Cienciaes.com

Zoo de Fósiles podcast - cienciaes.com suscripción

Zoo de fósiles

La mayor parte de los seres vivos que han poblado la Tierra han desaparecido para siempre. Mensualmente, Germán Fernández Sánchez les ofrece en Zoo de Fósiles la posibilidad de conocer la vida de algunas de las más extraordinarias criaturas que vivieron en el pasado y que han llegado hasta nosotros a través de sus fósiles.

El megaterio de Carlos III

Megaterio - Zoo de fósiles podcast - Cienciaes.com

Hace dos siglos y medio, en los primeros meses de 1787, afloraron unos grandes huesos en una barranca del río Luján, cerca de la villa argentina del mismo nombre, situada a 68 kilómetros al oeste de Buenos Aires y que hoy forma parte de su área metropolitana. Cuando el alcalde de la villa, Francisco Aparicio, tuvo noticias del descubrimiento, se lo comunicó al fraile dominico Manuel de Torres, catedrático en un colegio de la orden de los predicadores en Buenos Aires. El fraile terminó de desenterrar los huesos el 29 de abril, y en julio de ese año llegaban a Buenos Aires. Se trataba de un animal desconocido, de unos cinco metros de longitud y dos de altura; tenía una gran cabeza con fuertes mandíbulas y dientes anchos de herbívoro, pero las patas, también robustas, acababan en largas garras afiladas. Parece que en Buenos Aires se hizo el primer montaje del esqueleto, porque el virrey del Río de la Plata, Cristóbal del Campo, Marqués de Loreto, convocó a varios caciques indígenas de la Pampa y de la Sierra para mostrárselo y averiguar si lo conocían, y si podían encontrarse ejemplares vivos de esa especie por los alrededores. Pero ninguno de ellos lo había visto nunca.

En marzo de 1788, los huesos se enviaron al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, antecesor del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. El 2 de septiembre de ese mismo año, Antonio Porlier, ministro del Despacho universal de Gracia y Justicia de Indias, enviaba al marqués de Loreto acuse de recibo del esqueleto, en el que expresaba el deseo del rey Carlos III de que averiguase:

“… si en algún partido de Luján o en otro de los de este virreinato, se puede conseguir algún animal vivo, aunque sea pequeño, de la especie de este esqueleto, remitiéndolo vivo, si pudiese ser, y en su defecto disecado y relleno de paja, organizándolo y reduciéndolo al natural, con todas las demás precauciones que sean oportunas, a fin de que llegue bien acondicionado y tenga Su Majestad la complacencia de verle en los términos que desea.”

Carlos III murió pocos meses más tarde sin ver cumplido su deseo. En su lecho de muerte, el rey pidió que le llevaran las reliquias de varios santos. No sabemos si, en su agonía, tuvo algún pensamiento para aquellos otros huesos que tanto le habían intrigado, los del animal de Luján. No se cumplió el deseo ni para Carlos III ni para nadie más: los animales como aquel están extinguidos.

Juan Bautista Bru, el principal taxidermista del Real Gabinete de Historia Natural, dirigió el montaje del esqueleto para su exhibición. Fue el primer esqueleto de un animal extinto montado y expuesto en un museo. El esqueleto aún se puede ver hoy en día en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, tal cual Bru lo montó. Bru, junto con el ingeniero Joseph Garriga, escribió una descripción científica del animal con grabados de Manuel Navarro, que, debido a las rencillas entre Bru y el subdirector del Real Gabinete, no se publicó hasta 1796. Entre tanto, el diplomático francés Philippe-Rose Roume tuvo acceso al manuscrito, y envió una copia al anatomista y paleontólogo francés Georges Cuvier, en el Museo Nacional de Historia Natural de París. Cuvier, trabajando solo con el manuscrito, identificó al animal como un perezoso gigante, y consiguió adelantarse a Bru en la publicación de su propia descripción, en la que bautizaba al animal con el nombre de Megatherium americanum, que significa “gran bestia americana”. La publicación de Cuvier fue la primera en la que se identificaba un mamífero fósil con género y especie, y al ser anterior a la de Bru, tenía prioridad, así que fue ese el nombre que se mantuvo para el animal. Basándose en las proporciones y en la estructura de las extremidades, Cuvier sugirió que el megaterio no corría ni saltaba, ni se arrastraba ni trepaba a los árboles como los perezosos actuales, sino que caminaba sobre sus cuatro patas, y utilizaba las zarpas de las patas delanteras para agarrar la vegetación de la que se alimentaba.

