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Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

Los gondwanaterios, mamíferos primitivos del hemisferio sur

Gondwanaterio - Zoo de Fósiles podcast - CienciaEs.com

Hace más de doscientos cincuenta años, en 1758, Carlos Linneo acuñó el término “mamífero” para referirse a uno de los grandes grupos de vertebrados. Los mamíferos se caracterizan porque están cubiertos de pelo, amamantan a sus crías y, sobre todo, porque tienen tres huesecillos en el oído medio. Es fácil distinguir a los mamíferos vivientes de otros vertebrados, como las aves y los reptiles, pero en cuanto añadimos los fósiles, las cosas se complican. Porque muy pocos fósiles conservan el pelo o las mamas, y tampoco son tantos los que incluyen los huesos del oído; de muchos pequeños mamíferos antiguos, lo único que tenemos son dientes.

En 1988, el paleontólogo estadounidense Timothy Rowe definió los mamíferos como un grupo terminal, lo que en términos filogenéticos se refiere al grupo formado por el ancestro común de todos los mamíferos vivientes y todos sus descendientes, extintos o no. Hay otras definiciones, pero en cualquier caso, el problema permanece. Hay algunos grupos de fósiles cuya posición en el árbol evolutivo no está clara, no sabemos si son verdaderos mamíferos, o si se ramificaron antes de la aparición de estos. Uno de estos grupos es el de los gondwanaterios, que toman su nombre del supercontinente de Gondwana, formado por Sudamérica, África, Arabia, Madagascar, la India, Australia y la Antártida, que se empezó a disgregar en el Jurásico. Los gondwanaterios vivieron en estos continentes desde el Cretácico, hace unos setenta millones de años, hasta el Mioceno, hace 17,5 millones de años. Hasta hace muy poco tiempo, solo los conocíamos por dientes y fragmentos de mandíbulas, y por un solo cráneo. Aunque al principio se los clasificó con los perezosos, los armadillos y los osos hormigueros, hoy está claro que se trata de un grupo más primitivo, que, o bien se sitúa entre los monotremas y los marsupiales y placentarios, y en ese caso serían mamíferos, o bien se separó con anterioridad del tronco común que posteriormente dio origen a esos tres grupos, y entonces no lo serían.

Los gondwanaterios son animales herbívoros que se caracterizan por su grueso y robusto hocico. Entre sus dientes no hay una distinción clara entre molares y premolares; sus dientes masticadores se llaman en conjunto molariformes. Su forma de masticar era diferente a la de los demás mamíferos: movían las mandíbulas de atrás adelante. La mayor parte de los gondwanaterios descritos pertenecen a la familia de los sudamerícidos, que, gracias a las coronas altas de sus dientes molariformes, fueron los primeros pastadores especializados. Existen otras dos familias: los ferugliotéridos y los groebéridos, que eran herbívoros más generalistas.

Entre los sudamerícidos, el mejor conocido es Vintana, que vivió en Madagascar a finales del Cretácico. Solo se ha encontrado un cráneo sin mandíbula, pero se supone que era un animal de aspecto y tamaño de marmota, con el olfato muy desarrollado; con un peso de unos nueve kilos, era uno de los mamíferos más grandes de su época. También era un sudamerícido Patagonia, el último gondwanaterio, que vivió en Argentina a principios del Mioceno, hace unos veinte millones de años; se trataba de un animal excavador que, como los actuales roedores, tenía incisivos sin raíces, que nunca dejaban de crecer. Otros géneros de la familia son Gondwanatherium, del Cretácico superior de Patagonia; Sudamerica, que vivió en la Patagonia argentina y en la Antártida desde el Paleoceno medio hasta el Eoceno inferior; Lavanify, “diente largo” en malgache, que solo se conoce por dos dientes hallados en Madagascar y datados a finales del Cretácico; Bharattherium, “animal de la India”, del término sánscrito para la India, “Bharat”, que vivió en la India también a finales del Cretácico y parece que sobrevivió a la extinción de los dinosaurios; Galulatherium, “animal de Galula”, por el nombre del yacimiento donde se encontró, del Cretácico medio de Tanzania; y Greniodon, del Eoceno de Argentina, del que solo se han encontrado dos dientes.

