En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercamos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Hablamos de historias de la biología.
Buscar una explicación al por qué los niños no sufren la covid con la misma severidad que los adultos ocupa a epidemiólogos, virólogos y pediatras por igual. En total, menos del 2% sufre la infección y los síntomas y el curso de la enfermedad son considerablemente más leves o inexistentes.
Un cuerpo de evidencia que va en aumento sugiere cuáles serían las razones para explicar esta disparidad. El sistema inmunitario de los pequeños parece mejor equipado para eliminar al SARS-Cov-2 que el de los adultos.
“Los niños están mucho mejor adaptados para responder —y mucho mejor equipados para hacerlo— a nuevos virus”, dice Donna Farber, inmunóloga de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. Así ellos lleguen a infectarse con el coronavirus, lo más probable es que solo se enfermen con síntomas leves o que sean del todo asintomáticos.
Otra clave de que la respuesta de los niños al virus difiera de la de los adultos es la que viene del hecho de que así algunos niños muestren algunos síntomas de la covid y anticuerpos específicos contra el virus, nunca son positivos para el virus en las pruebas estándar de PCR.
En un pequeño estudio, tres niños de menos de diez años, de la misma familia, desarrollaron anticuerpos contra el virus y dos de ellos tuvieron síntomas leves, aunque ninguno fue positivo en la prueba de PCR, y eso que los sometieron a ella 11 veces durante los 28 días que estuvieron en contacto con sus padres, quienes sí fueron positivos.
Una respuesta rápida
El sistema inmunitario de los niños ve al virus y “de inmediato monta una respuesta inmunitaria rápida y efectiva que lo neutraliza sin dejarle la posibilidad de que se reproduzca, al punto de que no es posible detectar su presencia con la prueba diagnóstica”, dice Melanie Neeland, inmunóloga que estudia familias, en el Murdoch Children´s Research Institute en Melbourne, Australia.
Existen unos poquísimos casos, aún en estudio, de niños que desarrollan una complicación rara llamada síndrome de inflamación multisistémica en respuesta a la infección del virus.
Farber dice que existe otra diferencia fundamental en el tipo de anticuerpos que producen los niños, lo que proporciona una buena clave para explicar lo que sucede. En un estudio de 32 adultos y 47 niños y adolescentes entre los 18 años y más jóvenes, ella y sus colegas encontraron que los niños producían en esencia anticuerpos contra la proteína que forma las espículas del coronavirus y que son su herramienta de entrada a las células.
Los adultos producen esos anticuerpos, pero también desarrollan otros contra una proteína, la nucleocápside, que es esencial para la reproducción viral. Farber dice que esa proteína se libera en grandes cantidades solo cuando el virus ya se ha adueñado del cuerpo y se ha dispersado dentro de él.
El que los niños carezcan de anticuerpos específicos contra esa proteína, sugiere que ellos no han sufrido una infección extendida en sus cuerpos, anota Farber. Es posible entonces que el sistema inmunitario de los niños en una respuesta rápida, sea capaz de eliminar al virus antes de que haya podido reproducirse en grandes cantidades.
El sistema inmune adaptativo vs el innato
Farber sugiere que la razón por la que los niños pueden neutralizar el virus está en que sus células T son relativamente “ingenuas”. Las células T son parte del sistema inmunitario adaptativo y su capacidad para reconocer a los patógenos que encuentra en el cuerpo durante toda la vida.
Farber sugiere que debido a que las células T de los niños no están muy entrenadas aún, podrían tener una capacidad mayor para responder a virus nuevos, y cuál más nuevo que el coronavirus. Ella está dedicada a estudiar el fenómeno con mucho más detalle.
Pero otras evidencias señalan que la situación no es así tan lineal: un estudio de personas con Covid que incluyó 65 niños y jóvenes de menos de 24 años, así como 60 adultos, encontró que los adultos tuvieron una respuesta más pronunciada de las células T al virus, que la de los jóvenes y niños.
Aunque Farber señala que el estudio midió las respuestas de las células T de la memoria, que por razones evidentes están menos desarrollados en jóvenes y niños, en lugar de medir la actividad de las células T ingenuas, en términos inmunológicos sin entrenamiento previo.
“La habilidad de los niños para neutralizar el virus también puede estar relacionada con el hecho de que ellos tienen desde al nacimiento una respuesta inmune innata fuerte”, dice Alasdair Munro, quien estudia enfermedades pediátricas infecciosas en el Hospital Universitario de la Universidad Southampton, en el Reino Unido. “Existen algunas sugerencias de que la rapidez y la escala de la respuesta inmunitaria innata podría ser protectora contra el inicio de la infección”, añade Munro.
Pero este efecto es difícil de estudiar y hace surgir la pregunta de por qué no se ve como reacción a otros virus que enferman con severidad a los niños.
Otros factores
Los niños son también la reserva principal para otros coronavirus, parientes del que nos asola, y que causan el resfriado común. Algunos investigadores han sugerido que los anticuerpos contra esos coronavirus podrían conferir alguna protección contra el SARS-Cov-2, pero dice Munro que la evidencia no está clara aún.
Mientras los estudios continúan, existen pruebas de que cuando los niños son expuestos al virus, reciben una dosis menor que los adultos pues sus narices tienen menos receptores ACE2, los abridores de la puerta para el virus.
Munro aclara que es improbable que exista una única explicación que dé cuenta de la baja infección por el virus en los pequeños. “La biología no es lineal, es más bien complicada”.
Con esto en mente, sería importantísimo que los encargados de gestionar la vuelta de los niños a la escuela, lo hicieran con criterios basados en la ciencia, pues el costo emocional y cognitivo de no hacerlo es inmensurable.
Y no tiene sentido alguno el esperar a la vacuna para los pequeños, pues ni se ha estudiado su seguridad, y con que la población de riesgo y luego los adultos la reciban, se garantiza su protección.
Dong Y., et al. Epidemiology of COVID-19 Among Children in China. Pediatrics 2020
Más información en el Blog de Josefina Cano Cierta Ciencia
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