La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Quincenalmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
En 1880, en la minas de carbón de Commentry, en el centro de Francia, se descubrieron los restos fósiles de una libélula gigante, que fue descrita por el paleontólogo francés Charles Brongniart en 1885 con el nombre de Meganeura, que significa "gran vena", en alusión a la red de venas que recorre sus alas. Otros ejemplares se han encontrado posteriormente en Inglaterra.
Meganeura era una libélula primitiva que vivió en el Carbonífero superior, hace unos 300 millones de años. En esa época, la mayor parte de las tierras emergidas estaban cubiertas por exuberantes selvas tropicales; aún había pocos herbívoros en tierra firme y las plantas podían crecer sin trabas. Este desarrollo de la vida vegetal provocó un aumento del contenido de oxígeno de la atmósfera, que alcanzó el 35%. Los insectos, que dependen para la respiración de la difusión del oxígeno a través de su sistema traqueal, se beneficiaron de este incremento y crecieron hasta tamaños nunca vistos ni antes ni después de ese periodo.
Con una envergadura de ochenta centímetros y una longitud de un metro, Meganeura es el insecto volador más grande de todos los tiempos. Su peso se ha estimado en unos 150 gramos. Como las libélulas modernas, Meganeura tenía enormes ojos compuestos, fuertes mandíbulas, el cuerpo largo y delgado y patas espinosas. La estructura de sus alas, sin embargo, era más primitiva, y tenía cuatro apéndices al final del abdomen, en lugar de los dos que poseen las libélulas modernas. La utilidad de esos apéndices es desconocida: no se sabe si se usaban durante el apareamiento, para poner los huevos, o para sujetarse en los posaderos.
Tanto en su fase de ninfa como en su forma adulta, Meganeura era un depredador. La ninfa, acuática, se alimentaba de peces, anfibios y grandes invertebrados. El adulto, por su parte, capturaba grandes insectos voladores y pequeños anfibios y reptiles; a diferencia de las libélulas modernas, que atrapan a sus presas con las patas, Meganeura utilizaba sus grandes mandíbulas.
Cuando, a finales del Carbonífero y principios del Pérmico, el clima se enfrió y gran parte de las selvas que cubrían la Tierra desaparecieron, el porcentaje de oxígeno en la atmósfera disminuyó hasta el 15% y los insectos gigantes como Meganeura no pudieron sobrevivir y se extinguieron.
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