La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Quincenalmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
Desde tiempo inmemorial, los nativos siberianos han encontrado restos de mamuts en la tundra, y han comerciado con el marfil de sus enormes colmillos. A partir del siglo XVII, las noticias de estos restos empezaron a llegar a Europa, pero no fue hasta 1728 cuando el médico británico sir Hans Sloane los identificó como pertenecientes a algún tipo de elefante. En 1796, el naturalista francés George Cuvier demostró que los mamuts siberianos eran diferentes de los elefantes actuales; tres años más tarde, el antropólogo alemán Johann Friedrich Blumenbach publicó la descripción formal de la especie, a la que llamó Elephas primigenius. Actualmente, la especie se conoce con el nombre de Mammuthus primigenius, puesto que es lo bastante diferente de los elefantes para pertenecer a su propio género.
Los mamuts eran los más especializados de todos los elefántidos; se caracterizaban por su cabeza abombada, trompa musculosa, orejas relativamente pequeñas y largos colmillos curvados. Los mamuts son animales pastadores, a diferencia de los elefantes, que son fundamentalmente ramoneadores. Para masticar las abrasivas hierbas desarrollaron enormes molares, que llegaban a pesar hasta dos kilos cada uno, con un mayor número de crestas de esmalte que las de los elefantes. Los mamuts sólo tenían un molar a cada lado en cada mandíbula, pero éstos se iban reemplazando por otros nuevos a medida que se iban desgastando.
Los primeros mamuts aparecieron en África hace 4,8 millones de años, y se extendieron por Eurasia y América del Norte en el Pleistoceno inferior. Se conoce alrededor de una docena de especies de mamut, desde el mamut del río Songhua (Mammuthus sungari), uno de los mamíferos más grandes que han existido, con sus nueve metros de longitud, 5,3 de altura y 17 toneladas de peso, que vivió en el norte de China hace 280.000 años; hasta el mamut pigmeo (Mammuthus exilis), de 1,4 a 2,1 metros de altura y unos 900 kilos de peso, que vivió hasta hace unos 11.000 años en la antigua isla de Santa Rosae, situada durante el Pleistoceno frente a la costa de California y cuyos restos, debido a la subida del nivel del mar tras la última glaciación, son las islas del Canal.
De entre todas las especies de mamut, el mamut lanudo (Mammuthus primigenius) es la mejor estudiada. De hecho, es el vertebrado fósil mejor conocido. Los cientos de esqueletos y cadáveres congelados y momificados encontrados en Eurasia y Norteamérica han permitido estudiar su crecimiento, sus enfermedades, su dieta, sus tejidos, su pelaje, sus parásitos, e incluso su genética. Y también disponemos de su imagen en los grabados y pinturas rupestres que realizaron los hombres del paleolítico.
Los mamuts lanudos aparecieron en Eurasia hace unos 300.000 años. Hace unos 100.000 años ya se habían extendido por el oeste hasta las islas Británicas, y por el este, atravesando Siberia y el estrecho de Bering, en aquel entonces emergido, hasta el oeste de Canadá y Estados Unidos.
En la provincia de Granada, en el sur de España, se han encontrado los restos más meridionales de esta especie.
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