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Cierta Ciencia

En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.

Nuestro cerebro, la máquina más compleja y bella del universo

Viaje al centro del cerebro - Cierta Ciencia podcast - CienciaEs.com

Uno de los grandes desafíos como seres humanos ha sido la tarea colosal de tratar de entender quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Lo hemos intentado desde nuestros inicios como seres pensantes pues tal vez sean esas preguntas las que nos definan como individuos y nos agrupen como sociedad.

Esas preguntas han llevado a que los humanos hayan inventado y fabricado esa miríada de mitologías que son tan variadas y diversas y que están regadas por las diversas culturas. A lo mejor, ver en el sol, en el día y la noche, en el curso de los ríos y las montañas, el darles formas similares a las nuestras y el llevarlas al final a superarnos en la capacidad de proporcionar explicaciones, fue una forma de liberarnos de encontrar respuestas.

Durante siglos, pensadores, poetas, médicos, artistas, han estado dándole vueltas al asunto y generando conocimientos. Fueron los filósofos de la antigüedad quienes más se aproximaron, aunque la conocida frase del “pienso, luego existo”, a la luz de lo que la ciencia actual –al comando del estudio de la naturaleza material de mente y cerebro– ofrece se ha convertido en “existo, luego pienso”.

Porque el conocimiento de la naturaleza física del cerebro, el órgano que con sus diferentes tipos de células, las neuronas las más estudiadas, puede realizar ese número infinito de tareas que van desde mantenernos andando hasta resolviendo difíciles problemas de diversa índole, de permitirnos querer y desquerer, de aprender y olvidar, nos pone en el camino a entender nuestras preguntas esenciales, nos provee del sentido de nosotros mismos, de la conciencia.

Y aquí hemos llegado a confrontarnos con la entidad más compleja del universo, la mente humana. Contenida en el cerebro, la asombrosa máquina que con su organización y su capacidad de conmutaciones y permutaciones infinitas nos dota de un sentido único de la existencia.

Lo que se ha aprendido sobre el funcionamiento del cerebro humano durante el siglo pasado y lo que va del actual es muchísimo más de lo que se había logrado hasta entonces. Quienes cimentaron las bases de la psicología cognitiva y de la neurociencia, dieron el impulso necesario y definitivo para, ya mejor armados, poder emprender la ardua tarea de arrebatarles a mente y cerebro sus secretos más bien guardados. Las herramientas de la tecnología de visualización de conexiones y funcionamiento han contribuido de forma esencial.

La nueva biología de la mente es el último paso en ese progreso intelectual que se inició en 1859 con las explicaciones de Charles Darwin sobre los cambios en nuestra morfología. En su libro seminal El Origen de las Especies, Darwin introdujo la idea de que no somos esos seres únicos creados por un dios todopoderoso sino más bien criaturas biológicas que han evolucionado a partir de ancestros animales muchísimo más simples y que con ellos compartimos una combinación de comportamientos instintivos y aprendidos. Darwin llevó la idea aún más lejos: nuestros procesos mentales evolucionaron a partir de nuestros ancestros animales de la misma forma como lo hicieron nuestras estructuras anatómicas. Esto es, nuestra mente no es algo etéreo, se puede explicar en términos materiales.

Los neurocientíficos de hoy han podido demostrar la profunda verdad de esa idea. El estudio de animales simples, los más simples, les ha informado que ellos exhiben emociones similares a las nuestras; experimentan ansiedad y miedo como reacción a amenazas a sus cuerpos. De ahí que, como lo había previsto Darwin, nuestros procesos cognitivos, incluso formas primitivas de conocimiento han evolucionado a partir de nuestros ancestros animales.

Pero mucho de lo que se sabe ahora del cerebro y su funcionamiento ha venido del estudio de lo que no funciona bien, es decir de los descarrilamientos y tropiezos en las conexiones cerebrales, tronco y raíz de la armonía que lo mantiene andando. Algunos de esos disturbios ocurren ya en el útero, sentenciando esos cuerpos a una vida diferente, con distanciamientos emocionales y una multitud de síntomas que van desde leves hasta extremos. Es el autismo y su amplio espectro de alteraciones en el comportamiento, el aprendizaje, la integración a la sociedad. Aunque, y gracias a la ciencia, mientras más pronto el diagnóstico, mejores las probabilidades de manejo y alivio. Además, muchos de esos niños, desarrollan capacidades únicas que los ponen al borde de la genialidad.

La capacidad casi infinita de nuestro cerebro para aprender está cimentada en la posibilidad de alterar las conexiones establecidas para responder a desafíos nuevos venidos del entorno. Si alguna de las regiones involucradas en el almacenamiento y proceso de la memoria sufre daños bien sea por algún accidente o por los deterioros del envejecimiento, ya no será posible incorporar nueva información. Una cirugía fallida privó a un paciente de su hipocampo, la residencia de la memoria y lo dejó viviendo un eterno presente. Doloroso y todo, le brindó a la ciencia un libro abierto para leer cómo se consolida la información inmediata en forma de recuerdos y le permitió mapear las regiones clave para hacerlo.

Como la complejidad del cerebro humano no es ningún regalo sino más bien un resultado azaroso, muchos de los males que nos cercan y nos amenazan son producto de ello. Somos adictos en potencia, nos dejamos engañar, tenemos una gran tendencia al olvido. Nos pasamos buena parte del tiempo durmiendo pues si no lo hacemos nos pasa factura. Acumulamos información bastante, todo para que un buen día buena parte de ella ya no esté. Es que el cerebro y su enorme plasticidad necesita abrirle espacio a lo nuevo, a lo novedoso.

Y novedoso hemos querido que sea este libro que presentamos ahora en su versión digital para que les llegue a todos*. Más que un viaje al centro del cerebro es un recorrido por sus alrededores, un pequeño rasguño en esa corteza dura y compleja. Un viaje al fin y al cabo que lo llevará a asomarse a lo normal y lo que en apariencia no lo es, entre otros muchos temas tratados son sencillez aunque con el debido rigor.

Por descontado, y así lo esperamos, que el acercamiento a la ciencia, a la neurociencia, nos pondrá en las manos las herramientas para la construcción y mantenimiento de un humanismo nuevo basado en la tolerancia, la aceptación del otro, el afecto, la contención y por supuesto, la felicidad.

JOSEFINA CANO
Bióloga y Genetista

Viaje al centro del cerebro. Historias para jóvenes de todas las edades (Amazon)

En Colombia en la Librería Panamericana y en Bogotá en la Librería Nacional

Viaje al centro del cerebro. Historias para jóvenes de todas las edades. (Planeta)


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