La ciencia no deja de asombrarnos con nuevos descubrimientos insospechados cada semana. En el podcast Ciencia Fresca, Jorge Laborda Fernández y Ángel Rodríguez Lozano discuten con amenidad y, al mismo tiempo, con profundidad, las noticias científicas más interesantes de los últimos días en diversas áreas de la ciencia. Un podcast que habla de la ciencia más fresca con una buena dosis de frescura.
Comenzamos el programa de hoy abordando de nuevo tal vez la cuestión científica y a la vez filosófica más importante aún no resuelta: ¿Estamos solos en el universo? Investigadores de la Facultad de Matemáticas y Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido, han dado un paso importante en la comprensión de las condiciones que deben poseer los planetas para desarrollar y mantener vida de manera sostenible. Los investigadores realizan simulaciones del patrón de la circulación de los océanos en planetas parecidos a la Tierra, que hipotéticamente pudieran existir orbitando estrellas similares a nuestro Sol, u otras más frías. Muchos planetas son completamente inhabitables debido a que se encuentran demasiado cerca o demasiado lejos de la estrella, lo que los sitúa un posiciones orbitales en las que el agua líquida no es posible. Sin embargo, las conclusiones de este estudio, publicado en la revista Astrobiology, indican que para que la vida se desarrolle no es suficiente con que un planeta orbite a la estrella a una distancia adecuada y posea algo de agua sobre su superficie, sino que es necesario que exista un gran océano sobre su superficie, como es también el caso de nuestro planeta Tierra. La razón para esto es que el calor recibido de la estrella es distribuido por el océano a todo el planeta, gracias a las corrientes marinas, lo que es fundamental para mantener un rango de temperaturas lo suficientemente estrecho como para permitir las condiciones necesarias para el desarrollo y la evolución de la vida (1). Este requerimiento reduce la cantidad de planetas en los que la vida ha podido desarrollarse. No obstante, esta cantidad sigue siendo astronómica, nunca mejor dicho.
Una nueva tecnología basada en “plasmones” promete competir con ventaja con el olfato de los perros adiestrados para detectar explosivos. Se denomina plasmones a las oscilaciones de un gas de partículas cargadas (plasma) y se producen con facilidad en los metales. Si lográramos ver, a escala atómica, una pieza de metal, un cable de cobre como los que conducen la corriente eléctrica en nuestras casas es un buen ejemplo, observaríamos que los átomos de cobre se asocian de tal forma que, aunque mantienen posiciones fijas, comparten de manera colectiva algunos de sus electrones, que son los que forman la corriente eléctrica. Estos electrones se mueven con libertad formando una especie de “sopa” eléctricamente cargada que lo baña todo, pero su movimiento tiene lugar en forma de ondas de partículas de una frecuencia concreta a la que denominamos plasmones. Las frecuencias propias de vibración de los plasmones pueden interaccionar con las ondas electromagnéticas de la luz y en esa interacción en la que se basa el detector diseñado por investigador Xiang Zhang y su equipo de la universidad de California en Berkeley. El dispositivo sensor entra en contacto con las moléculas volátiles que los explosivos plásticos liberan al ambiente y modifica la interacción entre los plasmones de una superficie metálica y un haz de luz láser que incide sobre ella. En las pruebas de laboratorio los investigadores han logrado detectar concentraciones de DNT (2,4-dinitrotolueno, un explosivo de la familia del TNT) del orden de 0,67 parte por mil millones y concentraciones similares de otros explosivos como el nitrato de amonio o el nitrobenceno. Un dispositivo así permitirá detectar la presencia de explosivos a distancia sin los inconvenientes que tienen los perros adiestrados que, al fin y al cabo, son seres vivos cuyo entrenamiento es costoso, tienen gran tamaño y se cansan. Esta tecnología es útil además en otros cometidos como la detección de biomarcadores en medicina. (2)
Terminamos hoy explicando una noticia curiosa, aunque algo desagradable: se trata de un caso clínico en el que a una mujer joven le crece una “pseudonariz” en la espalda. Para entender este caso único y sus implicaciones, debemos viajar atrás en el tiempo cerca de doce años. La historia comienza con un accidente de tráfico sufrido por una joven estadounidense de 18 años de edad. Por desgracia, la joven sufre de una fractura en una vértebra que le daña la médula espinal y la deja parapléjica, sin movilidad ni sensación alguna en las piernas. Tres años más tarde, dada su desesperación por su triste condición, la joven decide someterse a una arriesgada operación experimental, parte de un ensayo clínico, en un hospital de Lisboa. Se trata de extraer células madre de su cavidad nasal, la cual contiene células madre neuronales que podrían sustituir a las neuronas muertas, e implantarlas en la médula espinal cerca de la zona lesionada en el accidente. Aunque la cavidad nasal no solo contiene células madre neuronales, sino también otros tipos celulares, los médicos esperan que el tratamiento permita regenerar al menos una porción de la conexión nerviosa entre el cerebro y la parte inferior del cuerpo.
