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Ciencia Fresca

La ciencia no deja de asombrarnos con nuevos descubrimientos insospechados cada semana. En el podcast Ciencia Fresca, Jorge Laborda Fernández y Ángel Rodríguez Lozano discuten con amenidad y, al mismo tiempo, con profundidad, las noticias científicas más interesantes de los últimos días en diversas áreas de la ciencia. Un podcast que habla de la ciencia más fresca con una buena dosis de frescura.

Los planetas de una vieja estrella nacida en otra galaxia.

Planetas en una estrella vieja - Ciencia Fresca podcast -Cienciaes.com

Esta semana comenzamos con el descubrimiento de dos nuevos planetas extrasolares alrededor de una estrella cercana a nuestro Sol. La estrella, de nombre Kapteyn, es una enana roja. Al poseer una masa pequeña, ha sido posible detectar el efecto Dopler causado por en “bamboleo” al que la estrella es sometida gracias a la atracción gravitatoria de los planetas que la orbitan. Analizando este efecto Dopler, –que explicamos también en la noticia–, los astrónomos han descubierto que dos planetas orbitan esta estrella, uno en solo 48 días y el otro en 120 días. El planeta más cercano parece situarse en la zona habitable, es decir, aquella zona localizada a una distancia de la estrella tal que permite la existencia de agua líquida. Este descubrimiento no sería nada extraordinario, si no fuera porque la estrella Kapteyn, junto con otras miles de estrellas de nuestra galaxia, no nació en su interior, ya que fue absorbida gracias a una colisión entre la Vía Láctea y una galaxia enana. De los restos de esa colisión queda el Grupo Globular Omega Centauri en nuestra galaxia. La estrella Kapteyn, debido a la dinámica de la colisión, abandonó su galaxia madre y se localizó en una órbita en el halo de la Vía Láctea, donde aún se encuentra. Un video reconstruye esta colisión (https://jasper.ph.qmul.ac.uk/g.anglada/Public/kapteyn/completemovie.mov). Curiosamente, la estrella Kapteyn es muy vieja, de una edad que se calcula en nada menos que 11.500 millones de años. A pesar de la edad de dicha estrella, y a pesar de los avatares de su vida en dos galaxias diferentes, Kapteyn contiene un planeta que podría tal vez albergar vida, lo que apoya la idea de que las condiciones para la vida en el Universo pueden ser muy estables en el tiempo en algunos puntos del mismo (1)

La Luna nació, según la hipótesis más aceptada, de la colisión entre un planeta inicial al que podemos llamar proto-Tierra con otro cuerpo de un tamaño parecido al de Marte, bautizado con el nombre de Tea, la titánide que, según la mitología griega, fue madre de Selene, nombre griego de la Luna. Si la hipótesis es correcta, el choque sucedió hace 4.500 millones de años y como consecuencia, según piensan los científicos, de ella nacieron dos cuerpos que eran, a su vez, mezcla en distintas proporciones, de la proto-Tierra y de Tea. Ambos cuerpos se formaron a partir de la nebulosa inicial, de la que nacieron el Sol y el resto de los cuerpos del Sistema Solar. Según defienden los científicos, aquella nebulosa no tenía una composición uniforme, es decir, ciertos elementos químicos eran más abundantes en unos lugares que en otros y, entre los mismos elementos químicos, cada uno de ellos tenía una proporción distinta de isótopos. Así pues, siempre según la teoría de la colisión, si los cuerpos que dieron origen a la Luna se formaron en lugares distintos, su composición química e isotópica debía ser diferente. Esta hipótesis sólo había una forma de demostrarla: comparando la composición de rocas terrestres y lunares. Las rocas terrestres son fáciles de conseguir, pero las lunares hubo que ir a buscarlas allí. Fueron los astronautas del programa Apolo los encargados de recoger rocas lunares y traerlas a la Tierra. A los largo de las distintos viajes de exploración, los distintos astronautas de las misiones Apolo recogieron 382 kilos de lunares y las trajeron a la Tierra. Los análisis iniciales de estas rocas revelaron que la composición química de la Tierra y la Luna encajaba con la hipótesis de la colisión. No obstante, uno de los resultados no terminaba de cuadrar: la concentración de isótopos de Oxígeno y de otros elementos era la misma en la Tierra y en la Luna, cosa difícil de creer si tanto la proto-Tierra como Tea nacieron en distintos lugares de la nebulosa original y se repartieron de forma desigual después de la colisión. Ahora, un equipo de científicos, liderado por Daniel Herwartz de la universidad de Gottingen, utilizando modernas técnicas de análisis, unas técnicas que no estaban disponibles en los años 80, han demostrado que La Luna y la Tierra tienen composiciones isotópicas ligeramente distintas. Los resultados apuntan a que la Luna se formó más o menos a partes iguales de los restos de Tea y la proto-Tierra, mientras que la Tierra, más grande, se formó en su mayor parte a partir de la proto-Tierra y en mucha menor proporción con materia perteneciente a Tea. Los resultados apoyan una vez más la hipótesis de la colisión. (2)

Terminamos con la noticia de un desarrollo tecnológico que puede permitir avanzar en el estudio del mecanismo de generación de algunos cánceres. Se trata de una nueva tecnología que se ha utilizado en esta ocasión para generar translocaciones cromosómicas propias de algunos tipos de cánceres. Las translocaciones cromosómicas suponen un cambio de material genético de un cromosoma a otro, lo que puede generar cambios en el funcionamiento de los genes, o incluso genes aberrantes nuevos que pueden desregular el comportamiento celular. La generación artificial de estas translocaciones en células normales se ha efectuado utilizando de manera muy ingeniosa un sistema de defensa molecular que las bacterias despliegan frente a los virus que las atacan. Las células así tratadas pueden ahora estudiarse para averiguar cómo a partir de una translocación concreta puede generarse un cáncer y cómo podríamos intervenir sobre este procedo para frenarlo o impedirlo. (3).

(1) Ancient worlds around Kapteyn’s star

(2) Identification of the giant impactor Theia in lunar rocks
(3) Engineering human tumor associated chromosomal translocations with the RNA-guided CRISPR-Cas9 system. Raúl Torres, Maria C. Martin, Aida Garcia, Juan C. Cigudosa, Juan C. Ramirez, Sandra Rodriguez-Perales. Nature Communications (2014). doi:10.1038/ncomms4964


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