El neutrino es una partícula esquiva, en apariencia insignificante, pero necesaria para explicar el mundo. Ni la radiactividad, ni el big bang, ni el Modelo Estandar de la física de partículas serían posibles sin él. Con El neutrino, un blog nacido en febrero de 2009, el físico y escritor Germán Fernández pretende acercar al lector, y ahora al oyente, al mundo de la ciencia a partir de cualquier pretexto, desde un paseo por el campo o una escena de una película, hasta una noticia o el aniversario de un investigador hace tiempo olvidado.
Alexander Borodín ha pasado a la historia como un compositor ruso que formó parte del Grupo de los Cinco (con Balákirev, César Cuí, Músorgski y Rimski-Kórsakov). Se le recuerda sobre todo por su poema sinfónico En las estepas del Asia Central y por las danzas polovtsianas de su ópera El príncipe Igor. Menos conocida es su faceta de científico; y, sin embargo, fue uno de los químicos más destacados de su época en Rusia.
Alexander Porfírievich Borodín nació en San Petersburgo el 12 de noviembre de 1833. Fue hijo ilegítimo de Luka Gedevanishvili, un noble georgiano, que lo inscribió como hijo de uno de sus siervos, Porfiri Borodín. Sin embargo, recibió una educación esmerada, y a los catorce años ya hablaba con soltura alemán, francés, inglés e italiano, y tocaba el piano y la flauta. En 1850 ingresó en la Academia Médico-Quirúrgica de San Petersburgo, donde estudió botánica, zoología, cristalografía, anatomía y química.
En 1856 se licenció y fue nombrado profesor ayudante de Patología General. En 1858 recibió el título de doctor en medicina con su tesis “Sobre las analogías de los ácidos arsénico y fosfórico en su comportamiento químico y toxicológico”, la primera que se presentaba en ruso, y no en latín, en una universidad rusa. Entre 1859 y 1862 trabajó en la universidad alemana de Heidelberg, en el laboratorio del químico Emil Erlenmeyer, hoy recordado sobre todo por el matraz que lleva su nombre. También pasó una temporada en la Universidad de Pisa.
En 1860 participó en el Congreso de Karlsruhe, la primera conferencia internacional de química del mundo, y en 1861 descubrió la reacción llamada reacción de Borodín-Hunsdiecker, que permite sintetizar halogenuros de alquilo a partir de sales de plata de ácidos carboxílicos.
En 1862, Borodín regresó a San Petersburgo, donde comenzó a estudiar composición musical con Mily Balákirev a la vez que ejercía de profesor de Química de la Academia de Medicina. Ese mismo año consiguió sintetizar el primer compuesto orgánico fluorado, el fluoruro de benzoílo (C7H5OF), haciendo reaccionar bifluoruro de potasio (KHF2) con cloruro de benzoílo (C7H5OCl).
Su contribución científica más importante fue el descubrimiento de la reacción aldólica en 1872 (descubierta independientemente ese mismo año por el químico francés Charles-Adolphe Wurtz). La reacción aldólica consiste en la formación de un aldol con la unión del enolato de una cetona con un aldehído mediante la formación de un enlace entre dos átomos de carbono, y es una herramienta fundamental en las modernas industrias química y farmacéutica para la síntesis a gran escala de compuestos orgánicos complejos.
De salud delicada, Borodín superó el cólera y varios ataques al corazón, pero murió repentinamente por una rotura de aneurisma de aorta durante un baile en la Academia el 27 de febrero de 1887, a los 53 años de edad. Está enterrado, junto con otros grandes compositores rusos, en el cementerio Tijvin del Monasterio Alexander Nevski, en San Petersburgo. Un monte de la isla Alejandro I, junto a la península Antártica, y el asteroide 6780 llevan su nombre.
Alexander Borodín fue un hombre de ideas avanzadas para su época: En 1872 consiguió que la Academia abriera los cursos de medicina a las mujeres. Curiosamente, nunca se consideró un músico profesional, sino un científico aficionado a la música. Y, sin embargo, hoy ya casi nadie recuerda sus importantes contribuciones a la química, mientras que sus sinfonías, sus cuartetos de cuerda, y su ópera El príncipe Igor forman parte del repertorio universal de la música clásica.
OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:
Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.
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