El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
La singularidad de nuestra galaxia ha podido permitir que surja la vida
Como saben mis lectores, en un libro reciente he defendido la idea de que nuestro planeta es rarísimo, ya que posee un satélite muy especial, la Luna, la cual ha desempeñado una función fundamental para la evolución de los animales inteligentes y el nacimiento de la civilización tecnológica en la que (aún) nos encontramos. Puesto que la Luna se origina a partir de un acontecimiento muy improbable, la colisión entre dos planetas poco después de su formación en condiciones de velocidad y ángulo muy determinadas, la conclusión que alcanzo es que será improbable que otros seres inteligentes nos acompañen en la galaxia.
Estoy convencido de que a muchos esta conclusión no les satisface y su intuición les conduce a pensar que por más razones científicas que puedan esgrimirse, alguien tiene que haber ahí fuera. No podemos estar solos en la inmensidad del cosmos. El conocimiento tiene sus restricciones y amarguras, pero las creencias son tozudas y completamente ilimitadas en su benevolencia. No obstante, investigaciones recientes se añaden ahora a los argumentos derivados de la Luna para apoyar la idea de que los humanos inteligentes son, en verdad, seres extraordinarios en el Universo (muchos dirían que incluso en nuestro propio planeta). Estas investigaciones se recogen en un libro publicado por el profesor Caleb Scharf, director del departamento de astrobiología de la Universidad de Columbia, en Nueva York, quien también resume sus argumentos en un reciente artículo publicado en la revista Scientific American.
ESTRELLAS ROJAS Y AZULES
En este caso, los estudios se refieren nada menos que a los agujeros negros supermasivos que residen en el corazón de las galaxias. La actividad de estos agujeros negros es la que puede permitir que la vida y, por consiguiente, la inteligencia, existan o no en una determinada galaxia.
Como sabemos, los agujeros negros son objetos de tal densidad que ni la luz puede escapar a su atracción gravitatoria. Parece hoy comprobado que las galaxias de cierta talla poseen en su centro un enorme agujero negro cuya masa puede superar a la de millones de estrellas. Estos agujeros negros son unas enormes máquinas de engullir materia y sustraerla del resto del Universo. Aunque una vez dentro del agujero negro la materia no puede escapar, en el proceso de caída hacia su interior, sin embargo, la materia es comprimida y calentada a tales presiones y temperaturas que emite una radiación muy poderosa, entre ella rayos X, la cual sí escapa a la atracción gravitatoria, puesto que todavía no ha sido engullida.
Los astrónomos han descubierto que los agujeros negros siguen ciclos de actividad, con periodos en los que engullen mucha materia (y emiten mucha radiación) y periodos más tranquilos, en los que engullen muy poca. Estos periodos de actividad pueden ser muy frecuentes en algunas galaxias, y poco frecuentes en otras. Sorprendentemente, tras observar miles de galaxias, los astrónomos han revelado igualmente que la frecuencia de los periodos de actividad de los agujeros negros supermasivos influye en el carácter de las galaxias que los albergan, en particular en los tipos de estrellas que las habitan.
Las estrellas de una galaxia pueden ser desde rojas a azules. Las estrellas rojas suelen ser pequeñas y queman su combustible nuclear muy despacio. Estas estrellas guardan siempre la materia en su interior. Las estrellas azules, en cambio, son enormes y queman su combustible a gran velocidad, muriendo en breve tiempo con una gran explosión, en forma de supernovas. La muerte de este tipo de estrellas es fundamental para generar y liberar al exterior átomos complejos que en el futuro, tal vez, podrán sustentar la vida.
EL VALLE VERDE
Y bien, si hacemos una media del tipo de estrellas en una galaxia comprobaremos que las galaxias son también azuladas o rojizas. Esto quiere decir que algunas galaxias contienen muchas estrellas rojas, con poca probabilidad de generar vida, y otras contienen muchas estrellas azules, que cuando mueran podrán generar más estrellas que tal vez posean planetas capaces de sustentar la vida. Por ultimo, otras galaxias, entre las que se encuentra nuestra querida Vía Láctea, se encuentran en un estado intermedio, que los astrónomos han llamado “el valle verde”. Este tipo de galaxias es en el que sería más probable que se haya desarrollado la vida.
Desgraciadamente, las galaxias “valle verde” son las que poseen los agujeros negros más masivos y activos de todas. La actividad de estos agujeros negros y la intensa radiación que emiten influyen en la generación de estrellas en la galaxia entera, y en las condiciones de estabilidad necesarias para originar y sustentar la vida la cual, en esas condiciones, resulta más difícil, tal vez imposible.
¿Cómo puede ser entonces que estemos aquí, vivos, en una galaxia de tipo “valle verde”? Como en el caso de nuestro planeta y su Luna, de nuevo encontramos una excepción. Nuestra galaxia, aunque es del tipo “valle verde”, resulta que no posee un agujero negro central muy masivo, ni demasiado activo. Esto es particularmente sorprendente considerando que la Vía Láctea es, además, una de las galaxias más grandes del universo observable. Su agujero negro central parece ser, sin embargo, de tal naturaleza que ha permitido la generación de una rica variedad de estrellas. Alrededor de algunas de estas estrellas pueden orbitar planetas que, además del nuestro, sustenten la vida, aunque, sin Luna, esta pueda no ser inteligente, ni haber desarrollado una civilización tecnológica como la nuestra.
OBRAS DE JORGE LABORDA.
Una Luna, una civilización. Por qué la Luna nos dice que estamos solos en el Universo
One Moon one civilization why the Moon tells us we are alone in the universe
El embudo de la inteligencia y otros ensayos
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