Los ferugliotéridos solo se conocen por unos pocos dientes y un fragmento de mandíbula. Vivieron en ambientes pantanosos, fluviales o costeros del sur de Sudamérica durante el Cretácico superior, y eran herbívoros, omnívoros o insectívoros. Son animales pequeños, menos especializados que los sudamerícidos; las coronas de sus molariformes no son tan altas como las de aquellos, aunque algunas tienen una cresta afilada en forma de cuchilla, que pudo dar origen a las crestas altas de los sudamerícidos. Ferugliotherium, bautizado en honor del naturalista y geólogo italiano del siglo XX Egidio Feruglio, explorador de la Patagonia, era un pequeño animal de unos setenta gramos de peso, con largos incisivos semejantes a los de los roedores. Otros géneros son Trapalcotherium, “animal de la cuenca de Trapalca”, por el lugar donde se descubrió; Argentodites, “viajero argentino”, ambos conocidos por un solo diente cada uno; y Magallanodon, “diente de la región de Magallanes”. Todos ellos se han encontrado en Argentina, salvo Magallanodon, descubierto en el sur de la Patagonia chilena.

La tercera familia, la de los groebéridos, vivió en el sur de Sudamérica durante el Eoceno y el Oligoceno, y al principio se tomaron por marsupiales emparentados con los ratones runchos sudamericanos. También eran herbívoros. Forman parte de esta familia los géneros Groeberia, del Eoceno, y Klohnia, Epiklohnia y Praedens, del Oligoceno.

A veces, el descubrimiento de un solo esqueleto fósil revoluciona el conocimiento que tenemos de un grupo extinto. Es el caso del gondwanaterio Adalatherium, del Cretácico superior del noroeste de Madagascar, cuyo descubrimiento se anunció en abril de 2020. El esqueleto, casi completo, perteneció a un joven inmaduro del tamaño de un gato y con aspecto de tejón, de unos sesenta centímetros de longitud, y con un peso estimado de unos tres kilos. Es el único esqueleto de gondwanaterio que conocemos.

La extraordinaria cantidad de forámenes, conductos para nervios y vasos sanguíneos, indica que el hocico de Adalatherium es muy sensible, con gran cantidad de vibrisas, esos pelos rígidos que tienen algunos mamíferos en el bigote, y que tienen una función táctil. En el hueso de la parte superior del hocico hay un agujero cuya función se ignora; ningún otro mamífero lo tiene. La columna vertebral está formada por al menos treinta vértebras, más que cualquier otro mamífero del Mesozoico. La tibia está curvada. La postura de Adalatherium es más erecta que la de otros mamíferos de su época, aunque no tanto como la de los mamíferos actuales. Se supone que vivía en madrigueras, aunque también podía ser un corredor veloz. Convivió con dinosaurios, aves primitivas, y con el sapo gigante Beelzebufo, del que ya hemos hablado en Zoo de fósiles.

Adalatherium significa “animal disparatado”, del malgache “adala”, que significa “loco, disparatado”, y el griego antiguo “terio”, “animal”. Porque su anatomía es una extraña mezcla de caracteres primitivos con otros que no aparecieron en los mamíferos más avanzados hasta mucho más tarde, y algunas de sus características son únicas, y aún no se entiende bien su función. Así que su descubrimiento plantea más preguntas que respuestas. Aún nos hacen falta más fósiles para conocer mejor este grupo de mamíferos o protomamíferos primitivos.

OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:

Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.

El expediente Karnak. Ed. Rubeo

El ahorcado y otros cuentos fantásticos. Ed. Rubeo


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