En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.
A comienzos de agosto de este año, un grupo de militantes de varias organizaciones no gubernamentales y de la gigante anti modificados, asaltaron un campo de experimentación del llamado “Arroz Dorado” y destruyeron lo que encontraron a su paso, ayudados por tractores y jeeps. Disfrazado como un levantamiento de los granjeros, en realidad fueron 400 militantes quienes sometieron a los vigilantes y a las fuerzas de seguridad (ahora los científicos que trabajan en biotecnología lo hacen rigurosamente vigilados) en un golpe dado durante la noche.
El campo de experimentación está en un complejo que pertenece al Departamento de Agricultura Filipino. Justo en esos días estaban reunidos representantes del Instituto Internacional de Investigación del arroz (IRRI) y del Instituto Filipino de Investigación del arroz (PRRI) debatiendo la forma de responder a las mil trabas que se han venido poniendo a la entrega de las semillas del arroz a los granjeros pobres, proceso que ya lleva más de 17 años.
El arroz dorado debe su color amarillo a la inserción de un gen del maíz y a otro de una bacteria, que lo convierte en la única variedad vegetal modificada por la biotecnología, para producir beta caroteno, molécula precursora de la vitamina A.
El arroz dorado no es propiedad de ninguna compañía y su desarrollo se debe a un grupo sin ánimo de lucro, el IRRI, que se propuso obtener una nueva fuente de vitamina A para las personas en las Filipinas, donde más de la mitad obtiene sus calorías del arroz, al igual que sucede en otras regiones del planeta que consumen arroz como una parte importantísima de su dieta. El beta caroteno es un precursor de la vitamina A, un componente esencial de la rodopsina, molécula que absorbe la luz en el ojo. La ausencia de la vitamina causa ceguera en casi medio millón de niños cada año y la mitad de ellos mueren en el curso del siguiente año. Y ahí no para la desgracia: el sistema inmunológico se debilita a tal punto que casi 2 millones, principalmente niños menores de 5 años y mujeres, mueren cada año por enfermedades que hubieran podido evitarse.
“Hay tanta desinformación alrededor de los modificados que las personas toman al vuelo hechos que no son ciertos” dice Michael Puruggnan, profesor de genómica y biología y decano en la Universidad de Nueva York. “Los genes que se han insertado para hacer que el arroz dorado produzca la vitamina no son elementos extraños o manufacturados sino que se encuentran también en la calabaza, la zanahoria y los melones. El grueso de las críticas a los modificados en el mundo occidental adolece de una falta de entendimiento de la terrible realidad que afrontan los países pobres”, agrega.
Tal vez el enorme efecto benéfico y por ello la aceptación que vendría a favor de los modificados, ha convertido al arroz dorado en la piedra de toque de los ataques de los gurús anti modificados. Vandana Shiva la más activa y agresiva, lo ha llamado un Caballo de Troya, cuyo único propósito sería ganar apoyo del público para todas las formas de cultivos modificados que beneficiarían a corporaciones multinacionales a costillas de los granjeros pobres.
A comienzos del 2001 se decía que el arroz dorado era más una campaña de la industria biotecnológica para atraer adeptos y que habría que consumir grandes cantidades del arroz para conseguir una dosis ínfima de vitamina A.
Pero desde esos días hasta hoy, el arroz ya ha sido mejorado. Un tazón provee el 60 por ciento del requerimiento diario de vitamina A para que los niños crezcan sanos. Pero aquí usted estará pensando ¿por qué no darles a los niños frutas y verduras que son buena fuente de beta caroteno? Pues porque en los países pobres esa posibilidad no existe. Las verduras y frutas son costosas y muy difíciles de conseguir.
Identificado en los inicios de la ingeniería genética como uno de los productos con mayor potencial para subsanar los graves problemas de salud de los pobres, el arroz dorado y los estudios realizados fueron objeto de financiación primero de la Fundación Rockefeller y de la Unión Europea. En más de 25 años de trabajo, dos científicos, Ingo Potrykus y Beter Beyer, con la ayuda del IRRI acrecentaron la producción de beta caroteno añadiendo un gen del maíz y otro de una bacteria. Le cedieron sus patentes a una compañía que luego se volvería Syngenta, bajo la condición de que la tecnología y cualquier mejora no debería tener ningún costo y estar disponible para los granjeros pobres en los países en desarrollo.
Si el arroz dorado logra (cada vez más oscuro el futuro) la aprobación del gobierno filipino, tendrá el mismo costo que el cualquier otro arroz y los granjeros podrán mantener sus semillas y replantarlas. No se ha detectado la producción de alérgenos o toxinas y las proteínas producidas se rompen en fluidos gástricos simulados con la rapidez requerida por las guías de la Organización Mundial de la Salud. Nuevos estudios con ratones están andando en laboratorios En Estados Unidos.
El temor, agrandado por el movimiento anti modificados, de que pueda haber polinización cruzada con otras variedades con el riesgo de “contaminación genética” es muy limitado porque la planta se autopoliniza. Y como la producción de beta caroteno no resulta en ninguna ventaja selectiva, no existirían riesgos para variedades silvestres.
Y vienen más caballos de Troya. Están en progreso estudios diseñados para subsanar los problemas del África sub Sahariana: casaba que pueda resistir a los virus que se cargan un tercio de la cosecha, banano con más porcentaje de hierro y maíz que usa el nitrógeno con más eficiencia. Y un banano, también dorado, que pueda producir niveles más altos de vitamina A.
Greenpeace, cada vez con más frentes abiertos pues los desarrollos biotecnológicos no se detienen, descarta cualquier beneficio de los suplementos vitamínicos a través de los modificados y declara que continuará oponiéndose a cualquier uso de la biotecnología en la agricultura. Uno de los organizadores de las campañas en Filipinas, afirma que es preferible equivocarse y ser cautelosos.
¿Cómo es posible que los rumores de peligros infundados difundidos como chismes electrónicos destinados a producir miedo y así beneficiar a algunas organizaciones sigan corriendo como ríos de desinformación? Si bien es cierto que los humanos tienen la tendencia a dejarse llevar por la comodidad de la primera información, también es cierto que la razón puede prevalecer, si están de por medio la salud y la vida de millones de niños pobres y desamparados.
Ahora los científicos han dicho basta y en un documento redactado por representantes del mundo entero y de decenas de asociaciones invitan al debate: Standing Up for GMOs, septiembre 20 de 2013
El debate es sin embargo uno cojo. Por un lado la ciencia con sus evidencias y por el otro los activistas anti modificados, destruyendo cultivos pues no tienen argumentos, y menos resultados para dar una discusión seria. Ojala este caso del arroz dorado abra puertas a la razón y no se sigan muriendo de males prevenibles los que siempre pagan el pato, los niños pobres de los países pobres.
Más información:
Standing Up for GMOs, septiembre 20 de 2013
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