En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.
Los depósitos en el cerebro de la proteína beta amiloidea, en forma de placas, se han constituido en una especie de marca de fábrica de la enfermedad de alzheimer. Pero no todos los investigadores están de acuerdo en el proceso que lleva a su formación.
Robert Moir, neurólogo y profesor en la Universidad de Harvard, dice que muchos investigadores consideran a la beta amiloidea una villana sin algún beneficio. “Sólo es mala, mala, mala”, dice Moir. “Pero cada vez aumenta la evidencia de que no es el caso”. Él piensa que la beta amiloidea, en condiciones normales, tiene un papel más bien heroico, parecido a un soldado de infantería del sistema inmunológico. Protegería a las neuronas de microbios infecciosos, en particular de los virus del herpes.
William Eimer, miembro del equipo de Moir, demostró esta protección inyectando el virus del herpes común, HSV-1 en el cerebro de dos tipos de ratones: normales y otros que habían sido modificados para producir niveles altos de la beta amiloidea en sus cerebros^1^. Los últimos resistieron mucho mejor al ataque viral. Resultados similares fueron obtenidos en células humanas cultivadas en una placa de petri.
¿Cómo protege la beta amiloidea del ataque del virus? Lo hace construyendo una especie de caja que los encapsula. Una buena solución, pero si se da por mucho tiempo acaba ocasionando las placas características del alzheimer. De acuerdo con Moir, las placas siguen estando en el corazón de la enfermedad, pero no son las villanas. “En nuestro modelo, el alzheimer es causado por la reacción de la beta amiloidea a algo que podría ser una infección como la producida por el herpes”.
Moir cuenta que la beta amiloidea ronda por el mundo hace unos 400 millones de años, que es igual al tiempo de la aparición de los virus del herpes. “Es claro que ambos han estado uno detrás del otro, uno escapando y el otro a la caza”.
Esto afianza la evidencia, rechazada hace mucho tiempo, de que los virus y en particular los de la familia del herpes, de alguna manera tienen que ver con el alzheimer. Esto no quiere decir que la enfermedad sea contagiosa, ni que todo el que haya tenido infecciones producidas por el herpes vaya a desarrollarla. Al fin y al cabo, esas infecciones son comunes y casi todo el mundo las ha tenido.
En los últimos treinta años, más de cien artículos^2^ han descrito una correlación entre la presencia del HSV-1 y el riesgo del alzheimer, aunque Ruth Itzhasi, de la Universidad de Manchester cuenta cómo sus resultados sobre el tema fueron mirados con desdén o simplemente ignorados. Pero la evidencia sigue creciendo. Hace poco, Ben Readhead y sus colaboradores en el Mount Sinai, mostraron que dos tipos del herpes fueron más comunes en los cerebros de pacientes con alzheimer que en individuos sanos. El equipo confirmó los resultados en tres grupos separados de pacientes. Además, informaron que mientras más abundante la cantidad de virus, peores los síntomas de los pacientes.
Es posible que estos virus del herpes estén en el cerebro tan sólo de forma oportunista cuando las personas ya tienen sus cerebros en un proceso de deterioro. Pero Readhead también mostró que ellos pueden modular la actividad de muchos genes, incluyendo un número no esperado de los que se sabe tienen que ver con el riesgo y la progresión del alzheimer. “Algunos de esos virus están interactuando con genes que se encuentran en el centro de la biología de la enfermedad”.
Está, por ejemplo, el más conocido y tristemente célebre gen ApoE. Su versión más dañina es la E4. Las personas con una copia del E4 tienen el triple de riesgo de desarrollar alzheimer que quienes no lo tienen. Con dos copias el riesgo se vuelve doce veces mayor. Readhead y sus colaboradores han mostrado que mientras más copias del gen tenga una persona, mayor la cantidad de virus del herpes habrá en sus cerebros.
“Nosotros no podemos hacer inferencias causales, partiendo de estos estudios”, advierte Maria Carrillo, la jefe científica de Alzheimer´s Association. “Sus hallazgos no prueban que los virus lleven a la enfermedad y a su progreso, pero existe una relación, por lo que necesitamos entender qué es lo que están haciendo esos virus del herpes en el cerebro”.
Moir sospecha que a medida que envejecemos, los virus sacan ventaja del debilitamiento del sistema inmunológico para regarse desde distintos lugares del cuerpo hasta el cerebro. Entonces la beta amiloidea se prepara para combatirlos y cuando lo hace lleva a la acumulación de las placas. Esto sucede durante años y así, de forma lenta pero segura termina en la enfermedad.
Por ahora todo esto es conjetura. También es posible que el herpes simplemente exacerbe el proceso de acumulación de la beta amiloidea que ha sido disparado por otra causa o que el virus campe a sus anchas por otras disfunciones del cerebro. “Va a ser todo mucho más complicado que postular que una simple infección lleva a una enfermedad”, dice Moir.
“Estos estudios sugieren un posible papel de la infección viral como un factor más del alzheimer”, dice Li-Huei Tsai, neurocientífica del MIT y estudiosa de la enfermedad. “Pero se debería tratar de ver si las medicinas usadas para tratar las infecciones producidas por el herpes podrían causar una protección contra el alzheimer”.
Ya existen algunos indicios. Un estudio publicado al inicio de 2016, rastreó la salud de cerca de 78.000 taiwaneses; la mitad de ellos había sufrido de herpes zóster, en algún momento de un período de 16 años. Entre los adultos que fueron tratados con medicinas anti-herpes, el riesgo de sufrir demencia fue 45% más bajo que quienes no lo fueron.
Un segundo estudio^4^ también en Taiwán analizó más de 8.000 personas que se habían diagnosticado infectadas con el HSV-1. En la década siguiente esas personas tuvieron un riesgo 2.5 mayor de desarrollar demencia que los no infectados. Pero de nuevo, para quienes fueron tratados el riesgo disminuyó en un 80%. “Tal vez estos sean los datos epidemiológicos más sólidos hasta el momento”, dice Moir.
Los científicos han pasado décadas tratando de desarrollar tratamientos para el alzheimer, todos basados en eliminar las placas beta amiloidea. Los resultados han sido abrumadoramente negativos. Tal vez un mejor entendimiento de la biología de la beta amiloidea y su interacción con los virus pueda despejar el camino y trazar una mejor estrategia que lleve a parar esta odiosa y terrible enfermedad.
Referencias:
1. Alzheimer’s Disease-Associated β-Amyloid Is Rapidly Seeded by Herpesviridae to Protect against Brain Infection Eimer W.E., et al. Neuron 2018.
2. Microbes and Alzheimer’s Disease. Itzhaki RF., et al. J Alzheimers Dis. 2016
3. Herpes Zoster and Dementia: A Nationwide Population-Based Cohort Study.
Chen VC., et al. J Alzheimers Dis. 2016.
4. Anti-herpetic Medications and Reduced Risk of Dementia in Patients with Herpes Simplex Virus Infections-a Nationwide, Population-Based Cohort Study in Taiwan.
Tzeng NS., et al. Neurotherapeutics. 2018
JOSEFINA CANO
Ph.D. Genética Molecular
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