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Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

Los vetulícolas, viejos habitantes de los mares.

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Hace unos quinientos millones de años, a mediados del Cámbrico, habían aparecido ya muchos de los grupos de animales pluricelulares actuales, como los moluscos, los artrópodos, los equinodermos y los cordados. La gran diversificación de formas animales de aquella época produjo también muchos fósiles de difícil clasificación, como los vetulícolas. Tan difícil en este caso, que incluso su nombre, vetulícolas, no compromete a nada; simplemente significa en latín “habitante viejo” o “habitante de la antigüedad”.

Los vetulícolas son animales marinos muy simples; su cuerpo, que recuerda vagamente a un renacuajo, está formado por una cabeza voluminosa, con la boca en el extremo anterior y cinco aberturas redondas u ovaladas alineadas a cada lado, que se han identificado con branquias; y una cola larga y generalmente aplanada que termina en el ano y que en los vetulícolas más primitivos está formada por siete segmentos. La cabeza y la cola están separadas por un estrechamiento, y están recubiertas por una cutícula más o menos dura o flexible según las especies. Los vetulícolas carecen de apéndices de cualquier tipo; no tienen ni patas, ni antenas ni ojos.

Hasta 2001, se creía que los vetulícolas eran artrópodos primitivos sin patas, pero ahora se los considera deuteróstomos, el grupo que comprende, entre otros, los equinodermos, como erizos y estrellas de mar, los tunicados, como asicidias y salpas, y los vertebrados. En 2014 se descubrió en algunos fósiles la presencia de algo semejante a la notocorda, una estructura embrionaria común a todos los cordados, y se concluyó que eran cordados primitivos, probablemente el grupo hermano de los tunicados. En 2017, el descubrimiento de Saccorhytus en el centro de China, que podría ser el deuteróstomo más antiguo conocido, alteró de nuevo la clasificación: los vetulícolas podrían ser aún más primitivos, parientes cercanos de este nuevo fósil.

Saccorhytus es un minúsculo animal, de poco más de un milímetros de longitud, que vivió a principìos del Cámbrico, hace 540 millones de años. De simetría bilateral y forma globular o hemisférica, gran parte de su superficie es una boca; el resto del cuerpo está cubierto por una cutícula dura pero flexible, con ocho aberturas con forma de cono truncado con pliegues radiales. Estos conos servían probablemente para expulsar el agua que absorbía el animal por la boca para filtrar el alimento, y pueden ser los ancestros de las branquias. En paralelo a estas aberturas hay una serie de pequeños poros circulares de función desconocida; puede que fueran órganos sensoriales, o quizá por ellos se expulsaban los gametos o algún tipo de moco adhesivo. Otra serie de poros más alineados podrían ser puntos de inserción de cerdas, relacionadas con el sentido del tacto o para sujetarse al entorno. Su nombre es muy adecuado a esta descripción: significa “bolsa arrugada”, del latín saccus, “bolsa”, y del griego rytis, “arruga”. Parece que Saccorhytus carecía de ojos, y también de ano, los desechos se expulsaban por la boca o por los conos. Probablemente habitaba en el fango y entre los granos de arena del fondo marino.

Pero no está tan claro que Saccorhytus sea un deuteróstomo. En 2020 se ha propuesto que está más relacionado con los gusanos priapúlidos y con los loricíferos.

Los vetulícolas eran animales nadadores con una alimentación mixta, formada en parte de plancton y en parte de materia orgánica que filtraban del fondo del mar. Se desplazaban por el agua ondulando lateralmente su cuerpo, como los peces.

Vetulicola, el género que da nombre al grupo, medía unos siete centímetros; tenía la cabeza cuadrada y la cola aplanada, y es interesante porque cerca de un 2% de los cientos de ejemplares descubiertos están infestados por el parásito Vermilituus gregarius, un pequeño animal con aspecto de gusano que habita en el interior del exosqueleto de Vetulicola; en un solo individuo se han contado hasta 88 parásitos. Otro ejemplar tenía adherido a la cola el entoprocto Cotyledion tyloides, un animal filtrador con forma de flor, con un cáliz donde se encuentran la boca y el ano, rodeados por una corona de tentáculos, y un pedúnculo de un par de centímetros de largo con el que se une al sustrato, en este caso el espécimen de Vetulicola.

El mayor vetulícola conocido es Yuyuanozoon, de veinte centrímetros de longitud. En la cabeza, con forma de huevo, se aprecia la división en seis segmentos; a cada lado en todos los segmentos salvo en el primero hay una abertura branquial provista de filamentos. La cola es cilíndrica. Cabe citar también a Shenzianyuloma, con el cuerpo aplanado que recuerda a un angelote o tiburón ángel, aunque mucho más pequeño; a Beidazoon, con la cola asimétrica, formada por un lóbulo dorsal de siete segmentos, y un lóbulo ventral de solo cuatro o cinco; y a Banffia, de diez centímetros de longitud, con la larga cola, formada por más de cuarenta segmentos, retorcida en espiral en el sentido de las agujas del reloj vista desde el frente. Banffia es el único vetulícola con apéndices: tiene una estructura con forma de antena junto a la boca; probablemente un órgano sensorial.

Se han descubierto vetulícolas en China, Groenlandia, Canadá y Australia, pero seguramente vivían en los mares de todo el mundo. Solo que es en esos cuatro lugares donde tenemos buenos yacimientos de aquella época.

(Germán Fernández, 25/03/2022)

OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:

Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.

El expediente Karnak. Ed. Rubeo

El ahorcado y otros cuentos fantásticos. Ed. Rubeo


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