El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
“La secuenciación del genoma del piojo corporal ofrece ahora la posibilidad de desarrollar nuevas herramientas para luchar contra él”
En una de las cartas que Napoleón envió a su amante Josefina éste le decía “no os lavéis, Josefina, que enseguida llego”. Esta forma de intentar conseguir salvajes noches de amor napoleónicas pudo tener sus consecuencias para la historia. Y es que la mala higiene corporal, bastante extendida en aquellas épocas de amor guerrero, resulta muy ventajosa para uno de nuestros compañeros más fieles: el piojo del cuerpo. Se especula con la idea de que la campaña de Napoleón contra Rusia fracasó, en parte, debido a la infestación de piojos que sufrieron sus tropas, piojos que, además de chupar la sangre de los soldados, contagiaban enfermedades debilitantes, como la fiebre reincidente, la fiebre de las trincheras, o el tifus.
El genoma de este simpático chupa-sangre compañero nuestro acaba de ser secuenciado por un grupo de investigadores, que publican los resultados en la revista Proceedings of the Natural Academy of Sciences de los Estados Unidos. Este nuevo conocimiento reviste su importancia, pero para comprenderlo mejor, deberemos detenernos un poquito en la biología y las extraordinarias características de este insecto.
El piojo corporal ha evolucionado a partir del piojo de la cabeza, que habita las cabezas de los escolares más jóvenes con mucha más eficacia y abundancia que las matemáticas, o las ciencias en general. La evolución del piojo corporal se produce cuando los seres humanos comienzan a utilizar ropa, o pieles de animales, para cubrir sus cuerpos; ropa necesaria para posibilitar la deposición de los huevos del piojo sobre ella. En ese momento, el piojo de la cabeza puede pasar a colonizar el resto del cuerpo y adaptarse a las ligeramente diferentes condiciones que existen entre el cuerpo cubierto de ropa, y la cabeza.
Evolución obligada
Los piojos de cuerpo y cabeza derivan, a su vez, de los piojos que parasitaban al ancestro común de seres humanos y chimpancés, piojos que evolucionaron hacia especies diferentes al mismo tiempo que también lo hicieron chimpancés y humanos. Esto es así porque los piojos son parásitos obligados, es decir, exclusivos, de una especie particular, por lo que la evolución y el destino de estos parásitos están indisolublemente ligados a los de los organismos que parasitan.
La adaptación a las condiciones de la superficie de nuestros cuerpos, y a la exclusiva alimentación a base de sangre humana, ha producido extraordinarios cambios en este insecto. En primer lugar, la monótona alimentación con sangre no es suficientemente nutritiva. La sangre es deficitaria en algunas vitaminas que incluso los piojos necesitan, en particular la vitamina B5. Los piojos compensan esta deficiencia albergando en el interior de sus cuerpos a una bacteria, Candidatus Riesia pediculicola, que a cambio de alimento y de un órgano específico para vivir, llamado micetoma, que el piojo ha desarrollado en el interior de su cuerpo, fabrica toda la vitamina B5 que el piojo necesita.
En segundo lugar, la adaptación del piojo a la superficie del cuerpo humano ha conducido a que este insecto haya dejado de realizar la metamorfosis durante su desarrollo, como hacen la mayoría de otros insectos. La metamorfosis es una estrategia evolutiva tremendamente exitosa, ya que permite que larvas e insectos adultos aprovechen nichos ecológicos completamente diferentes en distintas etapas de su vida. Pensemos, si no, en el diferente estilo de vida de orugas y mariposas, y la diferente fuente de alimentación que ambas requieren. El piojo no necesita esta transformación, puesto que vive siempre en el mismo nicho ecológico: nuestra piel.
Genoma menguante
Los cambios adaptativos que el piojo ha sufrido se ven claramente reflejados en su genoma. La secuenciación del mismo ha puesto en evidencia, además, otras adaptaciones de este insecto que no resultan aparentes al examinar sólo su modo de vida. Por ejemplo, en comparación con otros insectos, el piojo posee escasos genes olfativos, puesto que no requiere identificar fuentes de alimentación diferentes de la sangre. Por la misma razón, también posee escasos genes gustativos, ya que sólo necesita saborear la sangre que nos chupa.
El piojo corporal, igualmente, en su evolución, ha perdido genes implicados en la detección de la luz, ya que la vista le sirve de poco, cubierto de ropa. También ha perdido genes implicados en la detoxificación de sustancias potencialmente dañinas que otros insectos pueden ingerir con su alimentación. Al alimentarse de sangre, una fuente de alimento bastante segura desde el punto de vista piojo-sanitario, el piojo no necesita mantener los genes de la maquinaria molecular detoxificante.
Esta pérdida de genes innecesarios, además de los genes que controlan el proceso de la metamorfosis, hace que el genoma del piojo sea el menor de los genomas de insecto secuenciados hasta la fecha, que incluyen los de dos especies de mosquitos, el de la abeja melífera y el de una avispa cazadora de orugas.
Además del conocimiento sobre la evolución de los insectos, la secuenciación del genoma del piojo corporal ofrece ahora la posibilidad de desarrollar nuevas herramientas para luchar contra él, convirtiendo en serias desventajas las ventajas evolutivas que ha adquirido durante millones de años. Por ejemplo, podríamos luchar contra su bacteria simbionte con antibióticos para evitar que fabrique la vitamina B5 que el piojo necesita. También se podrían usar sustancias tóxicas para el piojo, pero que no lo fueran para los seres humanos, que poseemos un juego completo de genes detoxificadores. El conocimiento es poder, pero como decía el tío de Spiderman, un gran poder implica una gran responsabilidad, y es nuestra responsabilidad conocer lo que se va descubriendo para poder opinar e influir en el uso que se pretende dar a ese conocimiento.
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