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Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

Wiwaxia, la babosa acorazada.

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Hace más de un siglo, en 1899, el geólogo canadiense George Frederick Matthew describió una espina fósil aislada con el nombre de Orthotheca corrugata. Con una simple espina no es mucho lo que se puede hacer, pero Matthew la relacionó con el género Orthotheca, que por entonces se consideraba un gusano anélido, aunque hoy se clasifica en el grupo de los hiolitos, unos pequeños animales de concha cónica que vivieron en el Paleozoico. Corrugata significa “acanalada”, pues así era la espina fósil, que se había encontrado en el monte Stephen, en el sudeste de la Columbia Británica, donde también se encuentra el famoso yacimiento de los esquistos de Burgess.

Fue allí, en los esquistos de Burgess, donde años más tarde, en 1911, el paleontólogo estadounidense Charles Doolittle Walcott encontró varios fósiles con las mismas espinas, que clasificó como gusanos poliquetos con el nombre de Wiwaxia. Tomó el nombre del cercano pico Wiwaxy, que a su vez procede de la palabra para “ventoso” en la lengua de los nakodas o siux de las montañas Rocosas. Entre 1966 y 1967, el equipo del paleontólogo británico Harry Blackmore Whittington descubrió centenares de ejemplares de Wiwaxia en el yacimiento; el análisis de tantos fósiles fue largo, y no fue hasta 1985 cuando uno de los miembros del equipo, Simon Conway Morris, pudo publicar una descripción detallada del animal.

En 1991 se encontraron los primeros fósiles de Wiwaxia fuera de Canadá, en la cuenca del río Georgina, en el centro de Australia. También se han encontrado fósiles en varios yacimientos de China, en la República Checa, en Siberia y en la isla Canguro, al sur de Australia. Todos estos fósiles corresponden al periodo Cámbrico inferior y medio, hace entre 520 y 505 millones de años. Sin embargo, se han encontrado espinas más recientes, datadas del periodo Ordovícico, hace unos 450 millones de años, en Portugal y en Marruecos, que podrían pertenecer también a Wiwaxia.

Wiwaxia era un pequeño animal cubierto por una armadura de placas y espinas. Los adultos llegan a medir cinco centímetros de longitud; se conocen ejemplares más pequeños, incluso de dos milímetros. Visto desde arriba es más o menos ovalado, sin cabeza ni cola diferenciadas; desde delante o detrás, su forma es casi rectangular. Su altura, sin contar las espinas, no pasa de un centímetro. La parte superior del cuerpo está cubierta por ocho filas de placas estriadas llamadas escleritos, que se superponen de manera que la parte trasera de un esclerito cubre la parte delantera del siguiente. Casi todos son ovalados, salvo los más inferiores, en contacto con el suelo, que tienen forma de luna creciente.

En los ejemplares de más de centímetro y medio, dos filas de entre siete y once espinas acanaladas recorren el dorso del animal de delante atrás, una a cada lado. Estas espinas, que, si no están rotas, son mayores en la zona central, donde alcanzan los cinco centímetros, se proyectan hacia atrás y hacia fuera, y tienen una pequeña curva hacia arriba en la punta. Las dos filas de espinas no siempre son simétricas, y es posible que el animal fuera capaz de regenerar las espinas perdidas. Tanto los escleritos como las espinas están anclados en la piel de forma similar a la de los folículos pilosos de los mamíferos. No están mineralizados, sino que están hechos de un biopolímero orgánico duro; es posible que fueran iridiscentes. Durante el crecimiento, los escleritos se mudan individualmente y su número va aumentando.

La parte inferior del cuerpo es plana y blanda, sin placas; está ocupada en su mayor parte por un pie semejante al de los caracoles. En la parte inferior de Wiwaxia, a pocos milímetros del extremo delantero, hay dos o tres placas con dientes cónicos que apuntan hacia atrás; estos dientes tampoco están mineralizados, y eran bastante flexibles, pero lo suficientemente duros para haber quedado preservados con frecuencia.

Curiosamente, los escleritos de Wiwaxia son muy parecidos, incluso en su estructura microscópica, a los de los chancelóridos, un grupo de animales del Cámbrico semejantes a esponjas acorazadas. Estos chancelóridos eran simples sacos de distintas formas y tamaños, sin órganos internos, cubiertos de escleritos y espinas, y unidos al fondo marino por un pedúnculo. Si realmente estaban emparentados con Wiwaxia, es posible que descendieran de animales más complejos, y que al adoptar su forma de vida sésil perdieran todas las estructuras innecesarias.

Wiwaxia se desplazaba por el fondo marino mediante contracciones de su pie, como las basosas. Las espinas le protegían de los depredadores. Era un animal solitario que raspaba las bacterias y otras partículas alimenticias del tapete microbiano que cubría el fondo del mar. Carece de ojos, así que solo podía guiarse por el olfato o el gusto. Uno de los ejemplares fósiles tenía un pequeño braquiópodo de la especie Diraphora bellicostata pegado a su armadura, lo que sugiere que Wiwaxia no era un animal excavador.

Es difícil dilucidar a qué grupo de invertebrados pertenece Wiwaxia. Durante el Cámbrico, los modernos grupos de animales empezaban a separarse, y muchas formas de vida de entonces parecen intermedias entre varios grupos modernos o bien carecen de las características que poseen los miembros actuales. Wiwaxia presenta semejanzas con los gusanos anélidos y con los moluscos, aunque la segunda opción es la más aceptada en la actualidad; los principales argumentos son la semejanza de los dientes de Wiwaxia con la rádula de los moluscos y el parecido del propio animal con las larvas de algunos solenogastros, un grupo de moluscos marinos vermiformes desprovistos de concha, ojos y tentáculos. Pero bien puede ser que evolucionara del grupo primigenio que dio origen tanto a los anélidos como a los moluscos, antes de la separación de estos dos grupos. En cualquier caso, con la desaparición del tapete microbiano a mediados del Cámbrico, Wiwaxia perdió su fuente de alimento y se extinguió.

(Germán Fernández, 06/04/2023)

OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:

Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.

El expediente Karnak. Ed. Rubeo

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