En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.
La oxitocina, esa hormona producida por el hipotálamo –el gran centro coordinador de las hormonas en el cuerpo humano–, juega un papel muy importante en el nacimiento y cría de los infantes puesto que participa desde el embarazo hasta el alumbramiento y la producción de leche materna. Además ayuda a regular las funciones cardíacas.
Aunque tal vez su papel regulador en las relaciones sociales la haya convertido en una molécula muy particular.
Un cada vez más creciente cuerpo de evidencia demuestra un papel crítico de la oxitocina en las relaciones sociales, a nivel cognitivo y de comportamiento. Según estudios recientes, dosis de la hormona aumentarían la empatía, la confianza, la capacidad de hacer mejores contactos visuales, tanto en individuos sanos como en pacientes con desórdenes psiquiátricos. Por eso, la oxitocina sería una buena candidata para nuevas terapias contra disfunciones sociales como la esquizofrenia, el autismo y sus amplios espectros.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo inicial en la obtención de buenos resultados en la mejoría en comportamientos sociales después de suministrar la oxitocina, los efectos benéficos no se han visto a largo plazo, o si los hay sólo se dan en ciertos contextos. Aunque esos efectos se han atribuido a diferencias individuales, tal vez la clave esté en la forma cómo se administra la hormona.
La forma más común de administración es vía nasal pero existen varios factores que modifican la eficacia biológica de la oxitocina según la forma cómo se introduce. Todo depende de cómo llega la hormona al Sistema Nervioso Central. Puede hacerlo de manera indirecta mediante el uso de los capilares sanguíneos que irrigan las fosas nasales y que logren, haciendo contacto con los capilares de las paredes del cerebro, pasar la barrera sanguínea del cerebro, tarea complicada. Sin embargo sólo una pequeñísima cantidad de la hormona entra al Sistema Nervioso Central por esta ruta indirecta.
Existe una manera más directa y eficiente. Investigadores noruegos han descubierto que usando un aparatito desarrollado por una compañía en California llamada OptiNose, pueden mejorar la entrega de la hormona al cerebro. También han estudiado cuáles dosis son las más efectivas y han descubierto que las más bajas tienen más efectividad.
Dieciséis hombres sanos recibieron dos dosis diferentes de la hormona, junto con un placebo. A los voluntarios también se les administró una dosis intravenosa para comparar la entrada vía sangre de la molécula.
Ole A. Andreassen, estudioso de problemas psiquiátricos y adicciones explica: “los resultados muestran que la administración intranasal de la oxitocina afecta las funciones del cerebro. Como no se observó ningún efecto con el tratamiento intravenoso, podemos suponer que la oxitocina introducida vía nasal viaja directamente al cerebro, tal como lo pensábamos hace tiempo. Además, una dosis que es menor pero que influencia el comportamiento representará un riesgo más bajo de afectar a otros sistemas reguladores en el cuerpo. Dosis muy altas de oxitocina pueden, en efecto, tener el efecto opuesto en el comportamiento social”.
OptiNose usa una nueva tecnología para llevar la medicina al cerebro, haciendo uso de la función respiratoria del individuo para absorber de manera profunda la droga en su fosa nasal.
El aparato ideado por OptiNose entrega la oxitocina en la cavidad nasal de tal manera que pueda ser capturada por las terminaciones nerviosas del cerebro. Los inhaladores nasales convencionales no pueden entregar las drogas en la parte alta de la cavidad nasal.
El aparato también expande la cavidad nasal, facilitando esa comunicación nariz-cerebro. Cuando el paciente exhala dentro del aparato, este movimiento cierra el paladar blando y no permite que la medicina se pierda en la garganta. Y como de esta manera se usa casi toda cantidad de la oxitocina administrada, los pacientes pueden tomar dosis menores con la consecuente disminución de efectos secundarios.
El siguiente paso en este estudio será entonces realizar las mismas pruebas en personas con enfermedades mentales.
“Estamos haciendo pruebas en voluntarios con diagnóstico de autismo y su amplio espectro” dice otro de los investigadores del equipo noruego.
“Tenemos la esperanza de que este proyecto de investigación sea el primer paso en el desarrollo de nuevas medicinas que serán de gran ayuda para las personas atormentadas con enfermedades mentales” concluye Andreassen.
Translational Psychiatry. doi:10.1038/tp.2015.93
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