El neutrino es una partícula esquiva, en apariencia insignificante, pero necesaria para explicar el mundo. Ni la radiactividad, ni el big bang, ni el Modelo Estandar de la física de partículas serían posibles sin él. Con El neutrino, un blog nacido en febrero de 2009, el físico y escritor Germán Fernández pretende acercar al lector, y ahora al oyente, al mundo de la ciencia a partir de cualquier pretexto, desde un paseo por el campo o una escena de una película, hasta una noticia o el aniversario de un investigador hace tiempo olvidado.
La esperanza de vida es un concepto estadístico muy mal entendido. Incluso divulgadores muy mediáticos de la ciencia, como Eduardo Punset, la malinterpretan y la confunden con la longevidad. Punset escribe lo siguiente en su libro El viaje a la felicidad:
Para la especie humana, cuyo organismo se enfrenta a las inversiones vitales para superar todos estos obstáculos, resultaba contraproducente invertir en exceso en el mantenimiento de un organismo que, de todos modos, no iba a superar los treinta años de vida.
Pero la esperanza de vida no tiene nada que ver con la longevidad de los individuos, sino que es la media de la cantidad de años que vive una determinada población en un cierto período. Como le pasa a cualquier media, los valores individuales altos (las personas que llegan a viejo) la suben, y los valores bajos (las personas que mueren en la infancia) la bajan. Y el caso es que en las poblaciones de cazadores-recolectores como las de nuestros antepasados, sin cesáreas, sin antibióticos y sin vacunas, la mortalidad infantil era muy elevada, del 30 al 40 % antes de los quince años, con la mayor parte de esas defunciones antes de los cinco. Estos son los que bajan la media. Un ejemplo: Si de una población de 100 personas, 10 mueren al nacer, otras 10 a los 5 años, otras 10 a los quince, otras 10 a los 30, 20 a los 40, otras 20 a los 50, 10 a los 60 y las 10 restantes a los 70, la esperanza de vida será de… 36 años. Curioso, ¿verdad?
Estrictamente, de lo que hemos hablado hasta ahora es de la esperanza de vida al nacer. Del mismo modo se puede definir una esperanza de vida para cualquier edad como la media dentro de la población de los años de vida que les quedan a los individuos de esa edad. Uno podría pensar que la esperanza de vida disminuye según se van cumpliendo años, pero no tiene por qué ser así. Tomemos un ejemplo extremo, el de la película de 1976 La fuga de Logan, en la que se nos presenta una distopía en la que la sociedad del siglo XXIII se mantiene en equilibrio matando a todos los individuos cuando cumplen 30 años. Creo recordar que en la película no se dice nada sobre la mortalidad infantil, pero supongamos que uno de cada 10 niños muere antes de cumplir un año, y que después, gracias a los avances de la medicina, no muere nadie antes de ser eliminado a los 30. La esperanza de vida al nacer es de 27 años, pero en el momento en que un individuo cumple 1 año, su esperanza de vida aumenta hasta los 29 años, los años que le quedan por vivir (si no se escapa como Logan, claro).
A mí, lo que más me sorprende de este asunto es la disonancia cognitiva que lleva a mucha gente a ignorar otros datos que conoce cuando malinterpreta la esperanza de vida. Por ejemplo: la esperanza de vida en la antigüedad grecorromana era de 28 años. ¿Significa eso que los griegos y los romanos eran ancianos a los 28 años? Evidentemente no. Julio César fue asesinado con 65 años, cuando aún le quedaba cuerda para rato. Alejandro Magno murió joven, envenenado, con 33 años. Por no hablar de Jesucristo…
Con datos al alcance de cualquiera, por ejemplo en la Wikipedia, es muy fácil hacer una gráfica que represente la evolución de la longevidad en los últimos tres milenios. Para evitar efectos achacables al modo de vida, se pueden elegir personas de una profesión que no ha cambiado mucho desde el siglo VII a. C. a la actualidad. No, no es esa profesión que estáis pensando… Si se representa en una gráfica la edad a la que murieron los ochenta filósofos que aparecen en la página “Filosofía” de la Wikipedia cuyas fechas de nacimiento y defunción son conocidas, desde Tales de Mileto hasta Gilles Deleuze, se ve claramente que la longevidad del ser humano no ha variado en más de dos milenios. Por citar solo unos pocos ejemplos, Tales de Mileto, entre los siglos VII y VI a. C., vivió 78 años, Pitágoras, menos de un siglo después, vivió 94, y Demócrito, un siglo más tarde, 90. Y por el contrario, Søren Kierkegaard, en el siglo XIX, murió con sólo 42 años, y Michel Foucault, en el XX, con 58. Pero en promedio, la longevidad de los filósofos se ha mantenido sin variación desde la antigüedad clásica en torno a los 64 años.
Y, sin embargo, en solo un siglo la esperanza de vida ha aumentado espectacularmente. Como ejemplo, la esperanza de vida en EE.UU. ha pasado de menos de 50 años en 1900 a casi 80 años en 2011. Y en España, según datos del Banco Mundial, hemos pasado de 69 años en 1960 a 83 en 2014.
La longevidad está en nuestros genes; la esperanza de vida depende de factores ambientales, como la alimentación, la sanidad, las guerras, los tigres de dientes de sable…
(Germán Fernández, 03/2017)
OBRAS DE GERMÁN FERNÁNDEZ:
Infiltrado reticular
Infiltrado reticular es la primera novela de la trilogía La saga de los borelianos. ¿Quieres ver cómo empieza? Aquí puedes leer los dos primeros capítulos.
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