El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
“El perfeccionismo no siempre es perjudicial. Al contrario, puede ser muy beneficioso para aumentar la longevidad si uno tiene la desgracia de ser diabético”
En psicología, como en la vida real, el perfeccionismo es la creencia de que la perfección puede y debe ser alcanzada, aún si no somos dioses. Evidentemente, lo acertado de esta creencia depende de lo que cada uno defina como perfección. Dentro de que este rasgo de personalidad se extiende en una escala continua, los psicólogos han descrito dos tipos de perfeccionistas. En primer lugar, los perfeccionistas no patológicos son quienes obtienen verdadero placer en el esfuerzo por hacer las cosas bien, y consideran que las cosas que consiguen de este modo, si no son perfectas, son más que aceptables. Por otra parte, los perfeccionistas patológicos son aquellos que aunque creen que la perfección es posible, jamás consideran que la alcanzan, por lo que siempre se sienten insatisfechos con el resultado de sus esfuerzos, muchas veces compulsivos, por alcanzarla.
El perfeccionismo patológico puede ser devastador, ya que este rasgo de la personalidad impacta muy negativamente en las actividades diarias. Un perfeccionista patológico puede, por ejemplo, retrasar el aprendizaje de algo nuevo, o el inicio de un proyecto, por temor de no conseguirlo a la perfección. En el trabajo, la productividad de los perfeccionistas puede ser muy baja, ya que dedican un tiempo excesivo a los pequeños detalles necesarios para alcanzar la supuesta perfección.
Salud y perfeccionismo.
Sin embargo, lo peor es que el perfeccionismo patológico puede ser extremamente perjudicial para la salud de las personas que lo sufren, entendida ésta como un estado de bienestar general, tanto físico como psicológico y social. En este sentido, estudios recientes indican que las madres perfeccionistas son más propensas a sufrir una depresión tras el parto, al tener que enfrentarse a una tarea, cuidar y educar a un nuevo hijo, que consideran imposible realizar con los niveles de perfección que se exigen. Otros estudios han revelado también que las personas que creen que los demás esperan de ellas la perfección gozan de peor estado de salud que las que no están tan preocupadas por el qué dirán.
Por si esto fuera poco, 0tro estudio, publicado el pasado año, reveló que el perfeccionismo es un rasgo de personalidad que acorta seriamente la vida de las personas. En este estudio, realizado con personas de 65 años de edad o superior, se comprobó que aquellos que poseían elevadas expectativas de perfección personal, de acuerdo a los resultados de un test que medía este rasgo, morían varios años antes que los que eran más condescendientes con ellos mismos. El perfeccionismo puede llevarnos, por tanto, a la tumba perfectamente.
La realización de este estudio sugirió a investigadores de la Universidad Trinity Western, de Canadá, realizar otro estudio similar con personas diabéticas. Sorprendentemente, este último estudio ha revelado que los pacientes diabéticos perfeccionistas viven significativamente más que los no perfeccionistas, justo lo opuesto de lo que sucede con las personas no diabéticas. Esto ha resultado completamente inesperado, ya que se preveía que sucedería justamente lo contrario; es decir, que los pacientes diabéticos perfeccionistas morirían incluso antes que los perfeccionistas no diabéticos.
Longevidad imperfecta
La razón de esta predicción, que se ha revelado incorrecta, es que los pacientes diabéticos deben determinar periódicamente sus niveles de glucosa en sangre y en orina, y ajustar su dieta, su ejercicio físico o su dosis de insulina u otra medicación antidiabética de acuerdo a dichos niveles. Puesto que es imposible alcanzar niveles perfectos de glucosa en sangre cuando se es diabético, se supuso que la frustración y el estrés que esto causaría a los perfeccionistas afectarían negativamente a su longevidad.
Sin embargo, esto no sucede. La explicación de esta paradoja se debe a que, como hemos dicho, resulta complicado mantener adecuados niveles de glucosa en sangre cuando se es diabético, para lo que se requiere un estricto seguimiento de los niveles de glucosa en sangre y orina y una disciplina férrea en la administración de la adecuada dosis de medicación, y sacrificios constantes en la alimentación y también en la realización adecuada de ejercicio físico. Solo los perfeccionistas están dispuestos a realizar dichos sacrificios y disponen de la tenacidad suficiente para alcanzar los niveles de glucosa en sangre más cercanos a la perfección. Estos sacrificios revierten en importantes beneficios para su salud, que compensan los efectos perniciosos de la frustración o el estrés, ya que inadecuados niveles de glucosa en sangre, en particular niveles demasiado elevados, acaban por dañar al sistema cardiovascular; y niveles de glucosa demasiado bajos causan, a su vez, diversos problemas, desde mareos al coma.
Así pues, estos estudios sugieren que el perfeccionismo no siempre es perjudicial. Al contrario, puede ser muy beneficioso para aumentar la longevidad si uno tiene la desgracia de ser diabético. No obstante, en el lado oscuro del perfeccionismo siempre acecha la obsesión por un objetivo inalcanzable, al que dedicamos todos nuestros esfuerzos. Quizá un perfeccionista diabético viva más, pero es probable que no por ello viva mejor, ni con mayor calidad de vida, si vive obsesionado a cada momento por el control de sus niveles de glucosa. La verdadera salud reside, casi con seguridad, en conseguir un equilibrio juicioso, incluso si, aparentemente, éste puede acortarnos la vida.
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