultaría ser uno de los yacimientos paleontológicos mejor conservados del mundo, el yacimiento de Las Hoyas, en La Cierva, cerca de la ciudad de Cuenca. Desde entonces, las sucesivas campañas de excavación han sacado a la luz un complejo ecosistema que nos muestra cómo era aquella zona en el Cretácico inferior, hace unos 125 millones de años. Por aquellos tiempos, Las Hoyas era una región pantanosa cruzada por canales y salpicada de lagos y charcas, un humedal subtropical semejante a los Everglades de Florida. En el fondo de una laguna de agua dulce se fueron depositando los restos de diversos animales y plantas en láminas de piedra caliza, de grano tan fino que han preservado la anatomía de aquellos seres vivos con un grado de detalle excepcional.
Descubierto en 1843, Prototaxites fue descrito en 1859 por el geólogo canadiense John William Dawson, considerado uno de los fundadores de la paleobotánica. El aspecto de los fósiles de Prototaxites es semejante al de la madera petrificada: troncos o trozos de troncos con anillos parecidos a los anillos anuales de crecimiento de los árboles. En un principio se pensó que era una conífera, después, que se trataba de un alga, más tarde, un hongo parecido a una inmensa seta y, por último, un líquen o una comunidad de hepáticas. Fuera lo que fuese, Prototaxites se extinguió hace unos 370 millones de años, coincidiendo con la aparición de los primeros vertebrados cuadrúpedos.
Los fósiles de Messel, un yacimiento situado en el centro-oeste de Alemania, 35 kilómetros al sudeste de Frankfurt, se formaron durante el Eoceno medio, hace unos 47 millones de años. Por aquel entonces, la región era una selva subtropical situada en una zona muy activa geológicamente. En el yacimiento se han encontrado esqueletos completos totalmente articulados, contenidos estomacales, pieles, plumas, tejidos blandos… en un estado de conservación excelente. Se ha propuesto que la abundancia de animales terrestres encontrados en el yacimiento se podría explicar por erupciones límnicas como la que ocurrió en 1986 en el lago Nyos, en Camerún, cuando la liberación súbita del dióxido de carbono disuelto en el agua del lago mató a unas mil ochocientas personas y varios miles de cabezas de ganado. Otra teoría, avalada por la presencia de trazas de toxinas en los sedimentos, apunta a un envenenamiento estacional de las aguas del lago debido al florecimiento de cianobacterias.
El primer ser humano que observó un ritmo circadiano (del latín circa, alrededor, y diem, día) fue el almirante griego Andróstenes, que sirvió bajo las órdenes de Alejandro Magno en el siglo IV antes de Cristo. Andróstenes describió los movimientos diarios de las hojas del árbol Tamarindo. Desde esta primera descripción, los ritmos circadianos se han observado en prácticamente todos los seres vivos, desde las cianobacterias a los animales superiores. Ahora se ha descubierto que la depresión está asociada con desarreglos circadianos del cerebro.
Jorge Laborda nos ofrece, junto al episodio titulado “La depresión de los relojes”, el vídeo de la conferencia que lleva por título: El origen de la Luna y su influencia sobre el desarrollo de la civilización humana en la Tierra
Hoy hablamos de una nueva tecnología que propone inyectar en el cuerpo “puntos cuánticos” para ver desde el exterior estructuras ocultas, como las arterias o las venas. Comentamos la historia del volcán Pinatubo, un estratovolcán cuya erupción pudo ser detectada por los científicos con tiempo suficiente para salvar decenas de vidas humanas. Conversamos con Manuel Ferrer Martínez, Investigador del CSIC, sobre una arqueobacteria que vive en ambientes ácidos y podría ser muy parecida a aquellos primeros seres vivos que poblaron la Tierra hace 4.000 millones de años. Y explicamos por qué se ennegrece la pared por encima de los radiadores de calefacción.
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