La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
En 1963, dos paleontólogos estadounidenses, J. Wyatt Durham, de la Universidad de Berkeley, y K.E. Caster, de la Universidad de Cincinnati, publicaron en la prestigiosa revista Nature la descripción de Helicoplacus, primer representante de los helicoplacoideos, una nueva clase de equinodermos fósiles, el grupo que incluye a las estrellas y erizos de mar.
Helicoplacus es el equinodermo más antiguo que se ha podido estudiar en profundidad. Sus restos se han descubierto en varios lugares del mundo, aunque sólo se han encontrado especímenes completos en los montes White de California. Helicoplacus vivió en el periodo Cámbrico Inferior, hace unos 530 millones de años. Era un animal de cuerpo fusiforme, de pocos centímetros de longitud, con forma de peonza o de gota invertida. Helicoplacus estaba cubierto por una armadura de placas de carbonato cálcico, como las de todos los equinodermos, que se alineaban en espiral alrededor del animal. Las placas, aunque parcialmente imbricadas, no se articulaban unas con otras, sino que estaban unidas individualmente al tejido blando, lo que permitía al animal expandirse y contraerse como un acordeón. A diferencia de otros equinodermos, Helicoplacus no presentaba simetría pentarradial, de hecho era asimétrico. El aparato ambulacral está formado por tres ramas que se disponen en forma de i griega, también enrollada helicoidalmente alrededor del cuerpo. Como las placas de carbonato cálcico son prácticamente los únicos restos fósiles que nos han llegado de Helicoplacus, y debido a su movilidad suelen aparecer desplazadas de su posición original, aún hay muchas incógnitas sobre la anatomía del animal; por ejemplo, no se ha podido determinar la situación de la boca, que podría estar en el centro de la i griega, en el punto de unión de las tres ramas del aparato ambulacral, o en el extremo superior de éste.
Helicoplacus era un animal marino. Con su extremo puntiagudo anclado en la capa gelatinosa de microorganismos que a principios del Cámbrico cubría el fondo marino, obtenía su alimento de las partículas en suspensión que arrastraban las corrientes. Pero por aquel entonces, aparecieron los primeros animales cavadores, principalmente gusanos y trilobites. Al excavar el suelo en busca de alimento y protección, favorecieron la mezcla vertical del sustrato con el agua de mar, convirtiendo el suelo oceánico en un sedimento fangoso en el que resultaba más difícil encontrar un punto de apoyo sólido. Este importante cambio medioambiental recibe el nombre de Revolución Agronómica o Revolución del Sustrato Cámbrico. Muchas formas de vida, como Helicoplacus, fueron incapaces de adaptarse y se extinguieron.
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