El neutrino es una partícula esquiva, en apariencia insignificante, pero necesaria para explicar el mundo. Ni la radiactividad, ni el big bang, ni el Modelo Estandar de la física de partículas serían posibles sin él. Con El neutrino, un blog nacido en febrero de 2009, el físico y escritor Germán Fernández pretende acercar al lector, y ahora al oyente, al mundo de la ciencia a partir de cualquier pretexto, desde un paseo por el campo o una escena de una película, hasta una noticia o el aniversario de un investigador hace tiempo olvidado.
El calendario gregoriano, por el que gran parte de la humanidad nos regimos, tiene una larga historia. Los nombres de los meses se remontan al antiguo calendario romano, que a su vez estaba basado, probablemente, en los calendarios lunares griegos o etruscos.
El primer calendario romano
El primer calendario romano fue inventado, según la leyenda, por Rómulo, el fundador de Roma. Este calendario constaba de diez meses, y comenzaba en el equinoccio de primavera; esos meses eran:Martius (marzo, 31 días), en honor de Marte.
Aprilis (abril, 30 días), en honor de Afrodita.
Maius (mayo, 31 días), en honor de Maya.
Iunius (junio, 30 días), en honor de Juno.
Quintilis (31 días), mes quinto.
Sextilis (30 días), mes sexto.
September (septiembre, 30 días), mes séptimo.
October (octubre, 31 días), mes octavo.
November (noviembre, 30 días), mes noveno.
December (diciembre, 30 días), mes décimo.
Los diez meses sumaban un total de 304 días; los 61 días restantes del año, los correspondientes al invierno, no estaban asignados a ningún mes. Roma, en aquellos tiempos, era una civilización fundamentalmente agrícola, y el propósito del calendario era organizar los trabajos del campo; en invierno, en el campo, había poco que hacer.
Hacia el 713 a.C., el rey Numa Pompilio reorganizó el calendario; añadió un mes al principio del año y otro al final, y el año quedó establecido en 354 días de acuerdo con el ciclo lunar. Como por entonces los romanos consideraban que los números pares eran de mal agüero, también quitó un día a los meses de 30 días, y los dejó en 29:
Ianuarius (enero, 28 días), en honor de Jano.
Martius (31 días).
Aprilis (29 días).
Maius (31 días)
Iunius (29 días).
Quintilis (31 días).
Sextilis (29 días).
September (29 días).
October (31 días).
November (29 días).
December (29 días).
Februarius (febrero, 28 días), mes de la purificación (februa).
Poco después se añadió un día más a Ianuarius, para que también tuviera un número impar de días, y sólo quedó como mes de mal agüero Februarius, mes dedicado a los ritos de purificación. Como este calendario lunar (354-355 días) no se correspondía con el solar (365,242198 días), de tanto en tanto había que añadir días adicionales para sincronizarlo con las estaciones.
Calendario Republicano
Hacia el año 450 a.C. se estableció el calendario republicano, en el que se invirtió el orden de Ianuarius y Februarius, y se añadió cada dos años un mes intercalar, Mercedonius, llamado así porque era cuando los mercenarios recibían su salario. Este mes tenía 27 días, pero cuando se incluía en el calendario, febrero se quedaba con sólo 23 ó 24 días. Así, el año medio se ajustó a 366,25 días, un valor más próximo al del año solar. De todos modos, la adición de días o meses adicionales estaba al arbitrio de los pontífices máximos, y muchas veces pesaban más las razones políticas que las cronológicas en sus decisiones, así que hasta la llegada de Julio César, el sistema era bastante caótico.
Calendario Juliano
En 45 a.C., Julio César, aconsejado por el astrónomo Sosígenes de Alejandría, eliminó el mes Mercedonius e introdujo el calendario juliano, en el que el año empezaba en enero y los meses tenían la misma duración que en nuestro calendario actual. Cada 4 años habría un año bisiesto, en el se añadiría un día; aunque febrero ya no era el último mes del año, como seguía siendo el más corto se mantuvo la costumbre de añadir ese día adicional al final de ese mes. En honor de la reforma, el mes Quintilis (ahora el séptimo), mes del cumpleaños de Julio César, recibió el nombre de Iulius (julio). Para reajustar el calendario con las estaciones, el 46 a.C. duró 445 días, y recibió el nombre de “último año de la confusión”.
Sin embargo, la regla de los años bisiestos se aplicó mal en los primeros tiempos, cada tres años en vez de cada cuatro, con lo que el calendario quedó de nuevo descompensado. Augusto arregló el desaguisado 36 años más tarde, estableciendo la frecuencia correcta de los años bisiestos, y eliminando algunos días del año 9 a.C. para resincronizar el calendario. Por esta nueva reforma, se cambió el nombre del mes Sextilis por el de Augustus (agosto) (aunque las malas lenguas dicen que fue porque Augusto tenía envidia de Julio César).
Luego, mucho más tarde, vino el calendario gregoriano (el nuestro), pero ésa es otra historia.
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