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Cierta Ciencia

En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.

Comida atómica

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Para los remilgados que buscan en la comida la ausencia total de pesticidas, modificaciones genéticas, intervención cualquiera del hombre, es decir el alimento orgánico por esencia, una variedad de toronja conocida como Ruby Red es el sumun de lo natural.

O a lo mejor no.

Pues las toronjas, junto con otras tres mil variedades de vegetales y frutas consumidos por millones de personas cada día, han sido creados utilizando una técnica que se conoce como mutagénesis: inducir nuevas variedades, mutantes, usando radiación atómica, algo que afecta a miles de genes y que se ha hecho durante décadas en los laboratorios.

En los últimos sesenta años, esta técnica ha producido un número considerable de las plantas en el mundo. Variedades de trigo, incluidas las exclusivas usadas para hacer la pasta italiana, vegetales, frutas, arroz, hierbas aromáticas y algodón han sido alteradas o mejoradas usando rayos gama, y con frecuencia con la ayuda de la inmersión en químicos tóxicos, todo en la búsqueda de nuevos rasgos deseados. Ahora estas variedades se consideran convencionales, orgánicas y claro, no tienen etiquetas.

Las mutaciones, cambios en el ADN de los organismos, son la base y la materia prima para producir toda la variación biológica necesaria para la selección, motor de la evolución. Los cambios en el ADN son producidos por errores que ocurren durante la división del ADN, la replicación, o por daños inducidos por radiaciones cósmicas o terrestres y se manifiestan como nuevos rasgos, en este caso, en nuevos sabores y texturas. Las mutaciones pueden ser seleccionadas por la naturaleza o por los humanos para crear una nueva especie de planta o una nueva variedad de una existente.

Uno de los obstáculos mayores para crear nuevas variedades de cultivos es que los agricultores pueden desarrollar nuevas variedades sólo si éstas aparecen de forma natural. ¿Cómo podrían crear nuevos colores, sabores o inducir resistencia a las enfermedades, algo que vuelve a una nueva variedad apetecible comercialmente si ellos no pueden “entrecruzarla sin la ayuda de otras especies”?

Una de las soluciones ha sido utilizar los rayos gama, los rayos X o la exposición a ciertos químicos. Así se han logrado miles de variedades nuevas de plantas.

Cuando las toronjas se empezaron a cultivar en los Estados Unidos, no se usaban para la agricultura y ni se consideraba su comercialización. Un jardinero, a finales de 1800 se refería a ellas como esas frutas de piel dura , inservibles. En el caso de la Ruby Red actual, la mutagénesis inducida en años de trabajo en el laboratorio, ayudó a recuperar un rasgo que se había perdido. La carne de la fruta era blanca o ligeramente rosa hasta 1929 cuando unos granjeros de Texas encontraron un árbol que producía toronjas con la suculenta carne roja de hoy.

Después de años de cultivar nuevas plantas sacadas de ese árbol, la planta fue perdiendo sus frutos coloridos para volver al rosa pálido. Los científicos irradiaron el árbol con neutrones y produjeron una mutación que resultó en una fruta con un color oscuro y casi sin semillas. El sabor mejoradísimo.

Cuando se trata de enfermedades, el cultivo con mutagénesis también resulta de mucha utilidad. Ocurrió con unas peras japonesas que sucumbían a una plaga de manchas negras. Después de 20 años de irradiación la planta finalmente se liberó de la enfermedad y el nuevo nombre de Pera Dorada la convirtió en un monumento a los logros de la mutagénesis.

Vegetales y frutas obtenidos por mutación se han vendido en los supermercados durante décadas sin etiquetas que anuncien las modificaciones genéticas que han sufrido. Estas variedades hasta pueden ser consideradas orgánicas si cumplen con los requerimientos de producción exigidos. Además no están sometidas a las regulaciones y escrutinios que sufren otros cultivos que también usan la intervención genética, los satanizados, perseguidos y atacados transgénicos.

Aunque se considera una tecnología vieja, ha resurgido con mucho brío pues cada vez es más fácil identificar las mutaciones que son benéficas y asignarlas a genes específicos.

A la hora de usar esta tecnología quienes más hacen la vista gorda son los defensores de los alimentos orgánicos, que no ponen peros a la radiación y a los químicos aplicados a los frutos y sí muchos a los trabajos de la ingeniería genética, pues los transgénicos tienen que pasar un calvario sin fin hasta lograr, si es que lo logran, por estos días, la aprobación necesaria. Los orgánicos tienen unas reglas fáciles que muchos se saltan

Se siente un tufillo de doble o triple moral en toda esta historia.

Existe en Estados Unidos una cadena de tiendas regada por todo el país, que se precia de cuidar de la salud de los ciudadanos y lo hace vendiendo en su mayoría productos orgánicos, dejando un mínimo rincón de sus exuberantes exhibiciones a los productos convencionales. Los precios son acordes. Pero hace poco, acosados por múltiples demandas de distribuidores que los acusan de sobrepreciar los orgánicos, han decidido que los productos convencionales son igual de buenos a la hora de consumirlos.

En estos días el mejoramiento genético de las plantas para el consumo humano se ha visto empantanado en la absurda controversia alimentada por la desinformación y por las campañas y ataques vandálicos a los transgénicos. Pero de manera sorprendente, la técnica de la mutagénesis, que es de lejos la técnica de mejoramiento genético más radical y de la que menos se conoce en términos de seguridad, ha estado produciendo múltiples variedades de plantas que ofrecen nuevos sabores, olores y gustos a los consumidores por más de medio siglo.

Ojala llegue el día en que los miles de estudios científicos que demuestran que los transgénicos son inocuos sean oídos en medio de tanto ruido ideológico y tanta furia. Cuántos casos de problemas de salud se pueden atribuir al consumo de soya, alimento esencial de fanáticos del buen comer. Además, los transgénicos son soluciones reales para sequías, inundaciones, escasez de tierra para cultivar, plagas y hambrunas que asolan a las poblaciones más vulnerables.


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