La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Quincenalmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.
En 1853, el explorador J.M. Orpen encontró en las cercanías de la ciudad sudafricana de Harrismith, situada al norte de Lesoto, los huesos fosilizados de un gran animal: varias vértebras, un omoplato, un húmero, un fémur, una tibia, parte de una pelvis, y huesos de las manos y los pies. Orpen envió los huesos al paleontólogo sir Richard Owen, que unos años antes había acuñado el término “dinosaurio” para estos grandes lagartos fósiles. Owen bautizó el nuevo dinosaurio sudafricano con el nombre de Massospondylus, de los términos griegos “masson” (“mayor”, “más grande”) y “spondylos” (“vértebra”) debido a sus enormes vértebras cervicales, más largas que anchas. Estos huesos se conservaron en la colección del Real Colegio de Cirujanos de Londres, pero fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial, y hoy sólo se conservan sus vaciados en escayola. Pero después de ese primer hallazgo se han encontrado más restos de Massospondylus en Sudáfrica, Lesoto y Zimbabue. Hoy poseemos al menos ochenta esqueletos parciales y cuatro cráneos de la especie.
Massospondylus es un prosaurópodo, un dinosaurio primitivo de cuello largo de principios del Jurásico que pertenece a una rama lateral del linaje que condujo a finales de ese periodo a los grandes saurópodos como el brontosaurio y Diplodocus.
En 1977, el paleontólogo sudafricano James Kitching asignó a Massospondylus siete huevos de 190 millones de años de antigüedad que habían aparecido durante las obras de construcción de una carretera en el Parque Nacional Golden Gate Highlands de Sudáfrica, cerca del lugar donde se habían encontrado los primeros restos de la especie. Casi treinta años más tarde se estudiaron los embriones que aquellos huevos contenían, los embriones de dinosaurio más antiguos hallados hasta hoy.
El último descubrimiento relativo a este dinosaurio se ha publicado el pasado mes de enero. La excavación sistemática en el lugar donde aparecieron los primeros huevos de Massospondylus, un corte vertical de 25 metros de altura, ha permitido descubrir el área de anidación de dinosaurios más antigua conocida. Se han encontrado huevos fósiles en varios niveles, lo que significa que los Massospondylus se reunían allí periódicamente para criar. Y aún no se ha excavado el yacimiento en su totalidad. Quedan muchos descubrimientos por hacer.
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