La Naturaleza nos sorprende cada instante con multitud de fenómenos que despiertan nuestra curiosidad. La Ciencia Nuestra de Cada Día es un espacio en el que Ángel Rodríguez Lozano nos incita a mirar a nuestro alrededor y descubrir fenómenos cotidianos que tienen explicación a la luz de la ciencia.
Se da la circunstancia de que una de las investigaciones más famosas sobre este tema la llevó a cabo una chica de 13 años llamada Maya Kaczrowski. No crean que fue una investigación de poca monta, sus resultados fueron publicados nada menos que en el prestigioso British Medical Journal, lo que indica que no hay edad límite para ser un científico.
Maya sabía, eso lo hemos aprendido todos a edades tempranas, que tomar un helado muy rápido puede provocar un agudo dolor de cabeza pero quiso saber si a sus compañeros de instituto les pasaba lo mismo, así que decidió hacer un experimento. Para realizarlo necesitaba voluntarios, no fue difícil conseguirlos porque el experimento consistía en ¡tomarse un helado!.
Con la ayuda de su padre, Maya consiguió la financiación necesaria para comprar el objeto del experimento y organizó a los 145 voluntarios en dos grupos. A la mitad de ellos les obsequió con un helado de 100 mililitros, equivalente a un cucurucho de dos bolas, pero les impuso una condición: debían tomárselo muy rápido, en menos de 5 segundos. A la otra mitad les hizo el mismo regalo pero debían tomárselo más despacio, de tal manera que pasados 30 segundos aún les quedara helado por comer. Lo único que tenían que hacer después de disfrutar del regalo era indicar si les había dolido la cabeza o no y, en caso afirmativo, cuánto tiempo había durado el dolor.
Los resultados fueron elocuentes. Un 27 por ciento de los que se habían comido el helado en cinco segundos sufrieron un repentino dolor de cabeza que, en la mayoría de ellos, duró menos de 10 segundos. En cambio, entre los que se habían tomado el helado más despacio, sólo un 13 por ciento había tenido dolor de cabeza. Así pues, quedó científicamente demostrado algo que los niños saben de toda la vida: en el dolor de cabeza que surge al tomar un helado, es muy importante la velocidad con la que se consume. Ahora bien, y ¿por qué?
Las causas no parecen estar del todo claras pero la teoría más aceptada es la siguiente:
En nuestra boca existe, como ocurre en el resto del cuerpo, una serie de vasos sanguíneos muy finos por los que circula la sangre que alimenta a nuestras células. Al tomar un buen trozo de helado o una bebida muy fría, baja bruscamente la temperatura del paladar, es decir, del techo de la boca que podemos tocar levantando la lengua. Al bajar la temperatura los vasos sanguíneos que riegan esa zona se contraen bruscamente, una reacción típica con la que el cuerpo tiende a reducir la pérdida de calor. A partir de ese momento, suceden varias cosas.
Al contraerse, los vasos se estrechan y se entorpece el paso de la sangre disminuyendo el flujo sanguineo. Ese cuello de botella tiene consecuencias en otros lugares porque la sangre se agolpa, como sucede ente las puertas de salida de un cine cuando todas las personas que hay dentro del edificio quieren salir al mismo tiempo. Como consecuencia, la presión aumenta en algunos puntos de nuestra cabeza y el aumento repentino de presión provoca el dolor de cabeza.
En ese proceso juega un papel muy importante un conjunto de nervios con terminaciones en el paladar que, al ser irritados por la señal recibida, transmiten la información al cerebro y disparan una serie de mecanismos de control que son los que provocan realmente la contracción y posterior dilatación de los vasos sanguíneos. La reacción no se reduce a la zona afectada sino que también se refleja en otras zonas del cerebro, especialmente en la región frontal, detrás del ojo o en los lados, o sea, en los lugares donde surge el dolor. Si ese dolor es producido por la dilatación de los vasos o por espasmos, es decir, por contracciones bruscas, es algo que todavía se discute.
Lo que está claro es que ese dolor no se produce en el paladar, que es donde la reacción tiene su origen, sino en lugares mas alejados, un efecto similar al producido durante un infarto, cuando el dolor no se refleja en la zona del corazón sino en el brazo o en el cuello.
Así pues la causa principal del dolor creado al consumir rápidamente un helado es la bajada brusca de temperatura del paladar. Para evitarlo, lo mejor es no poner en contacto el helado con esa zona y, si el dolor ya se ha producido, pegar la lengua al paladar para comunicarle calor, es una técnica que da buenos resultados para que el dolor desaparezca rápidamente.
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