El resultado es decepcionante. La joven no mejora en absoluto. Peor aún: ocho años después de esta operación, la joven debe ingresar en el hospital aquejada fuertes dolores en la espalda, que lleva sufriendo desde hace más de un año. Las pruebas de imagen indican la presencia de una masa de unos cuatro centímetros de diámetro que parece ser un tumor que presiona la médula espinal. Se le somete a una operación para extirparlo. La sorpresa surge cuando los análisis revelan que no se trata de un tumor, sino de una aglomerado celular que contiene mucosa respiratoria, células nerviosas, fragmentos de hueso y, sobre todo, una espesa mucosidad, es decir, se trata de una especie de nariz muy desorganizada que había crecido en la columna vertebral de la paciente. Comentamos qué ha sucedido para que esta situación se llegue a producir y advertimos de los riesgos de someterse a terapias arriesgadas y no clínicamente demostradas, sobre todo si estas se ofrecen por centros de dudosa cualificación (3).
(1). Cullum J, Stevens D, Joshi M. The Importance of Planetary Rotation Period for Ocean Heat Transport. Astrobiology. 2014 Jul 20.
(2) Tiny laser sensor heightens bomb detection sensitivity
(3). Brian J. Dlouhy, M.D. Olatilewa Awe, M.D. Rajesh C. Rao, M.D., Patricia A. Kirby, M.D., and Patrick W. Hitchon, M.D. Autograft-derived spinal cord mass following olfactory mucosal cell transplantation in a spinal cord injury patient. Journal of Neurosurgery: Spine. July 8, 2014; DOI: 10.3171/2014.5.SPINE13992.
Apoya a CienciaEs haciéndote MECENAS con una donación periódica o puntual.
40,8 millones de audios servidos desde 2009
Agradecemos la donación de:
Angel Quelle Russo
“Vuestra labor de divulgación de la ciencia y en particular del apoyo a los científicos españoles me parece muy necesario e importante. Enhorabuena.”
Angel Rodríguez Díaz
“Seguid así”
Anónimo
Mauro Mas Pujo
Maria Tuixen Benet
“Nos encanta Hablando con Científicos y el Zoo de Fósiles. Gracias.”
Daniel Dominguez Morales
“Muchas gracias por su dedicación.”
Anónimo
Jorge Andres-Martin
Daniel Cesar Roman
“Mecenas”
José Manuel Illescas Villa
“Gracias por vuestra gran labor”
Ulrich Menzefrike
“Donación porque me gustan sus podcasts”
Francisco Ramos
Emilio Rubio Rigo
Vicente Manuel CerezaClemente
“Linfocito Tcd8”
Enrique González González
“Gracias por vuestro trabajo.”
Andreu Salva Pages
Emilio Pérez Mayuet
“Muchas gracias por vuestro trabajo”
Daniel Navarro Pons
“Por estos programas tan intersantes”
Luis Sánchez Marín
Jesús Royo Arpón
“Soy de letras, sigo reciclándome”