En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.
Dave Shubert, profesor y director del programa de neurobiología celular en el Instituto Salk es uno de los investigadores que se ha propuesto acercarse al estudio de las enfermedades neurodegenerativas buscando medicamentos con un enfoque novedoso. Muchos laboratorios y compañías se centran en las moléculas que causan la enfermedad y entonces desarrollan drogas dirigidas a activar o desactivar esas moléculas. Shubert, a su manera particular, ha creado una forma de seleccionar muchos compuestos químicos por su habilidad para prevenir la muerte de las células neuronales. Como resultado de sus años de estudios y sus ensayos, cuenta con un repertorio de miles de drogas potenciales, de las que puede escoger aquellas que muestren una mayor capacidad para proteger o ayudar en la recuperación de las células cerebrales, la cúrcuma es uno de esos elementos, sin tener que escoger un medicamento predeterminado y dirigido.
Shubert puede entonces centrarse en cuáles son los potenciales efectos de esas drogas en la protección de las neuronas, y en muchos casos, incrementar su valor terapéutico, espulgando y desentrañando su estructura química y sus propiedades. El laboratorio dirigido por Shubert trabaja en la búsqueda de moléculas derivadas de plantas, algo que les ha ofrecido un repertorio amplio de medicinas candidatas, que a través de modificaciones químicas han incrementado sus propiedades farmacológicas y las han convertido en armas más poderosas contra la enfermedad. Varias de estas candidatas a drogas sintéticas están siendo estudiadas por sus posibles beneficios y una está en camino, a través de todos los protocolos de la FDA para entrar en ensayos de prueba en pacientes afectados de Alzheimer.
Ahora, él y su equipo de colaboradores informan de los hallazgos recientes y preliminares, obtenidos usando la canabis, que indican que el tetrahidrocannabinol (THC) y otros compuestos encontrados en ella pueden promover la remoción de las proteínas que forman las placas en las células de pacientes afectados de Alzheimer. Lo harían eliminando la beta amiloide, una de las proteínas tóxicas características de la enfermedad.
Si bien estos estudios exploratorios se hicieron en neuronas que crecieron en el laboratorio, pueden ofrecer una luz en el papel que juega la inflamación en la enfermedad de Alzheimer y arrojar claves que facilitarán el desarrollo de una nueva aproximación terapéutica de la enfermedad.
“Aunque otros estudios han informado que existe evidencia de que los cannanbinoides pueden tener efectos protectores contra los síntomas del Alzheimer, creemos que nuestro estudio es el primero en demostrar que los cannabinoides afectan tanto la inflamación como la acumulación de placas de la beta amiloide en las células nerviosas”, dice Shubert.
Existe bastante controversia sobre si la inflamación observada en los casos de Alzheimer ha precedido el desarrollo de la enfermedad y por lo mismo ésta es una consecuencia o si, aún en ausencia de una inflamación previa, el proceso neurodegenerativo ocurre ocasionado por otras causas que aún no están muy claras para la ciencia. De cualquier manera, el resultado de este desorden progresivo y devastador, que lleva a la pérdida de la memoria y que priva a quienes lo sufren de sus mínimas habilidades para una vida digna, es una de las causas de muerte más elevada según informan lo Institutos Nacionales de Salud. Es la causa más común de la demencia y se espera que su incidencia se triplicará en los próximos cincuenta años.
Es bien sabido que la acumulación de la beta amiloide dentro de las células nerviosas del cerebro que envejece ocurre antes de la aparición de los síntomas del Alzheimer y de la formación de las placas. Aunque la beta amiloide es el componente principal de los depósitos de placas, el papel exacto de la proteína tóxica y de las placas que forma no ha sido esclarecido.
En un artículo publicado en junio de 2016, Aging and Mecanisms of Disease (Envejecimiento y Mecanismos de Enfermedad), el equipo del Instituto Salk informa del estudio realizado en células nerviosas alteradas para producir altos niveles de la beta amiloide y que como consecuencia “reproducen” el Alzheimer.
Los investigadores encontraron que altos niveles de la beta amiloide estuvieron asociados con inflamación celular y muerte neuronal. Demostraron que la exposición de las células al THC redujo los niveles de la beta amiloide y eliminó la respuesta inflamatoria que las células nerviosas muestran por la toxicidad de la proteína, permitiendo la sobrevivencia del tejido neuronal.
“La inflamación dentro del cerebro es un componente mayor del daño asociado con el Alzheimer pero siempre se ha asumido que esta respuesta era producida por las células que ejercen funciones similares a las del sistema inmunológico, no por las células nerviosas”, dice Antonio Curráis, investigador del equipo de Shubert. “Cuando fuimos capaces de investigar las bases moleculares de la respuesta inflamatoria a la beta amiloide, se volvió claro que compuestos como el THC que son fabricados por las propias células nerviosas, podrían estar involucrados en la protección de estas células, evitándoles la muerte”.
Las células nerviosas tienen interruptores, conocidos como receptores, que pueden ser activados por los endocannabinoides, una clase de moléculas grasas que el cuerpo fabrica y usa para las señales inter celulares en el cerebro. Los efectos psicoactivos de la canabis son causados por el THC, una molécula similar en actividad a los endocannabinoides y que pueden activar los mismos receptores. El ejercicio físico, que se ha demostrado aumenta los niveles de los endocannnabinoides, según algunos estudios retarda la progresión del Alzheimer.
Shubert es enfático al señalar que el trabajo de su equipo se hizo en modelos exploratorios en el laboratorio y que el uso de compuesto similares al THC como terapia deberá probarse en ensayos clínicos.
En una investigación separada pero relacionada, su laboratorio encontró una droga candidata contra el Alzheimer, la J147, que también remueve la beta amiloide de las células nerviosas y reduce la inflamación de ellas y del cerebro como un todo. Fue este estudio el que llevó a los científicos a descubrir que los endocannabinoides están metidos en la remoción de la beta amiloide y la consecuente reducción de la inflamación.
El Alzheimer es una enfermedad compleja y perniciosa. Al día de hoy no se dispone de medicamentos para prevenir o curar. Pero al día de hoy, miles de científicos en otros tantos laboratorios siguen empeñados en atacarla desde todos los frentes, con dedicación y mucha imaginación.
Referencia:
Cannabinoids remove plaque-forming Alzheimer’s proteins from brain cells
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