La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Quincenalmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
En 2009, el equipo del paleontólogo chino Xu Xing publicó la descripción de una nueva especie de dinosaurio basada en un esqueleto incompleto descubierto en el yacimiento de Tiaojishan, en la provincia de Liaoning, en el nordeste de China. La especie, identificada en un principio como un antepasado de las aves más antiguo y más primitivo que Archaeopteryx, fue bautizada con el nombre de Anchiornis huxleyi, “casi un ave de Huxley”, en honor del biólogo británico Thomas Henry Huxley (1825-1895), el primero que sugirió la relación evolutiva entre las aves y los dinosaurios. El descubrimiento de un segundo espécimen más completo permitió ese mismo año corregir esa primera clasificación, y asignar Anchiornis a otro grupo de dinosaurios, los troodóntidos. Los troodóntidos son unos dinosaurios corredores de grandes ojos y patas largas estrechamente emparentados con las aves, pero no son sus antepasados directos.
Anchiornis, con 34 centímetros de longitud y unos 110 gramos de peso, es el dinosaurio más pequeño conocido, si exceptuamos las aves. Vivió en los espesos bosques subtropicales que cubrían esa región de China en el Jurásico Superior, y tenía el cuerpo completamente cubierto de plumas. Al igual que Archaeopteryx y que otros dinosaurios de la época, tenía cuatro alas, aunque la forma de las plumas indica que sus aptitudes para el vuelo eran muy limitadas.
El excelente estado de conservación de un tercer ejemplar de Anchiornis, descrito en 2010, al que sólo le faltan la cola y parte del cráneo, ha permitido el examen microscópico de los melanosomas, los orgánulos celulares que almacenan la melanina, el pigmento que da color a las plumas, la piel y los pelos de los vertebrados. El estudio de los melanosomas en las plumas de las aves modernas ha permitido establecer la relación entre el color del plumaje y la forma, tamaño, densidad y distribución de los melanosomas en sus células. Comparando estos resultados con los obtenidos del análisis de las plumas fósiles de Anchiornis se ha podido reconstruir por primera vez el color del plumaje casi completo de un dinosaurio.
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