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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

El chocolate del Nobel

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No todo lo razonable es cierto; ni lo cierto, razonable

Hace unas semanas la revista New England Journal of Medicine (NEJM), una de las revistas médicas más prestigiosas, publicaba un artículo escrito por Frank Messerli, de la Universidad de Columbia, en Nueva York, en el que se revelaba que cuanto más chocolate consume un país, más premios Nobel gana. La palma se la llevaba Suiza, con un gran consumo de chocolate y numerosos ganadores del premio Nobel, considerando la pequeña población de ese país. España, Portugal, Italia, o China, países todos a la cola en consumo de chocolate, eran igualmente países en los que los ganadores del premio Nobel eran pocos. Ya ve, tal vez la escasa producción científica de muchos países pueda paliarse repartiendo chocolate entre la población, lo que resultará mucho más barato que invertir en ciencia, la cual, qué alegría, solo costaría lo que el chocolate del loro.

¿SÁTIRA O VERDAD?

En mi opinión, el artículo del NEJM está escrito también en un tono algo jocoso, tal vez pretendiendo denunciar lo fácil que resulta encontrar correlaciones estadísticas entre dos variables más creíbles que el consumo de chocolate y los ganadores de premios Nobel, como pueden ser, por ejemplo, el consumo de alcohol y el cáncer de estómago, o la administración de un medicamento homeopático y la mejora de una condición poco grave. El artículo tal vez pretende también denunciar que es fácil caer en el error de atribuir una relación causa-efecto a dichas correlaciones (el alcohol causa cáncer de estomago, o la homeopatía es eficaz) sin realizar estudios controlados en profundidad, los únicos capaces de desvelar si tal relación pudiera existir, lo que en ocasiones ocurre; y en otras, no.

El autor va aún más allá, y propone una explicación plausible a la supuesta relación causa-efecto entre chocolate y premios Nobel. Resulta que el chocolate es rico en los llamados flavonoles, sustancias que mejoran las capacidades intelectuales al proteger a las neuronas de los efectos del estrés oxidativo, el cual puede conducirles a la muerte. Puesto que parece innegable que ganar un premio Nobel tiene mucho que ver con las capacidades intelectuales de quien lo gana, el autor propone que la explicación de la relación anterior reside en que el chocolate incrementa las capacidades intelectuales de la población de los países consumidores, lo que incrementa las probabilidades de que alguien gane un premio Nobel.

Esta supuesta explicación quizá sea igualmente propuesta por el autor con la intención de mostrar que, una vez encontrada cualquier correlación, es fácil inventarse una hipótesis plausible que dé visos de credibilidad a la relación causa-efecto que tendemos a extraer de la misma. Por ejemplo, los días de fútbol es posible que sucedan más accidentes de tráfico en las ciudades. Podríamos pensar que el fútbol es la causa de los mismos ya que la gente en esos días bebe más y tiende a conducir en peores condiciones. Sin embargo, nada prueba que eso sea cierto. Simplemente puede ser que los días de fútbol la gente acuda al estadio en coche y haya más tráfico, razón por la que los accidentes pueden aumentar, aunque su incidencia por conductor no lo haga más de lo normal. Lo mismo sucedería con los toros, o con un concierto, entre otras posibilidades.

TONTERÍAS, LAS JUSTAS

En cualquier caso, el artículo, incluso si su intención era denunciar en forma de sátira las conclusiones, en ocasiones discutibles, de numerosos estudios de correlación que suelen poblar muchas revistas médicas, ha sido recibido con agrias críticas por una parte de la prensa científica. Los críticos, evidentemente, se lo han tomado en serio, y denuncian, precisamente, lo que tal vez el mismo artículo pretendía denunciar de forma jocosa: un frecuente defecto de razonamiento que no solo es propio del común de los mortales, sino también de algunos científicos.

Las críticas han llegado a tal punto que otros científicos han intentado encontrar correlaciones entre el consumo de chocolate por habitante y otras variables menos benévolas que el número de premios Nobel. Así, James Winters y Sean Roberts, dos investigadores británicos, publican en su sitio de Internet (la revista New England no les ha permitido publicarlo) que han encontrado una correlación entre el consumo de chocolate y el número de asesinos en serie de un país. ¿Tal vez los flavonoles no solo mejoren el intelecto para ganar premios Nobel sino que mejoren también otras “cualidades” intelectuales menos deseables, como manías, obsesiones y pulsiones agresivas?

La respuesta a esta aparente paradoja es que no hay paradoja en absoluto. Encontrar correlaciones entre dos variables en un mismo entorno socioeconómico es relativamente sencillo. Evidentemente los países con mayor consumo de chocolate son países más ricos, que también invierten mas en ciencia en educación y en cultura, por lo que más personas pueden llegar a ganar un Nobel. Igualmente, los países que consumen más chocolate son, en general, propios de la cultura occidental, donde, por razones que no están aún claras, los asesinos en serie son más frecuentes. Las correlaciones son, por tanto, solo un reflejo de causas comunes subyacentes.

Los científicos o, simplemente, las personas preocupadas por razonar correctamente debemos tener cuidado con caer en este tipo de errores de juicio, que pueden tener graves consecuencias. Por ejemplo, creer que consumir chocolate nos hará más listos puede que solo consiga hacernos más gordos. No obstante, a pesar de lo dicho, confieso que no voy a reducir mi consumo diario de chocolate negro, porque está de vicio con el café.

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