Desde entonces, se han recolectado más fósiles de megaterio; hoy conocemos varias especies del género Megatherium, que vivieron en Sudamérica desde el Plioceno inferior, hace unos cinco millones de años, hasta finales del Pleistoceno, hace unos doce mil años. Los megaterios forman parte del grupo extinto de los perezosos terrestres. Estos animales se parecen a los perezosos actuales en la estructura del cráneo y de los hombros y en la fórmula dental, pero la anatomía de sus extremidades se parece más a la de sus otros parientes más cercanos, los osos hormigueros y los armadillos.

Megatherium americanum era uno de los mayores perezosos terrestres, con una longitud de seis metros, una altura en la cruz de cerca de dos metros y un peso de unas cuatro toneladas. La cabeza es relativamente pequeña, parecida a la de un oso, con el hocico estrecho. El labio superior es largo y prensil, como el del rinoceronte negro, capaz de asir y arrancar hojas y ramas. Sin embargo, a diferencia de los perezosos arborícolas, su lengua es corta. Los dientes, grandes, crecen durante toda la vida; carecen de esmalte y tienen crestas afiladas que encajan entre sí y se afilan unos con otros, como los de los roedores. Solo tiene diez en la mandíbula superior y ocho en la inferior. Los músculos de las mandíbulas son fuertes, y el cerebro es pequeño. Las patas delanteras, más esbeltas que las traseras, terminan en manos con garras de unos treinta centímetros de largo en los tres dedos centrales. Los pies, rotados hacia el interior, se apoyan en su lado externo, y solo tienen tres dedos muy robustos, también equipados con garras. El talón es ancho y se prolonga hacia atrás. La cola es larga, gruesa y musculosa.

Megatherium americanum vivió en Uruguay, el norte Argentina, y el sur de Bolivia y de Brasil desde mediados hasta finales del Pleistoceno, en entornos abiertos de clima entre templado y árido. Era un animal ramoneador, que se alimentaba de hojas, brotes y frutos de árboles y arbustos, y quizá de raíces que desenterraba con sus grandes garras. Aunque era un animal cuadrúpedo, era capaz de adoptar una postura bípeda, apoyándose en las patas traseras y en la cola, para alcanzar las ramas más altas de los árboles. Sus brazos eran fuertes y de movimientos rápidos; quizá también utilizaba esta postura bípeda para defenderse a zarpazos de los depredadores.

Los megaterios se extinguieron hace unos doce mil años, tras la llegada de los seres humanos a América, junto con gran parte de la megafauna de aquel continente. Varios huesos de megaterio presentan marcas de cortes, y en el yacimiento de Campo Laborde, en la pampa argentina, se han descubierto herramientas de caza junto con los restos de un megaterio muerto y descuartizado. Es muy probable que la caza, junto con la reducción y fragmentación de sus hábitats a finales del Pleistoceno, fuera la causa primordial de su extinción.

(Germán Fernández, 04/10/2024)

OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:

Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.

El expediente Karnak. Ed. Rubeo

El ahorcado y otros cuentos fantásticos. Ed. Rubeo


Botón de donación
Apoya a CienciaEs haciéndote MECENAS con una donación periódica o puntual.
Colabore con CienciaEs.com - Ciencia para Escuchar
40,8 millones de audios servidos desde 2009

Agradecemos la donación de:

Angel Quelle Russo
“Vuestra labor de divulgación de la ciencia y en particular del apoyo a los científicos españoles me parece muy necesario e importante. Enhorabuena.”

Angel Rodríguez Díaz
“Seguid así”

Anónimo

Mauro Mas Pujo

Maria Tuixen Benet
“Nos encanta Hablando con Científicos y el Zoo de Fósiles. Gracias.”

Daniel Dominguez Morales
“Muchas gracias por su dedicación.”

Anónimo

Jorge Andres-Martin

Daniel Cesar Roman
“Mecenas”

José Manuel Illescas Villa
“Gracias por vuestra gran labor”

Ulrich Menzefrike
“Donación porque me gustan sus podcasts”

Francisco Ramos

Emilio Rubio Rigo

Vicente Manuel CerezaClemente
“Linfocito Tcd8”

Enrique González González
“Gracias por vuestro trabajo.”

Andreu Salva Pages

Emilio Pérez Mayuet
“Muchas gracias por vuestro trabajo”

Daniel Navarro Pons
“Por estos programas tan intersantes”

Luis Sánchez Marín

Jesús Royo Arpón
“Soy de letras, sigo reciclándome”

———- O ———-
App CienciaEs Android
App CienciaEs
App de cienciaes en apple store YouTube CienciaEs
———- O ———-



feed completo
Suscribase a nuestros programas






Locations of visitors to this page